“Una crisis sanitaria mundial como la que ha provocado la pandemia del COVID-19 es lo que da realmente sentido a nuestra vocación. Ayudar a las personas a curarse, incluso poniendo en riesgo nuestra propia vida, es lo más satisfactorio para un médico. Y ver la cara de felicidad de l@s pacientes cuando abandonan el hospital entre aplausos te llena de orgullo personal; comprendes que formas partes de un gran equipo de profesionales dedicados a la salud y el bienestar de la Sociedad”, resumen la doctora Laura Zaragoza y el ya casi doctor Gonzalo Gálvez

¿Héroes o simplemente médic@s formad@s con alma y corazón?
El estudiante de 6º de Medicina, Gonzalo Gálvez y la doctora Laura Zaragoza, MIR de primer año; ambos profesionales del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid. EFE/GRB

En una entrevista concedida “en línea” a EFEsalud, web especializada de la Agencia EFE, tanto la Dra. Laura Zaragoza Cocero, Médica Interna Residente (MIR) de primer año, como Gonzalo Gálvez Márquez, estudiante de 6º curso en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), destacan que su formidable experiencia de estas semanas con el coronavirus en el Hospital de La Princesa les ayudará a completar con mayor fortaleza su carrera profesional, pero no por ello les desviará de sus objetivos profesionales: la oncología radioterápica y la cirugía ortopédica-traumatológica, respectivamente.

La Dra. Laura Zaragoza se licenció en Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) e hizo sus prácticas en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de la capital española. Desde que comenzó el estado de alarma sanitaria, permanece suspendido su programa de formación (en el mes de mayo debería pasar a segundo año MIR) y trabaja integrada en un equipo COVID bajo la coordinación del Servicio de Neumología del céntrico Hospital de La Princesa.

“Es una unidad especial creada para atender a pacientes con coronavirus que no requieran, todavía, cuidados intensivos, pero que necesitan una atención más específica con soporte respiratorio. Son personas con diagnóstico grave y muchas de ellas acabarán siendo trasladadas a las Unidades de cuidados intermedios (UCRI) o a las Unidades de Cuidados Intensivos de Urgencias. Otros pasarán a una cama de planta, paso previo para obtener el alta hospitalaria”, informa la doctora.

El futuro doctor Gonzalo Gálvez, estudiante de la UAM que lleva varios años haciendo prácticas en La Princesa, entregará su Trabajo de Fin de Grado (TFG) en mayo y se convertirá oficialmente en médico. Se ofreció como voluntario al comenzar el pico de infecciones y fue llamado varias semanas después para comenzar su labor asistencial en calidad de apoyo sanitario con el nuevo contrato emitido en el Boletín Oficial del Estado (BOE) durante la crisis pandémica del COVID-19 en España.

“Nuestro papel no es determinante, pero colaborando con nuestr@s compañer@s en la medida de lo posible y quitándoles cierto trabajo de supervisión y control de l@s pacientes, siguiendo su evolución constante, ayudamos a mejorar la situación de tantas personas hospitalizadas. Para situaciones críticas como ésta nos hemos formado con ahínco todos estos años en la Universidad y también durante las prácticas hospitalarias”, expone con firmeza.

El estudiante de 6º de Medicina, Gonzalo Gálvez, y la doctora Laura Zaragoza, MIR de primer año; ambos profesionales del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, entrevistados por el periodista Gregorio del Rosario de la AGencia EFE

Ante el coronavirus, formación, conocimiento, trabajo duro y superación personal

Ya se han confirmado más 3.200.000 personas contagiadas a nivel mundial, mientras que en España, a fecha de hoy, se ha alcanzado la cifra de 212.345 casos (ratificados por diagnóstico PCR). Por desgracia, los fallecidos han sido 24.543 hasta el momento, y los curad@s, por victoria, 112.050 pacientes.

Desde que se inició la crisis pandémica (a día 28 de abril) se habrían registrado 115.845 hospitalizaciones (38.850 en los hospitales de Madrid); y 10.721 ingresos en UCI (3.355 en Madrid).

El “pico del coronavirus” en España se consolidó en la última semana del mes de marzo, con la infraestructura hospitalaria al borde del colapso. A fecha 27 de abril, según la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RNVE), alrededor del 21,13% del personal sanitario había notificado contagio por coronavirus.

Dra. Zaragoza, ¿cómo se enfrenta una médica a tantos y tantas pacientes enferm@s en medio de tal alarma social?

“La verdad, el coronavirus se ha convertido en un trabajo médico rutinario. Las tres o cuatro primeras semanas sí fueron durísimas, con una carga asistencial brutal, pero afortunadamente la situación, a día de hoy, ha mejorado sustancialmente. Somos bastante optimistas y en el Hospital de La Princesa apreciamos este cambio favorable”, responde.

