Contrariamente a lo que se suele pensar, la gran mayoría de los terroristas no padecen enfermedades mentales. Es decir no son psicópatas ni sociópatas, ni sádicos ni tampoco psicóticos, ni personas con trastorno antisocial, aunque cueste creerlo

¿Es la mente terrorista una mente enferma?
FOTO EFE/Mario Guzmán
  • 1 de febrero, 2019
  • MADRID/EFE/PILAR GONZÁLEZ MORENO

“Los datos revelados en entrevistas y evaluaciones sugieren que se trata más bien de personas racionales que saben y creen en lo que hacen, que evalúan los costes y beneficios de sus actos y que deciden que el terrorismo es una opción válida en un contexto particular”.

Así lo afirma el neurocientífico y neurólogo argentino Facundo Manes en su último libro, “El cerebro del Futuro” (Paidós), escrito junto al profesor de semiología Mateo Niro.

En esta obra ambos autores hacen un repaso a todo lo que hasta hoy se sabe sobre el funcionamiento del cerebro y su relación con la enfermedad, el derecho, la tecnología, el olvido, el bienestar, el futuro, el terrorismo….

En entrevista a EFEsalud, Manes asegura que las investigaciones que hay sobre este último punto concluyen que la dinámica de grupos “tiene un papel crucial en el proceso merced al cual una persona adopta los valores y objetivos de un grupo terrorista y trata de hacerlo realidad a través de medios violentos”.

“Los grupos terroristas brindan a sus miembros un sentimiento de identidad, de pertenencia y de empoderamiento, y sus lideres constituyen su inspiración porque gozan de autoridad y prestigio”.

De hecho, y según afirman los autores en su libro, se ha observado que los líderes terroristas no siempre obligan a los miembros del grupo a llevar a cabo una acto terrorista, sino que son los miembros quienes encuentran formas individuales de servir a los intereses del grupo.

“De ahí que esa atomización de las iniciativas parece estar entre las razones por las que es difícil entender para el público en general una mente terrorista y por lo que el terrorismo resulta difícil de erradicar”.

Mente terrorista: hacer daño

Recuerda Manes que en una investigación de su laboratorio dirigida por la la neurocientífica Sandra Báez y Agustín Ibáñez, y publicada en la revista científica Nature, se estudiaron a 66 ex miembros de un grupo paramilitar de Colombia.

Los resultados mostraron que los terroristas basaron sus decisiones en el resultado de su acción, es decir sólo y únicamente en el daño en sí mismo.

Los resultados iban en la línea de las teorías que proponen que la mente de un terrorista suprime las barreras instintivas y aprendidas que impiden hacer daño a personas inocentes, como la empatía y la conducta prosocial, “probablemente debido a factores individuales y a presiones del grupo”.

Ante este dato los investigadores aconsejan que “es importante comprender que sería la emoción y no la razón el camino para revertir las conductas extremas de los terroristas”.

El cerebro del futuro

Dejando al lado la mente terrorista, en su recorrido por el cerebro del futuro, el neurocientífico argentino no duda en afirmar que el desarrollo del cerebro irá pegado a la innovación tecnológica.

Será, explica, un desarrollo biológico digital, aliado a la ingeniería genética y la biotecnología, utilizando también la interfaz cerebro– máquina, una tecnología que permite procesar las ondas cerebrales en tiempo real y traducirlas en una determinada acción.

“La ciencia está desarrollando ya dispositivos como la citada interfaz que permite a las personas que lo necesiten recuperar la movilidad perdida o comunicarse cuando sufren una enfermedad que se lo impide”.

“Actualmente se está trabajando en estimulación cerebral profunda para trastornos del movimiento que incluyen al párkinson o para ciertos trastornos mentales, obsesivos, o depresiones”.

En su opinión, este campo va a avanzar cada vez más y “la estimulación será cada vez más precisa, claramente modificando circuitos emocionales, como el miedo o la ira…. Falta mucha investigación pero no es ciencia ficción”.

Un gorrito para subir el ánimo

Una de las posibilidades de futuro va a ser que en vez de tomar las actuales pastillas para el ánimo, “habrá unos cascos o gorros, parecidos a los que uno se pone para ira nadar, que estimulen el cerebro”.

mente terrorista
FOTO EFE/Alejandro García

Incluso, añade, se puede sospechar que tendrán menos efectos adversos que la medicación

Sí, en cambio, se muestra más cauto y escéptico con los avances tecnológicos que pretenden volcar emociones humanas en un robot.

