El sexting, del inglés sex (sexo) y texting (envío de material erótico o sexual por un móvil) no es más que un juego erótico e íntimo que en un momento dado compartes con una persona con la que tienes intimidad. Como cualquier conducta sexual no es dañina en sí misma, el peligro está en el uso que algunos le dan, un uso que no solo puede ser ilegal sino también mortal

Sexting: el juego erótico que ha costado la vida a Verónica
  • 31 de mayo, 2019
  • MADRID/EFE/PILAR GONZÁLEZ MORENO

Este ha sido el caso de Verónica, la mujer de 32 años, casada y madre de dos niños pequeños, empleada de Iveco, quien se quitó la vida el pasado sábado después que algunos de sus compañeros de trabajo compartiesen un vídeo sexual que la mujer se grabó hace cinco años.

Para reflexionar y arrojar luz sobre el tema, EFEsalud ha hablado con la doctora en medicina y sexóloga Ana Rosa Jurado, y  la psicóloga y sexóloga Arola Poch.

Ambas defienden que el sexting es un juego erótico más, tan lícito como otros.

Además señalan que detrás del caso de  Verónica se aprecia el machismo de la sociedad y han concluido que en España hace falta mucha educación sexual.

El sexting está de moda porque la comunicación y la posibilidad de compartir también lo están, indica para empezar Ana  Rosa Jurado, quien también es coordinadora del Observatorio de Salud Sexual ONSEX.

Práctica lícita

En su opinión, lo bueno de las redes es la capacidad ilimitada de compartir contenidos “y el sexting no es más que compartir contenidos eróticos”.

Para esta médica está claro que es una “práctica lícita”, que se puede producir entre personas de manera consensuada y como una forma más de juego erótico.

Y juzga que no es negativo el ampliar la erótica y los juegos sexuales para mejorar la sexualidad de las personas.

No respetar la intimidad

Pero el problema, refiere,  aparece cuando no se respeta la intimidad de los demás “ni se valora el hecho de que otra persona haya querido, en un momento dado y ante unas circunstancias propicias para ambos/as, compartir su erótica y su intimidad contigo”.

Esta desvalorización de la intimidad de las personas “se debe a que no existe educación sexual reglada, entre los contenidos educativos, ni no reglada o educación sexual poblacional”.

Y como todo lo que está relacionado con la falta de educación sexual, la mujer siempre tiene las de perder:

La sexualidad femenina ha sido la peor “permitida” históricamente, y el mandato de género no ayuda a la mujer a mostrar su sexualidad y su deseo, como sí se lo permite a los hombres.

Reflexiona Jurado que la cultura heteropatriarcal en la que vivimos conlleva que la mujer socialmente aceptada sea la que no muestra su sexualidad públicamente, la que es “recatada” y no deseante.

Doble moral

Además, incide,  se aplica la doble moral de pedir que sean deseadas, que se hagan deseables para el hombre, “pero en la más estricta intimidad, sólo ante su pareja”.

En este contexto, compartir la intimidad de un hombre lo revaloriza socialmente, mientras compartir la intimidad de una mujer la denosta, la convierte en una mala mujer´ y la avergüenza.

Sostiene también como hace años era un escándalo social que la mujer tuviera relaciones sexuales fuera del matrimonio, y cualquier mujer que las hubiera tenido estaba expuesta a que cualquier machista revelara su secreto y la hundiera socialmente.

“Ahora, el machismo ha encontrado en el sexting un arma más para violar la intimidad de una mujer, ejercer la violencia de género e intentar hundirla socialmente”, señala esta experta.

Un caso de machismo

A su juicio el caso de Verónica muestra el machismo de todos y cada uno de los hombres que han compartido el vídeo (y de las mujeres, si lo han hecho).

Y defiende que no valen excusas como “no pretendíamos causar daño, solo divertirnos”, porque socialmente, en este momento, no tiene gracia.

”Y por supuesto que este caso es una muestra clara de violencia de género si el vídeo ha salido de su anterior pareja, no cabe la menor duda y cualquier otra argumentación no es aceptable, sea por el motivo que sea”.

(La ex pareja de Verónica ha sido puesto en libertad tras declarar voluntariamente por este caso, sin que por el momento se haya tomado medidas contra él, han indicado a Efe fuentes policiales, que han precisado que su situación podría cambiar en el transcurso de la investigación).

