Desde que una joven tiene su primera menstruación hasta que una señora la pierde y entra en fase de menopausia, la capacidad de sus órganos reproductivos, vulva, vagina, útero, trompas y ovarios, trabajan a destajo para dar lo mejor del ser humano, la vida; una recompensa que las deja físicamente agotadas, incluso con un cáncer que más bien parece un castigo.
Las neoplasias que afligen a las mujeres
Alrededor de un 30% de las muertes por los 200 tipos de cáncer existentes se deben, dejando a un lado la carga genética, a varios factores de riesgo relacionados con la dieta y los hábitos de conducta personal: obesidad, alimentación insuficiente de frutas y verduras, falta de ejercicio físico diario, consumo de tabaco y alcohol.
Pulmón, hígado, estómago, colon y mama, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son los más letales, pero médicos oncólogos como Luis M. Manso Sánchez, del Hospital 12 de Octubre, centran su atención en los tumores que se desarrollan de forma exclusiva en la mujer. Todos ellos lacerantes.
“Son neoplasias malignas que afectan al sistema reproductor femenino interno y externo: de útero, el más prevalente, sobre todo endometrio; de ovarios y trompas, peligrosos debido a la ausencia de diagnóstico precoz; de cérvix, por el infeccioso virus del papiloma; vagina y vulva, inusuales pero engorrosos”, establece.
Cáncer de útero
Es típico de mujeres que viven en países desarrollados y que se encuentran en una etapa de la vida sin menstruación, aunque más del 60% de los nuevos casos de cáncer que surgen cada año en el mundo se concentran en África, Asia y América, del Sur y Central.
El tumor uterino, en concreto su endometrio -parte interior de la matriz compuesta de mucosa donde se desarrolla el feto- es el más común del aparato reproductor femenino.
“Los factores de riesgo que se conocen están relacionados con su ambiente estrogénico, es decir, que las hormonas femeninas funcionan continuamente durante la etapa fértil, propio de mujeres que no han tenido niños o que nunca se han quedado embarazadas -nulíparas-“, señala el doctor.

“El tumor endometrial también atormenta a mujeres obesas, a las que padecen diabetes y a las que tienen alguna perturbación genética, como el síndrome de Lynch (cáncer colorrectal hereditario), o con antecedentes familiares de cáncer de mama, de endometrio o de colon por una alteración en la capacidad de reparar los daños en el ADN”, continúa.
La clínica de este tipo de tumor es un sangrado muy parecido al que se produce durante la menopausia.
“Si una mujer que ya no tiene la regla observa este tipo de sangrado tiene que alarmarse y acudir de forma urgente al médico de atención primaria o a su especialista”, advierte.
A pesar de ser un tumor muy frecuente en el sistema de reproducción femenina, ostenta un rango bajo de mortalidad debido a que el diagnóstico, en la mayoría de las ocasiones, se realiza en estadios tempranos de la enfermedad. Algo que no sucede en zonas deprimidas económicamente, donde fallecen cerca del 70% de las afectadas.
“El tratamiento ideal es la cirugía. Se basa en la retirada del útero, de las trompas y de los ovarios; además, durante el acto quirúrgico, se efectúan análisis completos de toda la cavidad abdominal y de los gánglios de la cavidad peritoneal para un posterior y detallado estudio anatomopatológico”, explica Luis Manso.
Una vez eliminado el aparato reproductor interno, el tratamiento se complementa con radioterapia y hormonoterapia para contrarrestar la acción vital de las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona).
“En estadios muy avanzados se emplea quimioterapia estándar o de uso cotidiano, con una toxicidad bastante aceptable y que entraña una alta tasa de respuesta sanadora”, complementa.
Cáncer de ovarios
Se le conoce como “el enemigo silencioso” de la mujer, ya que el 75% de los diagnósticos se dan en estados avanzados. Es el segundo tumor más frecuente del aparato reproductor en los países desarrollados; solo en España se diagnostican más de 3.000 casos anuales y se cobra 1.900 vidas.
El cáncer de ovario afecta principalmente a mujeres en la menopausia y el 80% de ellas sufre una recaída después de la quimioterapia, según la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO).
El ovario, al estar en la cavidad abdominal y no mostrar síntomas durante años, produce tumores muy dañinos. Es la séptima causa de muerte por cáncer entre mujeres de todo el mundo.

