El contexto actual de crisis económica ha evidenciado la necesidad de poner énfasis en los desafíos que genera la desnutrición como base de la mayoría de los problemas de salud pública en el mundo, llegando a ser la causa del 35% de la mortalidad global; este será uno de los asuntos que tratará el Congreso Mundial de Nutrición y Salud Pública, a mediados de noviembre en Canarias

Aunque las cifras de la mortalidad causada por la desnutrición se ha reducido en los últimos 20 años del 53% al 35%, lo cierto es que la crisis económica mundial junto a la crisis sanitaria actual en determinados países, “puede hacer que retrocedamos a situaciones vividas hace 15 años”, destaca Lluis Serra-Majem, catedrático en medicina preventiva y salud pública de la universidad de Las Palmas.
“La nutrición incide en la comunidad, en los problemas de salud pública”, subraya.
Debido a esta incidencia, la salud pública de los países desarrollados se enfrentan a los recortes económicos y a la necesidad de mejorar la educación alimentaria, pues en el “primer mundo hay muchas patologías vinculadas a la mala gestión de la alimentación”, señala Javier Aranceta, presidente del comité científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC).
Por su parte, la nutrición en los países del tercer mundo dependerá de la caída de la cooperación internacional, lo que generará grandes retos en salud pública, ya que la desnutrición afecta al sistema inmunitario reduciendo las defensas ante enfermedades infecciosas como el ébola o la malaria.
Todos estos desafíos serán analizados por 1.500 expertos en el III Congreso Mundial de Nutrición y Salud Pública que se celebrará entre los días 9 y 12 de noviembre en las Palmas de Gran Canaria, y que hoy han presentado Serra-Majem, que lo presidirá, y Aranceta.
La malnutrición en España, un problema de educación

Una nutrición desequilibrada, a la que se enfrentan los países del primer mundo, puede generar problemas por desnutrición, debido a la falta de nutrientes y vitaminas, y por sobrealimentación, debido a la falta de un equilibrio entre calorías consumidas y quemadas.
Es precisamente la existencia de una alimentación abundante y descompensada lo que hace necesario reforzar la prevención en soluciones alimentarias que frenen el crecimiento de la obesidad, la malnutrición y las enfermedades cardiovasculares.
En el lado opuesto de la sobrenutrición, países del primer mundo como España se enfrentan a una desnutrición provocada por el “hambre oculta”, que puede afectar al desarrollo emocional e intelectual de los niños.
“Existe una vulnerabilidad nutricional importante en las familias que están por debajo del umbral de pobreza”, afirma el profesor Lluis Serra.
Ambos problemas se relacionan con la falta de educación en nutrición, que se mejorará mediante una futura pirámide de alimentación saludable en la que se hará referencia a:
- El equilibrio energético entre lo que consumimos y lo que gastamos.
- El consumo diario de frutas y verduras, establecido en cinco piezas.
- Los alimentos integrales, que aportan más nutrientes y vitaminas.
- La importancia de comprar mejor y saber cocinar de forma saludable.
“Estos aspectos mejorarían el pronóstico de salud en un 20% en los países desarrollados”, remarca el profesor Aranceta.
La vuelta a la “cocina de batalla” con la crisis
La aparición y continuidad de la crisis económica iniciada en el año 2007, ha provocado que actualmente España tenga que afrontar el impacto que tiene la economía mundial sobre la nutrición de las familias españolas.
Esta situación aumenta el número de grupos de riesgo que pueden caer en un ámbito de malnutrición, cuyo mayor peligro es que afecte al desarrollo de los niños.
“El impacto de la crisis económica afecta a muchas familias que ven mermado su presupuesto en alimentación”, explica el profesor Serra.
Para afrontar esta situación, en opinión del catedrático Lluis Serra, es necesario “recuperar la cocina de batalla”, en la que se vuelva a la dieta mediterránea tradicional, la cual “no es una dieta de chefs de cinco estrellas michelín, sino de clases humildes”.
Este saber cocinar de forma saludable y económica se tendría que sumar a las ayudas institucionales y al mantenimiento de la solidaridad para crear un ambiente alimentario adecuado.
Tercer y primer mundo, un mismo planeta

Como el efecto mariposa, cuyo aleteo provoca una catástrofe al otro lado del mundo, la globalización hace que la alimentación de muchos de los países subdesarrollados dependa de la solidaridad en otras partes geográficas del planeta.
Esta responsabilidad se hace aún más necesaria en una situación de crisis económica donde países como España “han reducido un 80% su presupuesto en cooperación”, señala el profesor Lluis Serra.
“Mejorando la nutrición de los países más necesitados, vamos a mejorar los problemas de salud pública del mundo”, indica el catedrático Serra.
Sin embargo, la concienciación mundial sobre la desnutrición no sólo es una cuestión de dinero sino de responsabilidad a la hora de alimentarse. Por ejemplo, la tendencia carnívora de la alimentación de los países desarrollados pueden suponer:
- Cambios en la organización productiva de países del tercer mundo.
- La producción de carne genera consecuencias medioambientales en cuanto al consumo de agua, tierra y energía.
- Destaca el aumento del efecto invernadero, ya que la ganadería representa el 30% de la emisión de gases de efecto invernadero.
“La alimentación de una persona, además de las consecuencias sobre el individuo, puede tener repercusiones en el planeta”, apunta Lluis Serra-Majem.
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