Es la percepción de Roswitha Britz, presidenta de FECMA (Federación Española de Cáncer de Mama), como afectada por esta enfermedad. El tiempo de espera, pensar si tienes o no tienes cáncer… una vez diagnosticada la enfermedad, no se puede superar sin el apoyo de quienes están en tu misma situación

Roswitha es alemana, pero lleva 36 años en Menorca. Tiene tres hijos y es una “orgullosa abuela de cuatro nietos”. Hace quince años le detectaron un cáncer de mama en un estadio muy temprano. Hoy es presidenta de FECMA que engloba a 40 asociaciones de toda España que pretenden activar una conciencia social activa y crítica sobre este problema e incidir para que la sociedad sea receptiva a los problemas sanitarios y socio – laborales derivados del Cáncer de Mama.
¿Qué le llevó a dar este paso?
Creo firmemente en el asociacionismo, te ayuda mucho si puedes hablar con personas que han sufrido lo mismo y también para familiares que piden ayuda porque no saben cosas sobre la enfermedad o cómo tratar a una enferma. Tienes que agruparte para tener más fuerza, tanto a nivel nacional como a nivel europeo. Hay muchas desigualdades, injusticias, etc.
26.000 nuevos casos se detectan cada año ¿Cuál es el peor momento cuando alguien se ve envuelto en esta enfermedad?
Lo más angustioso es el tiempo de espera antes de que tengas el diagnóstico. Es como un baño frío y caliente; te imaginas lo peor y por otro lado piensas que no va a ser nada; por eso este tiempo de espera debería ser lo más corto posible. Las biopsias se tendrían que hacer en un tiempo más corto; luego la patología también debería tenerse dentro de diez días como mucho; hemos oído esperas de cuatro semanas; no puede ser. Cuando ya te dicen que es cáncer es muy difícil asimilarlo.
Cuando alguien se encuentra en esta situación, ¿cómo cambia la medida de las cosas?

En mi caso lo peor era perder la visión de futuro. Tienes un plan, en general, sabes lo que quieres hacer el año que viene y lo que quieres que pase en los próximos años y de repente todo se queda a cero, no puedes hacer ningún plan. Tu visión de futuro se ha derrumbado; esto para mi ha sido lo más fuerte, tener la sensación de dejar a la suerte lo que te pasará.
¿Cómo fue su caso?
Yo tuve menopausia con 40 años; a raíz de esto me pusieron hormonas. El ginecólogo me hacía mamografías de control, me citaban cada año, después pasamos a los seis meses. Empezó a haber una sospecha muy grande y me confirmaron que era cáncer. Me lo detectaron en un estadio muy temprano; no he tenido ni radio ni quimio; sí he tenido una mastectomía y luego una reconstrucción de la mama. Por eso, siempre insistimos en que las mujeres cuando se les invita con 50 años hasta los 69 a hacerse las mamografías bianuales, screening (programas de prevención), etc, deben hacerlo. Es muy importante si hay algo, detectarlo lo más temprano posible.
¿Nos queda mucho por hacer para que las mujeres tomemos conciencia de la necesidad de las revisiones, de la prevención?
Hablando de la prevención, me gusta destacar la prevención primaria. Llevar una vida saludable está demostrado que baja el riesgo de tener cáncer de mama así como otras enfermedades. Si tomas alcohol siempre con moderación, tener actividad física, aunque sea moderada no tenemos que ser grandes deportistas; también la dieta mediterránea ha probado ser muy efectiva para bajar el riesgo; tener cuidado con el sol; en este último punto, los jóvenes están mas concienciados que antes.
Cuando se detecta algo sospechoso, un bultito, tendemos a pensar: no será nada. Esperaré, ya se irá, tengo miedo de que sea algo. Esa posibilidad debería invitarnos a la acción.

Los tratamientos no son iguales tal y como ocurre con los cánceres pero ¿cómo es la reacción de las afectadas para asumirlos?
Hay quimios distintas, tratamientos distintos. Hoy en día son muy variados; hay muchos que van directamente a la célula concreta y con las quimios también hay muchas diferencias; podemos decir que es un tiempo duro pero vale la pena. Se sale reforzado.
Lo que dicen las psicólogas es que primero viene el por qué yo; la rabia; pero creo que una de las reacciones más comunes es perder la visión de futuro; abarca todo esto.
La familia intenta entenderlo pero en realidad te entiende alguien que ha pasado por lo mismo. Tú no te sientes bien y no puedes expresarlo porque les intentas proteger, no contar tus miedos… Las mujeres somos el centro de la familia y eso lo hace un poquito más complicado; queremos demostrar fuerza y no lo somos tanto como aparentamos.
¿Perder un poco la esperanza pero vivir el presente con intensidad?
Desde luego que sí. En general, muchas mujeres con cáncer de mama salen reforzadas y dicen “tengo que agradecer algo al cáncer de mama ahora viviré de forma diferente”. El aprendizaje es tremendo, concentrarse más en las cosas importantes de la vida; a veces cuesta y te enfadas por tonterías.
Hay una parte de la enfermedad muy desconocida. De cada 100 mujeres afectadas hay un hombre.
Además de presidenta de FECMA, lo soy también de la Asociación de Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama Alba de Menorca y allí tenemos un hombre afectado; es reacio a participar en las reuniones pero sí es socio. Normalmente los hombres no tienen este espíritu asociativo que las mujeres. Por ejemplo no hay tantas asociaciones de cáncer de próstata como de cáncer de mama; somos mucho más dadas a luchar públicamente.
¿Qué es lo más importante que ha aprendido con la enfermedad?
Mirar las cosas importantes de la vida, intentar ver lo positivo. Ver toda la enfermedad de un modo positivo ayuda muchísimo a curarte y para llevar la vida adelante. A las mujeres que se les haya detectado un cáncer de mama les diría que busquen una asociación con mujeres que hayan pasado por lo mismo, te entenderán y te pueden ayudar muchísimo. Esto no se puede pasar solo, dejárselo encerradito, no.
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