Las más de 15.000 personas que en África Occidental han logrado vencer al ébola se enfrentan ahora a las secuelas físicas, psicológicas y sociales del virus. “Sobrevivir al ébola es librar un nuevo combate”, asegura el coordinador de Operaciones en África Occidental/Sahel de Médicos Sin Fronteras (MSF), Luis Encinas

Sobrevivir al ébola, otro combate más
Martin Zinggl/MSF
  • 15 de enero, 2016
  • MADRID/EFE/ANA SOTERAS
Cooperantes de Médicos Sin Fronteras despiden a una mujer que ha superado la enfermedad del ébola en el centro médico de MSF en Gueckedou. Sylvain Cherkaoui/Cosmos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio ayer por concluida la epidemia de ébola que ha infectado en dos años a más de 28.000 personas y matado a 11.300 en Liberia, Guinea Conakri y Sierra Leona, país este último en el que hoy, sin embargo, esta organización ha confirmado la muerte de una mujer por el virus esta semana.

Pero los supervivientes de esta epidemia abren un campo extenso para la investigación del ébola, tanto en nuevos tratamientos, como en el comportamiento del virus en el organismo humano.

Las personas que han ganado la batalla al ébola, no han ganado la guerra ya que ahora se enfrentan a sus secuelas físicas como migrañas, dolores articulares, fatiga crónica, déficit neurosensitivo y problemas de visión y audición.

Tratamientos como cócteles molotov

Un niño superviviente de ébola continúa pasando chequeos médicos en el centro de Médicos Sin Fronteras (MSF) de Freetown (Sierra Leona). MSF/Tommy Trenchard

“El cuerpo ha sido sometido a un esfuerzo extremo”, indica Luis Encinas, pero no solo por el ataque del virus, sino también por el “cóctel molotov” de tratamientos a los que se ha sometido.

Además de antibióticos, una hidratación constante y una nutrición adecuada, los infectados durante el segundo año de epidemia, en 2015, han podido recibir tratamientos experimentales con retrovirales, además del plasma de otros sobrevivientes, aunque en este caso todavía no está demostrada su eficacia en la supervivencia.

También existe la posibilidad de que un medicamento contra la malaria, utilizado en Liberia en 2014, en pleno apogeo del brote de ébola, redujera la tasa de mortalidad en un grupo de pacientes, apunta un estudio de MSF y su centro de investigación Epicentre publicado en la revista New England Journal of Medicine.

Según Luis Encinas, todavía se desconoce si los que sobreviven lo hacen gracias a un tratamiento o a la combinación de varios, ya que también depende de la fortaleza cada organismo, del diagnóstico temprano y de la atención médica recibida. “No todos somos iguales ante el ébola”, apunta.

En África sí había un hecho constatado: si el virus atacaba a los órganos vitales de los afectados, la supervivencia era prácticamente nula.

La factura psicológica y social

MSF entrega el certificado de alta médica a un joven que, junto a su padre, han sido los únicos supervivientes de su familia. MSF/Anna Surinyach

MSF, que ha tratado en sus centros de los tres países 5.226 casos de ébola, de los que 2.478 han sobrevivido, mantiene programas de seguimiento de los supervivientes. “En uno o dos años veremos el nivel de recuperación”, señala el experto.

No solo se controla la evolución física, también se presta ayuda psicológica para superar una enfermedad “que estigmatiza y va acompañada por paranoia y miedo”.

“Se vive todo un proceso de luto, se ha visto de cerca la muerte, hay sentimiento de culpabilidad por haber contagiado a otros y sentimiento de suciedad”, explica Luis Encinas.

Pero también la reinserción social es un escollo cuando en muchos casos se considera que el que ha padecido ébola es porque ha merecido un castigo. “Cuando regresan les humillan, les rechazan, les pegan…por eso les acompañamos cuando salen del hospital, les abrazamos delante de la comunidad y enseñamos el certificado” que demuestra que están libres del virus.

Sin embargo, los supervivientes deben mantener durante varios meses precauciones en las relaciones sexuales puesto que el virus pervive más tiempo en el semen que en otros fluidos.

Lo que MSF no ha visto en África es ningún caso de reactivación del virus, como ocurrió en el caso de la enfermera escocesa Pauline Cafferkey meses después de haber superado la enfermedad.

Una enfermera se quita el equipo de protección. Sylvain Cherkaoui/Cosmos