Los psicólogos avisan: la hiperpaternidad se ha convertido en un modelo de crianza que va en ascenso, con resultados muy negativos para los niños. Padres y madres “bocadillos”, “helicópteros”, “apisonadoras”..., dispuestos a darles todo y protegerles de todo.

Padres helicópteros, bocadillos, apisonadoras...
Padres y sus hijos juegan con sémola durante uno de los cursos del "Programa Praga para Padres e Hijos" en la guardería "Matrioshka" de Fráncfort del Oder, Alemania.. EFE/Patrick Pleul
  • 18 de marzo, 2016
  • MADRID/EFE/PILAR GONZÁLEZ MORENO

El Día del Padre es una buena excusa para abordar este tema, aunque este reportaje también incumbe a las madres. EFEsalud ha hablado con Eva Millet, autora del libro “Hiperpaternidad” (Plataforma Actual) y con la psicóloga Silvia Álava.

Ambas coinciden en que tanta sobreprotección está provocando una generación de niños y niñas con más miedos que nunca, poca autonomía y baja tolerancia a la frustración.

Modelos

Un niña encima de los hombros de su madre
EFE / JOSHUA GATES WEISBERG

En su libro, Millet analiza el fenómeno de la mano de varios especialistas y describe, con dosis de humor, los distintos modelos, que a ninguno nos son ajenos:

Helicópteros: sobrevuelan sin tregua las vidas de sus retoños, pendientes de todos sus deseos.

Apisonadoras: van allanando el camino para que sus hijos no se topen con dificultades.

Guardaespaldas: extremadamente susceptibles ante cualquier critica a sus vástagos.

Bocadillos: los vemos en los parques, con santa paciencia sosteniendo la merienda del pequeño, a la espera de que se dignen a darle un bocado.

Símbolo de status

Considera la autora, que también es madre, que el fenómeno que va en aumento, lleva aparejado además un exceso de actividades.

“Es una tendencia que está en la atmósfera y que esta aupada por una sociedad de consumo: Hay una oferta brutal para hacer de tu hijo un hiperniño mediante extraescolares de todo tipo, viajes y experiencias que se supone tienen que vivir aquí y ahora y no queda más remedio”.

En las universidades, asegura, también se está  notando el fenómeno. Cada vez llegan niños más hiperprotegidos , y con los padres detrás solucionándoles los problemas:

“Esto es fatal porque se traduce en jóvenes más inseguros y menos autónomos”.

“A los niños además hay que saber decirles que NO y hay que ponerles límites, según aconsejan todos los expertos”.

A su juicio, hay además en España una razón demográfica ineludible, con una media de 1,3 hijos por mujer, y los hijos “se han convertido en un símbolo de estatus, tienes que tener unos hijos perfectos para tener la familia perfecta”.

Vulnerables al acoso

La psicóloga Silvia Álava considera que este estilo educativo se debe muchas veces a un sentimiento de amor malentendido, y a un no querer que el hijo sufra, que lo pase mal.

“Y ya hay muchos estudios que están señalando que este tipo de crianza correlaciona con niños menos autónomos, más inseguros, con baja autoestima, menos competencias y con dificultades para desenvolverse en la vida porque les faltan las estrategias”.

“Y también hay muchos estudios que señalan que es más probable que sean victimas de acoso”.

En las consultas lo que vemos los psicólogos, destaca Álava, es que son niños que a priori no tenían por qué haber desarrollado ningún problema y este ha sido inducido por el estilo de educación inculcado por los padres.

Se trata, apunta, de una formas de educar que se ve en prácticamente todas las clases sociales y por igual y tanto en padres como en madres, porque no está vinculado al rol de género.

Una familia merienda en el campo
Fototeca Reme/Lab :Camaño

A su aire

En su libro, Eva Millet, periodista especilizada en temas de educación, incluye un cuestionario para que el lector o lectora determine cual es su grado de hiperpaternidad y propone vías alternativas de educación como la que denomina “sana desatención”.

Que no es otra cosa que una paternidad/maternidad más relajada, sin mil planes por delante, para que los hijos jueguen, se aburran, prueben, se equivoquen y adquieran responsabilidades y autonomía.

Invita por último a los padres y madres a perder también el miedo, a equivocarse, a decirles no , “a que se traumaticen por no atender sus deseos de inmediato, incluso a no tener esos hijos rayanos en la perfección que la sociedad demanda”.

“En defintiva , relájense y disfruten de ser padres y madres. Nadie ha dicho que es una ciencia exacta”, concluye Millet.

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