Cada nueva jornada de trabajo -continúa- podemos ayudar un poco más y mejor a los pacientes en un contexto de clara mejoría general al haber un menor número de pacientes hospitalizados. Hemos conseguido diagnosticar, tratar y curar al máximo de pacientes posibles, aunque algunos han fallecido”.

La doctora Zaragoza ha salido de una guardia de 24 horas. Ha estado trabajando con el equipo de Neumología del Dr. Julio Anochea.

“Prácticamente toda la atención hospitalaria está centrada en el covid. Tenemos unidades especiales para pacientes que no requieren todavía cuidados intensivos pero que sí necesitan más atención que un enfermo leve hospitalizado en planta. Son pacientes tratados con un soporte respiratorio más intensivo y que están bastante graves… muchos de ellos acabarán en la uci y otros pasarán a planta, paso previo para obtener el alta”, completa.

El estudiante de 6º de Medicina, Gonzalo Gálvez, y la doctora Laura Zaragoza, MIR de primer año; ambos profesionales del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid.¿Y qué recuerda del pico de la epidemia, de aquellos momentos despiadados?

“Nos estábamos enfrentando al coronavirus en un ambiente bastante hostil porque no teníamos suficientes medios de protección y reinaba la incertidumbre. Por ejemplo, la zona de espera de La Princesa se convirtió en una especie de hospital de campaña con camas y sillones por los pasillos para que la gente pudiera estar atendida lo mejor posible hasta su ingreso definitivo”, cuenta.

“Además, había muy pocos epis (equipos de protección individual), mascarillas o guantes, y en algunas ocasiones se produjeron discusiones por estos temas… todas y todos teníamos miedo a lo desconocido. La parte buena de esta situación fue que surgió rápidamente la ayuda mutua entre nosotr@s”, destaca.

“Aunque fuéramos inconscientes, pusimos en riesgo nuestra propia salud, pero había mucha gente realmente enferma por la infección en las salas de espera, con síntomas de ahogo y graves problemas respiratorios, y necesitaban nuestra ayuda urgente”, manifiesta.

El estudiante de Medicina, Gonzalo Gálvez, en una planta de hospitalización de pacientes COVID en La Princesa-efeGonzalo, como estudiante de sexto de Medicina, ¿cómo estás viviendo el trabajo diario en el hospital, cómo estás viendo este panorama en La Princesa, lleno de pacientes que necesitan vuestra ayuda?

“Yo no llegué en ese momento tan angustioso del pico de la pandemia, con una carga tan desmesurada de pacientes como ha indicado la Dra. Zaragoza, sino que comencé a trabajar cuando el número de personas enfermas o con algún síntoma comenzaba a disminuir de forma progresiva”, menciona.

“Nuestra labor, desde un principio -aclara-, se planteó como un objetivo asistencial, de ayuda en todo aquello que pudiésemos hacer en equipo, descargando de trabajo a los médicos y médicas”.

“Cuando entramos a trabajar al hospital -continúa-, lo primero que hacemos es pasar la revisión a l@s pacientes encamados en las habitaciones de planta: comprobar sus constantes vitales, su tolerancia o necesidades de oxígeno, su medicación, o les preguntamos cómo han pasado la noche. Seguimos la evolución de la enfermedad”.

“Siempre desde el marco de la puerta de la habitación, la líder del equipo, la única que utiliza el epi completo para explorar a los pacientes en el interior, nos dicta y apuntamos, entonces, dichas constantes y los pormenores de la exploración física. Valoramos la anamnesis -datos del historial clínico- de los pacientes”, detalla.

“Una vez que hemos revisado la situación clínica de tod@s y cada un@ de l@s pacientes, nos repartimos su control entre los miembros del equipo para seguir su proceso evolutivo”, añade.

“Antes de finalizar la jornada, completo una base de datos que se está realizando en numerosos hospitales de la Comunidad de Madrid con datos clínicos de pacientes, previo consentimiento, para intentar comprender mejor esta enfermedad y sacar conclusiones que nos ayuden en su tratamiento”, declara.

Ya eres un médico de corazón, ¿qué ha supuesto enfrentarte a una pandemia de este nivel?

“Para mí es muy importante estar donde estoy en este momento, puesto que llevo mucho tiempo preparándome y creo que estamos muy bien formados para afrontar este tipo de situaciones. Aunque no sea la mejor de las coyunturas para demostrar nuestra formación, tenemos muchas ganas y mucha voluntad de ayudar en cualquier área en la que se nos necesite”, subraya el estudiante de la UAM.

“Por otro lado, no solo es una experiencia y un campo de aprendizaje constante para nosotros, también está siendo algo muy reconfortante a nivel personal porque de alguna manera ayudamos a las personas, que es el objetivo principal por el que luchamos para graduarnos y decidimos estudiar Medicina”, refuerza.