“Solo ciertos signos de alarma, como puedan ser hinchazón abdominal, aumento del peso corporal, desarrollo de grasa en el abdomen (‘el pantalón vaquero ya no me vale’, podría decir una mujer), sensación de dolor local, molestias urinarias, desazón general, incluso náuseas o vómitos, pudieran ofrecer algunas pistas fiables“, describe el oncólogo Luis M. Manso.
Los factores de riesgo asociados a los carcinomas de ovario, al igual que pasa con los de endometrio, suelen estar relacionados con la persistente ovulación, con mujeres nulíparas o de pocos embarazos que hayan llegado a término. Aún así, la prevención no es nada fácil.
Un estudio, en el que participaron dos centenares de investigadores de todo el mundo, entre ellos numerosos españoles, ha permitido identificar seis nuevos genes relacionados con el cáncer de ovario. Hasta ahora eran doce, lo que mejorará la predicción del riesgo de desarrollar esta enfermedad en las pacientes portadoras de las mutaciones genéticas BRCA1 y BRCA2.
Es muy importante que la mujer, cuando siente dolor o molestias en la zona abdominal, pesadez o hinchazón, acuda a su centro de salud o al ginecólogo para que le realicen una ecografía, ya que el tumor ovárico “no da la cara hasta estadios avanzados y apenas existen pruebas de diagnóstico precoz“, apunta.
El tratamiento de este tipo de neoplasias es básicamente con cirugía y quimioterapia.
“La cirugía consiste en la extirpación del útero, las trompas y los ovarios, una revisión de la cavidad abdominal, retirada de todos los recubrimientos de las asas intestinales -sujeciones-, del apéndice y de cualquier elemento orgánico dentro del abdomen que el cirujano considere sospechoso”, expone Manso.
La quimioterapia actúa de complemento preventivo para favorecer el tiempo de curación de las pacientes.
En esta fase de la enfermedad destaca la nueva medicación con antiangiogénicos, sustancias químicas o biológicas que dificultan el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos y que impiden, así, el suministro energético a las células tumorales. Los inhibidores que intervienen sobre los mecanismos reparadores de ADN para eliminar estas células son otro de los grandes avances contra la enfermedad.
Trompas de Falopio
Tumores ginecológicos excepcionales o de muy baja prevalencia que “se pueden asemejar en toda su clínica y en toda su evolución al cáncer de ovario; incluso existen teorías oncológicas -apunta- que indican que los tumores de ovario podrían tener su origen en las trompas”.

Se han descrito sarcomas que se forman en su músculo liso y carcinomas en sus células, aunque son los cánceres secundarios por metástasis procedentes de ovarios, endometrio, aparato digestivo y mama los más habituales.
Y al igual que en el cáncer de ovario, la clínica es inespecífica. las mujeres con cáncer de trompas de Falopio se encuentran asintomáticas o manifiestan síntomas vagos. Es muy difícil de diagnosticar y resulta esencial una evaluación de un especialista.
“Las mujeres tienen sensación progresiva de hinchazón abdominal, molestias locales, pesadez, ganancia de peso, otra vez … ‘la ropa ya no me vale’, lo que las debe llevar a una revisión urgente con ecografía para valorar la salud de las trompas y de los ovarios“, aconseja Luis M. Manso.
Esta neoplasia maligna puede generar un flujo vaginal inusual; normalmente es blanco, espeso e inodoro. Sería un posible indicio si no se está ovulando o padeciendo alguna infección bacteriana.
Cáncer de cérvix
Un tercer tumor a tener muy en cuenta en el sistema de reproducción es el cáncer de cuello del útero o de cérvix uterino, parte inferior y más estrecha de la matriz que comunica con el fondo de la vagina.
“Estos tumores están claramente relacionados con el Virus del Papiloma Humano (VPH) y, tanto es así, que este carcinoma también se considera como una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS)”, indica.
Casi el cien por cien de los casos de cáncer de cuello de útero son causados por el virus del papiloma, un tumor que se podría erradicar con la vacunación sistemática de los jóvenes, sobre todo entre los 9 y los 14 años, la mejor prevención primaria que existe junto al preservativo y la higiene personal.

