En el Día Mundial de la Salud hemos hablado con antropólogos para que nos expliquen por qué la cooperación internacional debe tener en cuenta prácticas culturales de las personas con las que trabajaban. Sin esa empatía, aquello que se planteaba hacer dura poco o es rechazado ¿Por qué?

En el Día Mundial de la Salud, EFEsalud se ha preocupado por saber, hasta qué punto es importante conocer las diferencias culturales del lugar en el que una organización va a actuar. Las diferencias entre culturas pueden suponer una brecha que dificulte el entendimiento entre organizaciones y personas de los lugares de actuación.
Durante muchos años, las ONG han llevado medidas y protocolos a países en vías en desarrollo que se entendían como “las más eficientes” y por tanto, “las irrefutables”. Para evitar imposiciones y conocer mejor el terreno en el que se van a mover, ya existen organizaciones que cuentan con los servicios de antropólogos, como Médicos del Mundo.
La necesidad de conocer al otro
David Conde, antropólogo y voluntario de Médicos del Mundo, contextualiza: “Durante mucho tiempo las ONG han tenido procesos de imposición de representaciones de salud occidentales, que se entendían que eran las mejores, sin tener en cuenta cuáles eran las concepciones culturales en los sitios en los que actuaban. Esto ha llegado a provocar fracasos y ha generado rechazo en los lugares en los que se estaba actuando”.
“El tiempo ha demostrado que no atender a las identidades, a la peculiaridades culturales o las prácticas de un lugar, conlleva que el acceso a una atención sanitaria adecuada es más difícil porque se ve más intrusivo”, añade.
“Si no reconocemos la diversidad, el acceso a la salud está claramente condicionado. Habrá quien no quiera acceder a un sistema sanitario que no sea el suyo. Quitar ese condicionamiento de la atención a la salud se consigue si día a día se presta atención a las representaciones y a los conocimientos de otras culturas”, explica Conde.

Bernard Taverne, de L’Institut National de la Santé et de la Reserche pour le Développment, aboga por las ciencias sociales para mejorar la aceptación de las decisiones sobre salud pública. En su artículo “Anticipar los brotes epidémicos del virus del Ébola: ¡No sin las ciencias sociales!” expone que “la contribución de las ciencias sociales debe centrarse en el análisis de las causas sociales y políticas” de una epidemia.
En cuestiones sanitarias, la presencia de esta disciplina es muy importante. Verónica Reyero, fundadora de Antropología 2.0, deja claro que desde el principio hay que partir del conocimiento que se tiene del lugar en el que se quiere actuar. En caso de que no se conozca mucho, es recomendable enviar a un antropólogo a que conozca, hable con la gente y recopile una serie de costumbres.
Por otro lado, con los resultados de los estudios antropológicos, se ha de concienciar bien al personal para que elimine cualquier tinte racista que pudiera darse.
En ocasiones, hay personas que no quieren o que no pueden acceder a la salud en la forma que puede plantear una ONG.
¿Qué conlleva no contar con la cultura del lugar donde se va a actuar?
La fundadora de Antropología 2.0 tiene una visión integral de lo que supone cambiar una conducta. Para ella es como un efecto dominó: “A veces no tienes en cuenta que modificando una práctica o una creencia de un grupo social puedes estar modificando rituales funerarios o prácticas matrimoniales”.
No hay que olvidar que el médico puede tener un punto de vista cultural completamente diferente sobre un asunto que el de su paciente, y eso puede dificultar la atención.
En un artículo de Sergio Lerín Piñón, que ha estudiado casos indígenas en América Latina, se exponen algunos motivos para cambiar las conductas del personal de salud:
- El conocimiento técnico de la salud – enfermedad ignora el contexto sociocultural de la población indígena.
- El personal de salud que trabaja en zonas indígenas mayormente desconoce la conceptualización local del proceso salud – enfermedad, así como de sus prácticas de atención.
- La falta de comunicación, empatía, y confianza en la relación médico – paciente en zonas indígenas es muy común.
- El personal de salud suele descalificar las prácticas tradicionales y populares de atención a la salud y en la enfermedad.
Parir en el techo del mundo: una simbiosis cultural
Médicos del Mundo observó que había una gran mortalidad materna e infantil en los partos entre mujeres aymara en el departamento de La Paz. El antropólogo voluntario de Médicos del Mundo explica que para buscar una solución al problema decidieron indagar y preguntar a mujeres y parteras de la zona cómo hacían los partos. De estas investigaciones surgió la idea del parto multicultural.

El parto multicultural
Es una manera de dar a luz según las costumbres indígenas pero en centros sanitarios. David Conde cuenta que estos lugares se componen de una habitación decorada como una casa aymara donde puede estar la familia y una partera tradicional. Así la mujer pare como se ha hecho tradicionalmente en su cultura pero en un ambiente controlado. Si en algún momento el parto se complica, la mujer pasa a la sala quirúrgica. “Este es un proceso en el que hemos atendido a sus ideologías y a sus prácticas habituales”, explica.
“No podemos olvidar las cuestiones sociales de la salud”, dice Verónica Reyero. Y añade: “Entendiendo una realidad ajena, podremos compartir la nuestra y así entender por qué las cosas se hacen de diferentes maneras”.
Para que las intervenciones sanitarias en ambientes que tienen culturas diferentes a las de las personas que van a intervenir tengan éxito, la aportación se tiene que hacer desde el respeto. Esto solo se consigue tratando de comprender al otro e indagando en las prácticas y costumbres de la gente.
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