Angela, Olga, Sonia, Elena, Marta, Sara, Guada, Marta V., Uge, Irene, Natalia, Laura, Lucía, Susana… desde que se conocieron reman juntas en la misma dirección, pues juntas han decidido recuperar la ilusión, la energía y la fuerza para luchar por aquello que un día el cáncer de mama les quiso arrebatar

Unas han sufrido mastectomía y otras la extirpación de los ganglios de la axila, pero juntas son la tripulación de la embarcación Estelas Rosas BCS (Supervivientes de Cáncer de Mama-Breast Cancer Survivors), y se dan el apoyo emocional necesario para superar las secuelas de la enfermedad.
Además, remando en el mismo barco “Dragón” crean un vínculo especial de quien comparte algo profundo, que las ayuda a ver la otra cara del cáncer, en la que hay un mensaje claro de esperanza hacia el resto de mujeres que sufren o puedan sufrir la enfermedad: cuando una puerta parece cerrarse, otra se abre.
La silueta del “dragón rosa” es ya familiar en aguas del Pantano del Ebro, en la localidad cántabra de La Población, donde a golpe de palada luchan contra el temido linfedema -posible efecto secundario de la cirugía y la terapia de radiación para el cáncer de mama-, a la vez que se preparan para afrontar nuevos retos frente a la enfermedad.
Todas aseguran que la mejoría física que experimentan es evidente, ya que el movimiento de arriba hacía abajo en cada palada supone un drenaje linfático de forma natural en el brazo afectado, y evita que reaparezca el linfedema, algo que está avalado por numerosos estudios científicos en todo el mundo.
Pero eso es solo parte de la superación del “pozo” del cáncer, pues la recuperación emocional y psicológica es tanto o más importante, ya que anima a estas mujeres a llevar una vida plena y activa, a través del contacto con otras que han pasado por una situación similar.
Según explica a Efe Olga, una de las remeras del Estela Rosas, cuando una mujer recibe el diagnóstico de cáncer de mama “escribe un punto en su vida, pero no es un punto final, es un punto y seguido”, y el equipo es claro ejemplo de ello pues “estar con gente igual, que ha sufrido como una, nos ayuda muchísimo a superar la enfermedad”.
Sonia, otra de las remeras, destaca que tras el proceso que supone la operación, “compartir la experiencia en la enfermedad te anima y tira de una para salir hace adelante”, y también “ayuda a quitarte miedos de encima”.
“Yo aquí me siento en un equipo de verdad. No hablamos constantemente de la enfermedad, hablamos de entrenar, de mejorar, de las competiciones, de viajar, de estar juntas… hablamos de la vida”, destaca Sonia.
“A muchos les asombra que tengamos la fortaleza para remar después de todo lo que hemos pasado, y también que derrochemos mucha energía”, reitera Sonia subida en el barco e impaciente por darle a la pala para poner en movimiento el Dragón patroneado por “Chepe”, a pesar del ambiente frío y húmedo del campo de entrenamiento.
“Lo que buscamos es disfrutar de la vida, superarnos día a día, conocer gente nueva con la que compartir nuestras experiencias personales, hacer deporte y, en definitiva, mostrar la otra cara del cáncer a la que no se está acostumbrado”, afirma Olga.
El efecto beneficioso del remo, el físico y el emocional, se fusionan a bordo preparando el más inmediato de los retos, participar en las dos copas de España de 200 y 500 metros de Dragón Boat, después en el nacional y luego en el europeo que se celebrará en Sevilla.
El equipo Estelas Rosas se crea a raíz de un programa de prevención del linfedema de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y en 2016 surgió la necesidad de un barco que se consiguió al ceder la Asociación Española de Dragon Boat una primera embarcación de 22 plazas y unos 300 kilos de peso.
Con esta primera embarcación y mucho esfuerzo se consiguió financiar y botar un barco propio, el Estelas Rosas BCS, de 12 plazas y bastante más ligero, que les permite además participar en competiciones o concentraciones deportivas, como son los campeonatos nacionales e internacionales.

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