La jefa del Laboratorio de Arbovirus y Enfermedades Víricas Importadas del Centro Nacional de Microbiología (CNM), Paz Sánchez-Seco, dónde se analizan las muestras con ébola de los tres españoles infectados, considera que la experiencia vivida con el virus en España “debe servir para estar alerta” ya que podrían aparecer otros virus que causan fiebres hemorrágicas

Sánchez-Seco: La experiencia del ébola debe servir para estar alerta
La jefa del Laboratorio de Arbovirus del Centro Nacional de Microbiología, Paz Sánchez-Seco (izq, sentada) y la responsable de fiebres hemorrágicas de ese laboratorio, Anabel Negredo, investigadoras de las muestras de ébola de los infectados españoles. EFE/Ballesteros
  • 3 de agosto, 2015
  • EFE/MAJADAHONDA (MADRID)/ANA SOTERAS

“El ébola, a nivel global, debe servir para seguir alerta, podrían emerger nuevos virus o reemerger algunos ya conocidos y llegar a nuestro entorno a través de viajeros infectados”, apunta la investigadora.

Paz Sánchez-Seco, junto a Anabel Negredo, responsable de la línea de fiebres hemorrágicas de este laboratorio, han concedido una entrevista a EFEsalud cuando esta semana se cumple un año de la llegada, por primera vez, del virus del Ébola a España.

El 7 de agosto del año pasado fue repatriado desde Liberia el misionero Miguel Pajares para ser tratado de ébola en el Hospital La Paz-Carlos III de Madrid. Esa misma noche las muestras con el virus llegaron al centro para ser analizadas.

“Fue excitante, no nos produjo susto, pero sí mucho respeto. