El decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, José Antonio Luengo Latorre, hace balance de la salud mental en 2022 y expone los retos para 2023 en este artículo para EFEsalud

Salud mental, balance de 2022 y retos para 2023
(Foto de Jason Hogan en Unsplash)

por José Antonio Luengo Latorre, decano del Colegio de la Psicología de Madrid

Se nos va un año en el que el debate sobre la salud mental de las personas no ha dejado de asomar en los diferentes espacios donde emerge y late la reflexión sobre nuestro modelo de sociedad y las consecuencias e impactos que éste genera en la vida cotidiana y en el modo en que leemos e interpretamos nuestro día a día.

Con sus idas y venidas, tropezones, caídas y desvelos, alegrías y tristezas, dolor e incertidumbres.

Las secuelas, aún persistentes, de la experiencia vivida desde aquel infausto mes de marzo de 2020, siguen mostrando su rostro avieso y atravesado.

No obstante, escasas dudas existen ya de la inquietante antesala de este hito, de los insistentes indicadores y evidencias de cómo las quiebras en la salud mental iban ganando terreno en la población desde mucho tiempo atrás y, especialmente, en los estratos más desfavorecidos y vulnerables.

Y de la muy discreta respuesta que se estaba dando a esta necesidad por parte de las instancias responsables.

La salud mental en la agenda política

La presencia del debate sobre la salud mental en la agenda política y en los medios de comunicación, emergente a partir de los primeros meses de la pandemia, ha seguido mostrando destellos y señales, si bien con el riesgo de letargo y “normalización”.

Los estudios e investigaciones sobre las consecuencias de lo vivido emocional y psicológicamente por las personas en estos últimos casi tres años no han dejado de aportar datos e informaciones, ordinariamente recurrentes, sobre el estado de la cuestión y la imperiosa necesidad de abordar una reflexión profunda sobre los determinantes sociales de la salud en general, pero de la salud mental de manera prioritaria.

De especial relevancia es el Informe sobre las consecuencias que la pandemia de la COVID-19 ha tenido en la salud mental y en la atención a los servicios de salud mental publicado por la OMS.

En el informe se destaca, entre otros efectos, que durante la pandemia ha habido un aumento significativo de problemas de depresión y ansiedad, así como que los servicios de salud mental han sido los más interrumpidos y afectados de todos los servicios de salud esenciales en la mayoría de Estados miembros de la OMS analizados.

Balance 2022

El año 2022 ha puesto de manifiesto que no estamos bien. Que no estábamos bien. Y que, pasado lo pasado, no estamos mejor. Servicios colapsados, largas listas de espera y percepción del colapso.

Las buenas intenciones no son nunca suficientes. Y las estrategias deben ir acompañadas de financiación suficiente. Y una variable que no debemos desdeñar: la constatación de que seguimos interpretando las necesidades de mejora mirando casi con exclusividad lo que concierne a los servicios especializados, observando solamente las consecuencias, y no tanto las causas del incremento del dolor y el sufrimiento de las personas.

Y ello sin prestar la atención debida a los diferentes escenarios donde germina la dificultad, la zozobra, el malestar, el dolor, el sufrimiento y, también, el trastorno.

Sin atender la necesidad de cuidar dónde y cómo vivimos, el modelo educativo que desarrollamos, la estructura y objetivos de nuestro sistema educativo, la atención a las poblaciones vulnerables, los determinantes sociales de la salud mental.

Es decir, sin atender “la forma en que nos enseñan a interpretar y abordar nuestras dificultades: el envejecimiento, el trauma, la angustia o el duelo…” .

Sin perjuicio de las mejoras a la atención que emergentes aplicaciones en Tecnologías de la Información y la Comunicación despliegan también en el ámbito de la salud mental (de especial interés es una app premiada en el reciente Mobile World Congress de Barcelona, Searching help, experimentada en el Servicio de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre de Madrid), las innovaciones en el ámbito de la Salud mental no pasan por la adquisición de sofisticados equipos sino, con toda seguridad, por el incremento significativo de los recursos personales, las mejoras estructurales, de formación, coordinación de los servicios y de continuidad de los cuidados y el fomento de la investigación sobre tratamientos y el desarrollo de programas para la reducción de los psicofármacos.

Y, por supuesto, por la consideración de la salud mental desde una perspectiva preventiva, ligada a la necesaria observación de lo que se vive y sustancia en las “distancias cortas”, el día a día de las personas y los condicionantes de su salud y de su salud mental y un imprescindible cambio de paradigma en salud mental.

Retos 2023

Consecuentemente, los retos para el año 2023 deberían vincularse a una visión contextual y fenomenológica de los problemas psicológicos de las personas, ahondando en el abordaje preventivo y comunitario, el diseño y desarrollo de programas de prevención y detección de desajustes y desórdenes psicológicos en los centros educativos y la imprescindible incorporación de la Psicología educativa en esta tarea, la atención a las poblaciones más desfavorecidas en el ámbito de la intervención social, la consolidación del modelo de intervención psicológica en Atención Primaria y, por supuesto, la mejora sustantiva de los recursos personales en Salud mental, alcanzando las ratios medias de los profesionales por 100.000 habitantes de la Unión Europea.

Y, tal como se ha expresado, ir al origen de los problemas. En ese espacio encontraremos vías de respuesta ajustadas a las necesidades actuales.

El decano del Colegio de la Psicología de Madrid, José Antonio Luengo. Foto cedida

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