La doctora Zaragoza junto a la Dra Ana Garrido, una compañera en el Hospital de La Princesa-efeDra. Zaragoza, desde este punto de vista, ¿la crisis coronavírica ha supuesto un cambio de percepción sobre su futuro en relación a la especialidad MIR que ha elegido?

“Cada MIR tiene su preferencia dirigida hacia los diferentes campos de la Medicina, pero siempre es y será nuestra vocación, enfocada al trato y cuidado del paciente, la que forja nuestra alma y nuestro corazón; una actitud que ha brillado más que nunca en esta crisis del covid”, valora la futura oncóloga radioterápica.

“Todos los médic@s hemos trabajado a tope sin pedir nada a cambio, incluso poniendo en riesgo nuestra propia salud. Es algo muy bonito que no sucede en la gran mayoría de las otras profesiones. La vocación hace que lo dejes todo por tus pacientes”, asegura.

“Y está claro que esta crisis epidémica nos ayudará de cara al futuro. Nos hemos formado y estudiado muchos años, pero lo que te da la práctica, lógicamente, no te lo da la teoría”, confirma lo razonable.

“Estoy segura de que esta experiencia inolvidable nos valdrá en el futuro para anticipar y afrontar la próxima crisis sanitaria, pero volveremos en poco tiempo a una situación de normalidad y por tanto a continuar con nuestras carreras, a seguir nuestro proyecto MIR”, establece en su mirilla.

Gonzalo, tu camino es la cirugía ortopédica y traumatológica, ¿ Será ese tu destino después del coronavirus?

“Sí, será. Esta pandemia no ha cambiado mi visión sobre el futuro a pesar de que ahora se necesite arrimar más hombros de todo el mundo, por así decirlo. Yo tengo claros mis objetivos y creo que a través de la cirugía ortopédica voy a seguir ayudando a mucha gente que lo necesita”, comparte.

“También, tengo muy claro que no por hacer y desarrollar mi especialidad profesional voy a dejar de ser médico, pues acabé la carrera, ya que el fin de la Medicina siempre es ayudar a la Sociedad a ser una cada día un poco mejor”, recalca.Poesía de una niña de ocho años a una paciente de covid hospitalizada mayor de 80 años de edad

¿Qué imágenes de estos días y semanas se han quedado grabadas en vuestra mente?

“La primera, cuando llamamos por teléfono móvil o realizamos vídeollamadas a los familiares de los pacientes para informarles de su situación o simplemente para que se miren a los ojos. Es una de las sensaciones más bonitas del mundo, alegrar a las personas porque estás cuidando a otras personas”, transmite Gonzalo.

Otros de esos momentos consistieron en entregar carta anónimas de ánimo a pacientes hospitalizad@s, puesto que no podían recibir visitas o estaban aislados durante las 24 horas del día por el coronavirus.

“En concreto, me impresionó la poesía de una niña de ocho años que entregamos a una señora mayor de ochenta. Fue precioso observar cómo nos anima la juventud a que sigamos adelante, sin darnos por vencidos”, concluye Gonzalo Gálvez, un médico humanista.

“No olvidaré muchas de las situaciones vividas durante las primeras semanas de la crisis pandémica. Aquellos momentos en Urgencias fueron muy duros, viendo a la gente ponerse muy malita en apenas cinco minutos”, recuerda Laura Zaragoza.

Pero sus sensaciones más especiales se concentran en los agradecimientos de las personas del barrio cuando salían a la puerta del hospital a las ocho de la tarde para aplaudir, más aún en los primeros días.

“Llorábamos muchísimo al ver cómo aplaudía todo el mundo desde sus balcones y ventanas… nos agradecían nuestra labor, nos ponían música.. sentimos su aprecio. Fueron días muy bonitos y muy emocionantes” rememora.

El estudiante de 6º de Medicina, Gonzalo Gálvez, y la doctora Laura Zaragoza, MIR de primer año; ambos profesionales del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid.

“Y me quedo también con la unión entre tod@s l@s compañer@s del hospital, que al final hemos hecho un equipo muy fuerte, todos remando en la misma dirección. Si echamos la vista atrás, cuando no sabíamos muy bien cómo actuar o cómo tratar de la mejor manera a las personas contra el coronavirus, ahora noto que nos hemos complementado para sacar lo mejor de nosotr@s mism@s”, acentúa.

“Pero sobre todo guardaré en mi corazón a los pacientes y sus familias, la mejor enseñanza de esta crisis sanitaria. Ha sido un orgullo ver que gente que estaba muy crítica ha salido andando por la puerta del hospital despidiéndose con todo su cariño de nosotr@s, todos aplaudiendo, y ver sus caras de felicidad al haber conseguido salir de una situación por lo que han pasado tanto miedo, como nosotr@s“, concluye la Dra. Laura Zaragoza Cocero.