Silvia Meseguer es jugadora del Sevilla y licenciada en Medicina. Iragartze Fernández es árbitra y enfermera. Son dos sanitarias referentes en el mundo del fútbol que en este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, reivindican continuar avanzando sin dar un paso atrás en lo que se ha tardado tanto en conseguir.

El fútbol siempre ha sido un monopolio de hombres, en el que la mujer a duras penas tenía presencia. Desde hace pocos años la situación ha evolucionado y el fútbol femenino se ha hecho un hueco en el panorama deportivo. Meseguer y Fernández cuentan a EFESalud cómo ha cambiado el panorama y cómo compatibilizan el terreno de juego con la Medicina y la Enfermería.
Desde pequeña jugando al fútbol
Silvia Meseguer se está preparando el MIR para escoger especialidad médica. Juega en el Sevilla FC y recuerda cómo ya desde pequeña, en su pueblo turolense de Híjar, disfrutaba con sus amigos del fútbol en el recreo del colegio y a la salida, por la calle.

“Por entonces no sabía ni que el fútbol femenino existía. Simplemente yo jugaba y ya está. Además, yo solo jugaba con chicos, allí en los pueblos de alrededor no había niñas que jugasen al fútbol”, comenta la futbolista.
Y no descubrió que había equipos femeninos hasta que su profesor de Educación Física la llamó para que jugara con el grupo que él entrenaba en Zaragoza. Ella estaba en 3º de la ESO y a falta de referentes femeninos en el terreno de juego, quería ser como el exjugador del Real Madrid y la Juventus, Zinedine Zidane.
Pasión por la Medicina y malabares para compaginar
Su pasión por la Medicina también llegó pronto. “No sé por qué porque no tengo en la familia a nadie que sea médico, pero siempre me ha gustado y tuve claro que quería estudiar esa carrera”, asegura la futbolista.
Cuando empezó a estudiar la carrera estaba en el Atlético de Madrid iba a la facultad por la mañana y entrenaba por la tarde, así pudo compatibilizar ambas pasiones “con mucha organización y disciplina”.
“En el segundo o tercer año en el Atlético empezamos a entrenar por la mañana, a las doce, pero aún así me daba tiempo a ir a las prácticas de la carrera, que empezaban a las ocho, y como el hospital estaba al lado me podía organizar”, relata Meseguer, quien jugaba también con la selección española.
El último año de carrera tuvo que “hacer malabares” para poder llegar a todo. Tuvo que partir las prácticas, luego recuperarlas por la tarde. “Era un follón”, apunta.
De hecho, Meseguer tuvo que renunciar a la selección española para poder acabar la carrera, no podía estirar más su tiempo y los viajes con el combinado nacional eran como mínimo de semana y media.
No sabe aún qué especialidad escoger una vez supere el MIR porque dice que dependerá de la nota que saque, pero sí descarta cirugía porque no le gusta y le atrae la medicina intensiva y anestesia.
Incomparable con el fútbol masculino
Es muy consciente de la rápida evolución del fútbol femenino pero aún así asegura que no se puede comparar con el masculino y, además, necesita más oportunidades.

“El fútbol masculino nos saca tantísimos años, que no se puede comparar, es el mismo deporte pero no tiene nada que ver, nosotras nos tenemos que centrar en nosotras mismas, en seguir creciendo poco a poco y todo lo que se ha conseguido que no vuelva atrás”, enfatiza la jugadora del Sevilla.
Al comienzo de su profesión reconoce que sufrió el machismo por los comentarios “típicos de que las mujeres no saben jugar al fútbol”. Y que si eres mujer “no puedes ser buena” en el fútbol. En este sentido, subraya que hay que sobreponerse a eso y si realmente haces lo que te gusta, lo vas a seguir haciendo.
Mirar hacia adelante
Para este 8 de marzo, Meseguer quiere visibilizar que el fútbol femenino interesa, que si ha crecido tanto en muy poco tiempo es porque la gente quiere verlo, por eso anima a la sociedad a que ayude a este deporte de mujeres pero no solo a éste, a todos los femeninos, que “quizás están más de lado”.
“Hay que mirar hacia adelante y sobre todo centrarnos en lo que podemos conseguir, en los pasos que puedas dar hacia delante, que sean firmes. Seguramente va a costar muchísimo pero hay que seguir por muchos palos que recibamos”, sentencia la sanitaria y jugadora del Sevilla.
Y a aquel hombre, niño o adulto, que dice a una mujer, niña o adulta, que no puede jugar al fútbol, Meseguer le lanza un mensaje: “Vete un domingo a ver cualquier partido de fútbol femenino, te sorprendería”.
Árbitro y enfermera
Iragartze Fernández tiene 29 años. Es árbitra asistente en la Primera División Femenina y en la Primera RFEF masculina. Compatibiliza esta profesión con otra, la de enfermera, en el centro de salud San Ignacio, de Bilbao.