Violencia de género

Considera además Ana Jurado que incluso si sale de cualquier otro móvil, no el de su ex pareja, también se ejerce violencia de género, porque hay más posibilidades en este momento de hundir socialmente a una mujer que a un hombre al compartir un contenido erótico.

“Y así lo ha interpretado Verónica y su desesperación, que le ha llevado al suicidio”, interpreta.

Según Jurado, esta desesperación es mucho más probable por tratarse de una mujer, que vive en una sociedad patriarcal, donde su “reputación” queda en entredicho, afectando no sólo a ella misma sino a sus familiares.

Recuerda que no es la primera vez que ocurre algo parecido y que tiene repercusión social desmedida.

sexting
EFEsalud. Rosa Gallardo

Falta educación sexual

“Evidentemente falta educación sexual, e igualdad real”, añade.

Educación sexual “para empatizar con las personas que en un momento han compartido su intimidad con alguien en quién confiaban”, y no con la persona que ha traicionado esta confianza.

E igualdad real, “para no permitir que las mujeres sufran más que los hombres por este tipo de situaciones, y que el machismo no pueda tener un arma más de destrucción femenina”.

Concluye Jurado que deberíamos de invitar a todo el mundo a reflexionar sobre este tema, para intentar que se reduzcan las consecuencias negativas que puede tener el sexting.

Pero considera que es difícil porque el machismo “está rearmándose” en este momento.

#yonoloharía

Por eso cree que las iniciativas como #yonoloharía son de utilidad, sobre todo cuando son los hombres las que las siguen, pero sin embrago cree que dar tanta publicidad a un caso como este “puede tener consecuencias aún más negativas”.

Piensa que sería más efectivo una posición de rechazo “mucho más contundente contra los hombres (y mujeres, si las hay) que han compartido el vídeo…o es que estas personas sí tienen derecho a la intimidad?”, se pregunta.

También para Arola Poch este caso demuestra que el machismo todavía impera en nuestra sociedad.

Porque si el protagonista del vídeo hubiera sido un hombre posiblemente no se hubiera compartido tanto y los comentarios hubieran sido muy diferentes “porque se sigue aplaudiendo en cierta manera la sexualidad masculina y en la femenina se sigue señalando”.

Sexting: el culpable

Experta en sexualidad adolescente y autora de “Las cosas claras” (Plataforma Actual), Arola Poch cree que hay algo básico que en este caso no se ha cumplido y es que la culpa y la vergüenza no la tiene que pasar la protagonista del vídeo sino el que lo ha difundido.

El sexting, reflexiona Poch, se practica en un momento de confianza con el otro, pero en el momento en el que estamos haciendo un vídeo con imágenes íntimas “podemos estar perdiendo el control de esa imagen”.

“No obstante, creo que la vía no debería estar en decir no lo hagas por si acaso, porque si al final no puedo confiar en la persona con la que más intimidad tengo, compartiendo algo tan íntimo como es la sexualidad, pues la conclusión es que la relación es pobre”, valora.

Defiende además esta psicóloga que el acento no debería ponerse en mejor no lo hagas por si acaso sino en el que se debe respetar la intimidad de la otra persona.

Sexting, juego erótico y sus riesgos

En el sexting más que la necesidad de compartir está, a su juicio, el componente de juego, disfrutar, dar morbo y generar complicidad con la otra persona.

“Dicho todo esto, está claro que hay que analizar los riesgos que uno corre, valorar cómo te afectaría en caso de que se filtrara ese vídeo, aunque creo que también es importante no censurarse en algo que queremos hacer por si acaso el otro lo comparte”.

Para Poch, el caso de Verónica nos lleva a tener que reflexionar sobre cómo se ha podido llegar hasta este punto, sobre la falta de empatía hacia una persona que ha sido juzgada y señalada por una parte de sus compañeros.

Coincide Poch con Jurado en que claramente falta educación sexual, pero no solo para los jóvenes, también para los adultos, “porque realmente tampoco la hemos recibido”.

“Hay que hacer mucha pedagogía, porque siguen en pie muchos mitos o creencias erróneas”, considera.

El ejemplo, indica, es como se valora de forma diferente la sexualidad de un hombre y de una mujer, como a unos se les aplaude y a otros se les señala y hay una falta de respeto a la intimidad ajena.