Kobido significa “antiguo camino de la belleza”. La leyenda dice que durante siglos fue una de las terapias favoritas de las emperatrices japonesas que lucían como porcelanas. Hoy es una técnica renovada, ideal para quienes buscan quitarse unos años sin acercarse al bisturí.

Masaje facial kobido: el lifting facial japonés reafirmante
El masaje kobido ejercita todas las zonas del rostro movimientos rápidos y lentos. EFE/Lucía Robles
  • 16 de agosto, 2013
  • MADRID/EFE/LUCÍA ROBLES

Se cree que el masaje kobido nació en el Japón guerrero. Los samuráis, al parecer, se daban masajes en la cara para calmar la mente después de arduas batallas y potenciar su fuerza interior.

Sin embargo, una emperatriz notó que este tratamiento producía una apariencia luminosa y que, además, calmaba los dolores de cabeza. La soberana se llevó la idea a la casa imperial y a partir de entonces se puso de moda entre los miembros de la realeza.

“Aunque esta historia no está del todo comprobada, el kobido sigue siendo conocido como el masaje de las emperatrices”, asegura Arturo Valenzuela, director de Shiatsu Yasuragi.

Este experto, que desde hace más de 30 años practica milenarias terapias orientales, explica que la mayoría de sus pacientes “son mujeres entre 30 y 50 años y algunos hombres” que buscaban alternativas no invasivas para alisar sus arrugas o darle brillo al cutis, desgastado por la edad, los rayos ultravioleta o la contaminación.

Arturo Valenzuela, director de Shiatsu Yasuragi, explica el masaje kobido durante la demostración que hace la profesora Thais Otegui. EFE/Lucía Robles

Shiatsu

La especialidad de Valenzuela es el shiatsu, un tratamiento de origen japonés que consiste en “presionar con los dedos determinados puntos del cuerpo” para mantener la salud o aliviar algunas dolencias específicas.

Una de las principales características del shiatsu es que actúa sobre los mismos puntos de la acupuntura, pero únicamente con las manos: las agujas nunca participan en las sesiones.

La clave del shiatsu, según Valenzuela, está en la preparación de quienes lo practican, porque “deben ser capaces de determinar la presión exacta que deben poner sobre cada punto para conseguir resultados”. Es crucial entender la ubicación y la profundidad. Lo mismo ocurre con el kobido.

En el masaje kobido las manos funcionan como máquinas, pero sin producir dolor. EFE/Lucía Robles

Kobido

El masaje kobido llegó a España hace menos de diez años. El terapeuta Arturo Valenzuela explica que su fama creció en 2009 gracias, en parte, al márketing que le han dado algunas compañías norteamericanas.

A pesar de que “antiguo camino de la belleza” le parece un nombre “armonioso”, reconoce que la palabra kobido ha tenido éxito porque genera curiosidad.

“Kobido es otro masaje de la rica tradición oriental. Consiste en una serie de fluctuaciones entre movimientos rápidos y lentos para mejorar la circulación más profunda del rostro, el cuello, los hombros y la parte superior del pecho”, precisa el especialista.

En palabras de Valenzuela: “sólo con las manos y con métodos de masaje profundo y preciso, que trabajan la musculatura, y una variedad de movimientos superficiales” se consigue frenar el envejecimiento, mejorar la oxigenación y nutrición de las células de la piel, activar, iluminar y tonificar.

Las cuatro fases

El director de Shiatsu Yasuragi afirma que “cada institución tiene su forma de hacer un masaje”, pero que la suya lo hace en cuatro fases que inician con un “trabajo en las vértebras cervicales que suaviza la musculatura y facilita la circulación hacia la zona superior del cuerpo”.

