El hombre nunca será inmortal, pero tampoco será perfecto porque hay enfermedades, como el cáncer, que nunca se erradicarán. Y no desaparecerán "porque forman parte de nuestro legado evolutivo", pero su conocimiento y, por tanto, su tratamiento será cada vez mejor", asegura el científico Carlos López-Otín, experto mundial en descifrar e interpretar el genoma humano.

López-Otín: Ni seremos inmortales, ni vamos a ser perfectos

López-Otín: Ni seremos inmortales, ni vamos a ser perfectos

  • 11 de abril, 2019
  • Ana Soteras

López-Otín, en una entrevista con EFEsalud, habla de su primer libro no científico, "La vida en cuatro letras" (Ed.Paidós) en el que, además de abordar sus investigaciones en la identificación de genes implicados en distintas enfermedades, como el cáncer, y en el envejecimiento, también plantea la búsqueda de la felicidad en el ADN.

Un libro que, según el científico, aporta datos novedosos como “la fórmula genómica de la felicidad o el concepto de felicidad de precisión, una felicidad adaptada genómicamente a las necesidades de cada uno”.

Pero "la mayor amenaza para la felicidad debe estar precisamente en la existencia de la enfermedad", comenta el también catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo citando al filósofo Arthur Schopenhauer.

Por eso resalta que, a pesar de que siempre los humanos seremos "seres vulnerables e imperfectos",  es "necesario conocer para poder curar" y esto es lo que hace López-Otín en su laboratorio de la Universidad de Oviedo donde también codirige la contribución española al Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer, descifrando el genoma de cientos de pacientes oncológicos.

El tumor, una tormenta mutacional

Interpretar los genes nos permite conocer qué mutaciones del ADN provocan el crecimiento incontrolado de las células cancerígenas en muchos tumores, como las de los BRCA1 y BRCA2 que provocan el cáncer de mama y ovario y son hereditarios.

“Un tumor es una tormenta mutacional, es un naufragio en el genoma, pero solo unas pocas mutaciones impulsan su crecimiento. Pero la investigación ha ido más rápida, un oncólogo hoy no tiene herramientas para tratar todas las mutaciones. Por eso hay que invertir más”, alerta el bioquímico quien pone el ejemplo de una paciente con melanoma a la que se le descubrió 300.000 mutaciones en su genoma.

Según el biquímico, "cuanto más vivamos más tumores habrá y cuanto más vivamos con soporte biológico más enfermedades neurogenerativas sufriremos", por eso nunca seremos inmortales, ni tampoco apuesta por longevidad a cualquier precio.

"No superamos, en mucho, los límites de la longevidad que está en 122 años. ¿Para qué forzar más? Vamos a intentar que muchos lleguen, pero que lleguen bien. Ese es el objetivo de la ciencia y de la Medicina”, sentencia.

López-Otín
El científico Carlos López-Otín, experto mundial en el genoma humano. EFE/Claudia Böesser

El genoma no es perfecto

La imperfección del genoma, sus mutaciones, nos predisponen a las distintas enfermedades, pero también el diálogo de nuestros genes con el ambiente (la dieta, el tabaco, el sedentarismo...), lo que se denomina epigenoma, y también influye el metagenoma, la suma de nuestros genes con los genes de los millones de microorganismos, la microbiota, que habitan en nuestro organismo.

Diferentes lenguajes que interactuan en nuestro ADN y que nos ayuda a prevenir o tratar la enfermedad. "Pero todavía no sabemos todo del genoma y para eso tenemos que descifrar millones de ellos" pero no "para satisfacer ninguna vanidad, ni ninguna banalidad”, advierte el experto.

“Descifrar hoy el genoma de una persona es posible, cuesta poco más de mil euros. Pero la falta de inversión científica hace que no tengamos expertos para interpretarlo. En España hay poquísimos”, se lamenta.

López-Otín
EPA PHOTO PA/MATTHEW FEARN/hh

La "decepción social" de López-Otín

Pero toda esta labor investigadora se ha visto empañada en el último año por una serie de acontecimientos que han provocado en el científico "una profunda decepción social" al sentirse acosado en su ámbito laboral y en redes sociales y haber perdido el material animal de sus investigaciones generado durante viente años.

“Se arruinó la labor investigadora en un día”, a causa de una infección que acabó con los ratones modificados genéticamente en su laboratorio de la Universidad de Oviedo.

Ahora se enfrenta al reto de reconstruir lo arruinado, “podemos salvar dos o tres trabajos”, pero el tiempo juega en su contra: “Es un reto de cinco años para volver al punto de partida y no se sí podré llevarlo a cabo, tendré ya 65 años cuando acabe”.

Por eso no descarta dedicarse a la escritura o a seguir dando conferencias, además de tener sobre la mesa tres ofertas de trabajo fuera de España y sobre las que debe tomar una decisión antes del mes de junio, comenta el que fuera Premio Nacional de Investigación Ramón y Cajal en 2008.

Y en esa decisión pesará el acoso que sufrió en su ámbito laboral y en redes sociales y que repercutió en la retirada, el pasado mes de enero, de ocho artículos científicos de la revista Journal of Biological Chemistry por fallos en figuras y fotografías complementarias que no influyen en el mensaje principal del estudio, según el bioquímico.

Esa experiencia, que le hizo dejar temporalmente Oviedo y pasar un año en la Universidad de la Sorbona de París, supuso “que una persona cuyo grado de felicidad durante 60 años de vida ha sido máximo, en los últimos meses se haya reducido hasta llegar a bajo mínimos”.

Pero “he sobrevivido”, subraya el López-Otín (Sabiñánigo, Huesca, 1958) y en eso ha contribuido escribir "La vida en cuatro letras", un “libro de pensamiento y de autoayuda”.

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