500 millones de personas infectadas y 50 millones de fallecimientos. Entre el 3% y el 5% de la población de 1918 pereció a causa de la pandemia de gripe. Los doctores Eiros, Bachiller y Pérez han publicado el libro “La gripe de 1918” en el que hablan de la enfermedad y en el que miran hacia el futuro. Sobre este último aspecto, EFEsalud ha hablado con José María Eiros, experto en microbiología.

Ante una nueva pandemia de gripe con el mismo alcance que tuvo la de 1918, España tiene ya preparado un plan que va sometiéndose a actualizaciones. Actualmente se está buscando una vacuna universal que proteja de todas las cepas.
Este virus, en la actualidad, termina con la vida de entre 290.000 y 650.000 personas en el mundo.
Buscando la vacuna universal contra la gripe
Existe un problema grave, apuntan los autores en el libro, y es que es que cada año las formulaciones de la vacuna deben cambiarse y administrarse de nuevo, para proporcionar protección contra las cepas potencialmente circulantes. No solo eso, “incluso las vacunas que se fabrican con seis meses de antelación, en ocasiones, no tienen la eficiencia deseable”, apunta el doctor, quien reconoce que el conocimiento en virología es limitado.
Seguimos sin tener una vacuna universal. Para el doctor José María Eiros, este es el talón de Aquiles en la lucha contra la gripe: tener vacunas para las epidemias estacionales pero no una que las englobe a todas.
Es quizás la familiaridad con este virus lo que nos hace minusvalorar su letalidad e invertir menos en la búsqueda de esa vacuna universal, que nos protegería tanto del virus estacional, como de uno pandémico. Pero el desarrollo de esta vacuna es lo suficientemente importante como para poder evitar los efectos letales de otra pandemia como la de 1918.
En el libro, con un formato de preguntas y respuestas, se señala claramente cuál es el problema al que se enfrenta la aceptación de las vacunas frente a los virus gripales: las vacunas han de cambiarse para enfrentarse a la cepa de turno, ya que su formulación actual no otorgan una protección universal contra el virus.
Además se añade que las vacunas antigripales han mantenido la misma estructura durante los últimos 60 años: en el año 1936, un científico soviético, obtuvo una vacuna viva del virus de la gripe que fue aplicada a trabajadores de una fábrica y estuvo disponible hasta finales del siglo XX.
Retos actuales derivados de la epidemia de 1918

Los autores ya dicen que la investigación en materia de gripe ha mirado tanto hacia adelante como hacia atrás. Esta visión retrospectiva ayuda a identificar aspectos básicos como los patrones de transmisión del virus y cómo ha evolucionado y circulado.
Lo más importante es que hay dos grandes hallazgos tecnológicos o metodológicos que han posibilitado recrear y conocer cómo fue la gripe de 1918. Por un lado las técnicas de secuenciación masiva y, por otro lado, los métodos de ingeniería genética.
Señalan que en los próximos años deberían darse avances significativos en la lucha contra la gripe que puedan contribuir a su prevención.
Un reto claro es que la familiaridad con la gripe nos haga despreocuparnos. El hecho de que siempre esté presente (cuando no es en el hemisferio norte, es en el hemisferio sur), hace que nos hayamos acostumbrado a convivir con ella.
El propio origen de la pandemia de principios del XX sigue siendo objeto de estudio ya que su descubrimiento podría contribuir a evitar otro desastre similar.
Otro reto evidente es que, ante el primer aviso de peligro, los países cumplan con los protocolos diseñados para abordar la pandemia y no los ignoren y no desoigan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tal y como señalan los autores en el libro, esto puede conllevar a actuar irracionalmente.
Transparencia informativa
Uno de los factores que contribuyó a la propagación del virus hace 100 años fue la desinformación. El doctor Eiros aquí es claro: “En caso de epidemia hay que identificar a un portavoz autorizado, no necesariamente experto en la enfermedad, pero sí que transmita la verdad sin alarma y que promueva la claridad”.
Ya comentan Eiros, Bachiller y Pérez que transmitir la verdad en caso de pandemia es vital y que de haber algún error, se ha de comunicar con celeridad. Es una manera de mantener la confianza de la gente en las autoridades y conseguir así que la población cumpla las denominadas “Intervenciones no Farmacéuticas”.
El doctor Eiros explica que estas intervenciones son otro tipo de medidas como la contención de la transmisión por las vías respiratorias, medidas de higiene a base de la limpieza de las calles… incluyendo seguir ciertos regímenes de vida y de comida.
Para tomar nota de la envergadura que podría suponer una nueva pandemia, en el libro, se hace una reseña curiosa: cuando a Tom Frieden, jefe saliente del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se le preguntó por qué le mantenía despierto por las noches, respondió: “La mayor preocupación siempre es una pandemia de gripe”.

La última pandemia data de 2009, si bien fue más suave de lo esperado. Los autores explican que México fue el país que avisó de la existencia de un brote de gripe. Perdió 9.000 millones de dólares por hacerlo, lo que hace temer que, en un futuro, se quiera silenciar un hipotético brote.
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