Luego, Arturo Valenzuela explica en detalle cada uno de los momentos de un masaje kobido completo, que dura 50 minutos:

  1. Limpieza y drenaje. En esta primera parte, el masajista comienza una breve sesión de shiatsu en el rostro para preparar las zonas que va a trabajar. Después, inicia el drenaje: presiona la piel y la arrastra hasta puntos concretos para eliminar las toxinas.
  2. Estiramiento e iluminación. En esta fase, aplica productos no cosméticos (como el aceite de semillas de uva) para facilitar los movimientos de fricción y deslizamiento lo que, según el especialista, contribuye a elevar la piel de la cara y recuperar su luminosidad. Esta parte es ideal para disimular las arrugas y las bolsas que salen debajo de los ojos.
  3. Lifting japonés. Esta etapa se produce cuando aumenta la velocidad de los movimientos sin producir dolor. “El masaje se hace a toda velocidad, pero con cariño. Si una persona siente tras una sesión como si le hubieran dado una paliza es porque su terapeuta no sabe lo que está haciendo. Esto no debe causar dolor”, enfatiza Arturo Valenzuela. Las manos funcionan como máquinas sobre el rostro, sin ejercer una presión excesiva, para oxigenar y suavizar los surcos.
  4. Final antiestrés. La fase final hace un regreso al shiatsu, pero para presionar los puntos de acupuntura que sirven para combatir el estrés. Si el paciente tiene una dolencia que pueda aliviarse con el kobido, como un dolor en el cuello por tensión acumulada, el masajista se concentrará en esa zona. La idea es mejorar la imagen y beneficiar la salud al mismo tiempo.
Este masaje también elimina la tensión acumulada en el cuello. EFE/Lucía Robles

El efecto lifting

Que el antiguo camino de la belleza reciba hoy el apodo de una técnica de la medicina moderna no es casualidad. El experto Arturo Valenzuela afirma que “al masaje kobido le dicen 'lifting sin cortar' porque produce un efecto de estiramiento en la cara” cuyos resultados mejoran cuando se traza un plan de sesiones frecuentes.

“La velocidad es esencial. Manejamos varias velocidades, unas lentas y otras rápidas, para activar la circulación, destruir las células muertas y promover la producción de elastina y colágeno”,señala.

Por eso, el masaje kobido habitual ayuda a alisar las arrugas, “dependiendo del tipo de piel y de la profundidad de las arrugas”, y tiene un efecto rejuvenecedor que, dice Valenzuela, “se nota desde la primera sesión, con la elevación y firmeza de la piel, y se potencia a medio y largo plazo. El resultado es un semblante más sereno”.

El masaje kobido frecuente contribuye a reducir las arrugas. EFE/Lucía Robles

Otros beneficios del masaje Kobido

El masaje kobido se está popularizando en España no sólo como una opción para nuestra vanidad, sino porque también es una herramienta complementaria para cualquier esteticista y profesional del bienestar.

Thais Otegui, profesora de Shiatsu Yasuragi, afirma que aunque muchos de sus pacientes acuden porque quieren verse mejor, reconocen rápidamente los otros beneficios del masaje kobido:

  • Combate el estrés.
  • Alivia las migrañas o los dolores de cabeza comunes.
  • Evita la rigidez facial.
  • Mejora la circulación.
  • Disminuye algunos problemas en el sistema digestivo como el estreñimiento.
  • Reduce los efectos del bruxismo.
  • Favorece la vista por el estímulo en las zonas cercanas a los ojos.

“Es increíble como este masaje también tiene un efecto sobre el ánimo de las personas. Una de mis pacientes dice que ya no viene por su apariencia, sino porque aquí olvida el estrés”, comenta la terapeuta Otegui.

Esta terapia presiona los mismos puntos de la acupuntura, lo que funciona para aliviar diversas dolencias. EFE/Lucía Robles

Recomendaciones

El rostro es nuestra carta de presentación y por eso la primera recomendación que hace el especialista Arturo Valenzuela es la elección de un centro con experiencia garantizada.

“Las personas interesadas en hacerse un masaje kobido deben tener mucho cuidado con el lugar que eligen porque en España no hay una regulación concreta para este tipo de técnicas. Lo mejor es que busquen profesionales especializados”, aconseja.

Sobre la frecuencia, Valenzuela sugiere un primer tratamiento de cinco sesiones, que se realizan cada semana o diez días. Cuando termina esa primera fase, recomienda un mantenimiento con consultas quincenales o mensuales, dependiendo de las necesidades del paciente.

El masaje kobido no tiene contraindicaciones, pero no debe practicarse en personas que tengan la piel irritada por alguna alergia específica.

El consejo final de Arturo Valenzuela para ver los frutos de esta terapia es comer bien, tomar agua y evitar el tabaco, nada distinto a lo que seguramente hacían las emperatrices japonesas para verse siempre bellas.

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