El cáncer de cérvix tiene altas tasas de prevalencia en países subdesarrollados o en vías de desarrollo, donde registra índices de mortalidad muy elevados. De hecho, miles de vidas se podrían salvar antes de 2030 si aumentara la financiación en diagnóstico y prevención.
En los países desarrollados, como los europeos, se anotan bastantes menos fallecimientos, a pesar de su notable frecuencia, debido a que las mujeres disponen de programas de detección precoz.
“Las citologías (toma de una muestra de tejido del cuello del útero) y los análisis mediante técnicas biología molecular de la presencia del VPH en las células que recubren el cérvix revelan el virus, incluso, en estadios que no se consideran malignos”, dice el facultativo.
“La clínica de este tipo de tumores, cuando no se diagnostica de forma precoz durante la visita reglada al ginecólogo, se define por un sangrado espontáneo o por un sangrado que aparece después del coito. En ocasiones, la mujer puede sentir dolor, molestias locales, malestar en la zona de la espalda o en la pelvis”, describe.
El tratamiento de estos carcinomas, cuando el diagnóstico es temprano, se efectúa de manera local. A veces, con una simple biopsia y una cirugía simple el ginecólogo puede erradicar el tumor. En estadios avanzados, cuando la neoplasia daña al útero, la cirugía es mayor y se complementa con radioterapia y ciclos de quimioterapia para favorecer el efecto sanador.
En estadios muy avanzados nos encontramos tumores “de alta agresividad que necesitan fármacos recién aprobados por las agencias reguladoras de los medicamentos oncológicos -informa-, como los nuevos antiangiogénicos, que aumentan la supervivencia de las mujeres con cáncer de cérvix.
Virus del Papiloma
El VPH es altamente contagioso, ya que el 75% de la población entrará en contacto con el virus a lo largo de su vida; y tienen mayor capacidad de infección que el VIH (sida).
De fácil transmisión por contacto genital, afecta por igual a hombres y mujeres. Y es responsable, además, del cáncer de cuello de útero, del cáncer anogenital, orofaríngeo y de pene. También de las verrugas genitales.
Mujeres jóvenes profesionales con movilidad internacional, veinteañeras, mayores de 45 años sin pareja estable y hombres solteros de hasta 55 años son los perfiles con mayor riesgo de infectarse por el VPH.
Pero las lesiones precancerosas no aparecen hasta diez o quince años después del contacto con el virus.

El cáncer de cuello de útero se da mayoritariamente entre los 45 y 50 años, a pesar de que la mayor prevalencia del VPH se dé en mujeres de 18 a 25 años de edad.
Para todas estas personas, los profesionales médicos aconsejan la vacunación, al igual que para todos aquellos que ya se han infectado, porque están más predispuestos a tener nuevas lesiones.
El coste de la vacuna es muy inferior a las lesiones, biopsias, tratamientos, intervenciones quirúrgicas, efectos secundarios y sufrimiento que genera ese tipo de cáncer, que se desarrolla durante un periodo de 15 a 30 años a partir de la infección del virus.
Cáncer de vulva y vagina
En la parte más externa del sistema de reproducción, en la vagina y en la vulva, los tumores no son tan habituales como en la zona interna de la mujer.
El 70% de los tumores vulvares son asintomáticos, aunque se hagan patentes en los labios menores.
“Son de tipo ulceroso. Las lesiones, o bultos que no acaban de curarse en dos o tres semanas, se pueden apreciar en los genitales. Además, son dolorosos, de olor desagradable y ocasionan escozor durante la micción”, reseña.
“Si los carcinomas son vaginales, la mujer puede sentir molestias durante los juegos sexuales o durante el coito, y sufre sangrados“, especifica.
Para el médico oncólogo, “cualquier llaga en la vulva o en la vagina que no se cure es un signo de alarma para acudir de forma inmediata al médico de atención primaria y al especialista de zona para que obtenga una muestra de la úlcera y se analice en el laboratorio”.
Estos tumores de los genitales externos son muy agresivos a nivel local, con lo que “una cirugía urgente, el tratamiento recomendado para estas pacientes, mejorará, sin duda, el pronóstico”, asegura.

Si el tumor está en fase avanzada se empleará radioterapia, ya que la quimioterapia es “poco eficaz” en estos casos.
A modo de resumen, el oncólogo Luis M. Manso, del equipo que dirige el Dr. Hernán Cortés-Funes en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, concluye que los cánceres internos y externos de las mujeres se tienen que prevenir, diagnosticar y tratar con urgencia porque su salud en la edad adulta depende, y mucho, de los programas de cribado de detección precoz, las visitas reguladas al médico y la investigación.
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