¿Robot Humano?

“Es un desafío de los tecnólogos tratar de superar al cerebro y lo están haciendo bien porque la inteligencia artificial nace a mediados de los 50 del siglo pasado y eran programas de computación”.

“Y siempre hubo premoniciones de que los robots iban a ser mejores que nosotros y siempre fracasaron, pero la última etapa de la inteligencia artificial claramente hace algunas tareas mejor que los humanos, pero nunca los podrá sustituir”.

Entiende que un robot no podrá, por ejemplo, superar al ser humano en el tema de las emociones.

“Somos seres emocionales, aunque nos gusta pensarnos racionales, las emociones dan color a nuestro estado mental y ninguna computadora podría llegar a alcanzar la sensación interna subjetiva y personal de conciencia del ser humano, ni a la compasión ni a la empatía”.

Hace 40.000 años

Sostiene Manes que el cerebro del hombre no ha cambiado desde hace 40.000 años y que básicamente lo que hizo nuestra especie  -y seguimos haciendo hoy-  es huir del peligro y evitar el dolor, es decir sobrevivir.

Es por ello que la felicidad es un constructo moderno.

Las investigaciones para saber que es lo que nos encamina hacia la felicidad apuntan al contacto y vínculo humano, “porque somos básicamente redes sociales, que es lo que nunca podrán alcanzar los robots”.

“Y no se puede entender el cerebro humano sin otro cerebro humano porque lo que diga o haga el otro esta cambiando o influyendo también en tus conexiones neuronales”.

“De hecho la calidad y expectativa de vida va a estar determinada en gran parte por los vínculos humanos que hemos construido”.

Pero también vivir el presente, “porque vivir el presente frena el circuito de la ansiedad que nos permite imaginar los próximos pasos o revisar el pasado o imaginar nuevos escenarios”.

Otra clave es tener un propósito en la vida que vaya mas allá de los intereses personales “porque el altruismo también da felicidad”.

También hay aspectos hedonistas que contribuyen al bienestar como una buena comida, dormir o el sexo.

“Pero es cierto que evolutivamente hablando nos interesa más sobrevivir que alcanzar el bienestar”.

mente terrorista

Grandes mitos

Destaca Manes la importancia de muchos descubrimientos sobre el cerebro que han contribuido a derrumbar mitos muy arraigados:

Así enumera:

.- No usamos el 10% del cerebro, lo usamos todo.

.- No hay una enseñanza basada en el hemisferio derecho y en el hemisferio izquierdo, el cerebro básicamente aprende cuando algo nos motiva, nos inspira y nos parece un ejemplo.

Cerebro adicto

Refiere además que uno de los grandes avances de la neurociencia es haber detectado que en la base del cerebro hay un circuito que tiene que ver con la recompensa.

“Hoy sabemos que ese circuito de recompensa es secuestrado por la adicción.”

“La adicción no es un problema de debilidad moral, es un problema médico como la diabetes o la hipertensión”.

Lo que sucede es que secuestran ese circuito de recompensa y “la adicción al trabajo genera el mismo secuestro de este circuito que la adicción a la cocaína o a la comida” .

La memoria

Otro descubrimiento importante se refiere a los mecanismos relacionados con la memoria.

“Creo hemos aprendido bastante sobre que hay diferentes tipos de memoria”.

Está la memoria episódica, la que permite recordar cuándo y dónde; está la que te permite retener un número de teléfono, hay otra memoria más cognitiva, otra que tiene que ver más con las experiencias.

“No existe pues una sola cajita donde guardamos todos los recuerdos, son circuitos cerebrales que a su vez cambian o se refuerzan cuando recordamos algo”.

Y el olvido es también una aspecto fundamental de la memoria.

En “El Cerebro del Futuro”, afirman Manes y Niro que el olvido no siempre es pernicioso, sino que por el contrario trae beneficios ya que permite desembarazarnos de la enorme cantidad de información que manejamos día a día y que, en el fondo, carece de utilidad.

Según Manes se han registrado muchos avances para conocer el cerebro pero falta una teoría general sobre este órgano tan complejo y “tampoco tenemos ni idea de cómo los miles de circuitos neuronales generan la experiencia personal, íntima y única de cada uno”.