La forma en que la mayoría de los estadounidenses percibe la vejez no es cuestión de edad, sino con lo que hacen o dejan de hacer.

‘La vejez no es cuestión de edad’ es el planteamiento que se pone de manifiesto en el nuevo estudio dirigido por Michelle Barnhart, de la Universidad de Oregón (OSU), y Lisa Peñaloza de la Escuela de Altos Estudios Comerciales del Norte de Francia, y que se publicará en la edición de abril de 2013 de la revista Journal of Consumer Research.
Las investigadoras encontraron que la sociedad, en general, percibe como “menos ancianas” a las personas que todavía salen a hacer sus compras o llevan a cabo sus propias tareas domésticas.
“Muchas personas de la ‘generación del boom’ – las nacidas en EE.UU. entre 1946 y 1964 – quieren mejorar la forma en que se percibe el envejecimiento, pero a menudo ellas mismas refuerzan los estereotipos negativos de la vejez cuando tratan a sus padres y madres y afectan la experiencia que estos tienen en sus años de declinación”, señaló el artículo difundido en internet.
Es cuestión de lo que se consume
Banrhart y Peñaloza analizan las encuestas con consumidores mayores de 80 años de edad, sus familiares y las personas pagadas para cuidarlos y encontraron que los participantes en el estudio consideran a alguien como “viejo” cuando esa persona consume de acuerdo con lo que la sociedad cree que son los patrones de consumo de los ancianos. Por lo tanto la vejez no es cuestión de la edad, varía en función de lo que esa persona consume.
“Nuestra sociedad devalúa la edad avanzada de muchas maneras, y esto es verdad particularmente en Estados Unidos donde se asigna un valor mayor al individualismo, la independencia, el contar sólo consigo mismo”.
“Casi cualquier estereotipo que vinculamos con la vejez es algo negativo, desde ser ‘gruñón’ a que no está dispuesto a los cambios, o que se olvida de las cosas”, agregó. “Y los conflictos surgen cuando la persona no se ve a sí misma como vieja, pero los familiares o quienes los cuidan los tratan como viejos”.
Barnhart, profesora de comercialización en la Universidad de Oregón, dijo que el estudio explica cómo la vejez no es cuestión de edad, si no que depende de las actividades de consumo, que van desde la compra de alimentos a la concurrencia a las citas médicas, sirven para identificar a alguien como “viejo”.
Esas mismas actividades pueden servir para la resolución de los conflictos que aparecen cuando a los consumidores de edad avanzada que no se consideran a sí mismo como “viejos” se les trata como tales.
“Cuando las personas de más de 80 ó 90 años de edad mostraron características que la sociedad tiende a vincular con personas que no tienen edad tan avanzada, como la atención, la actividad, la curiosidad o la independencia, no se les vio ni se les trató como si fueran ‘viejas'”, explicó Barnhart. “Así pudieron envejecer sin volverse viejos”.