Con cuatro años su padre la apuntó al equipo de fútbol del colegio. Jugaba con y contra chicos. No había ligas femeninas de futbito. “Siempre me ha gustado el balón y el fútbol”, indica Fernández, pero también el arbitraje, de hecho, su padre, a petición suya, le plastificaba cartulinas amarillas y rojas y le compró un silbato.
La enfermería le encantó desde pequeña
“Siempre me han llamado la atención los hospitales, los pacientes, los temas sanitarios, me encantaba ver en la televisión Hospital Central. Además, tengo familiares enfermeros y me comentaban todo lo que hacían, así que me decidí por ello”, afirma el árbitra.
Una lesión la retiró del fútbol poco después de cumplir los 20 años pero la empujó al arbitraje, un mundo que le atraía mucho.
Todo ello compatibilizándolo con su carrera de Enfermería. Estaba en tercero de carrera cuando comenzó el curso sobre arbitraje.
“El arbitraje ha ido de la mano de la Enfermería, han ido poco a poco complementándose y compatibilizándose el uno con el otro” cuenta Fernández, que ha tenido como referente a la jugadora del Athletic y ahora segunda entrenadora del Levante, Érika Vázquez. “Para mí ha sido mi heroína”.

Lo que más le gusta de su profesión de enfermera es ver la cara de satisfacción y agradecimiento de sus pacientes al irse de la consulta cuando les ha solucionado un problema, porque, al final, “la salud es lo que más importa”.
“Esa sensación de agradecimiento, ese sentimiento no lo puedo ni explicar, he podido ayudar a una persona, esa sensación que he podido ayudarle es lo que más me gusta. Voy muy feliz a mi casa cuanta más gente veo en mi consulta y más puedo ayudar”, asegura la enfermera.
El machismo existe en todas partes
Es de la opinión que no sólo la profesión de Enfermería o la del arbitraje femenino soporta actitudes machistas. “En todas partes existe el machismo y esos comentarios. Sí que estamos consiguiendo muchas cosas, y en el arbitraje hacerse un hueco en Primera División”, reflexiona la enfermera.
Y cree que a un árbitro le van a insultar independientemente de si es hombre o mujer. “Esa es mi experiencia, yo voy al campo y al árbitro al igual que le llaman de todo si se equivoca a mí me pasa igual”, abunda.
“Nos tenemos que quedar con las cosas positivas porque en todas las partes hay cosas negativas, en cualquier trabajo. Si nos centramos en lo malo es una forma de estancarnos, si nos centramos en lo que estamos mejorando y cómo estamos avanzando, al final es una forma de revalorizar lo que somos y coger un poco más de potencia”, sostiene.
Impulso en el 8M
Para el Día Internacional de la Mujer, reivindica la igualdad y seguir trabajando como lo están haciendo las mujeres, mirar al presente y siempre hacia adelante.
Claro que recalca que han pasado y pasan muchas cosas que hay que tener muy presentes para que no se vuelvan a repetir, pero insta “a ser conscientes de lo que está consiguiendo la mujer para tener la energía y el impulso de forma que en nuestro gran día ninguna tenga miedo a conseguir lo que quiere”.
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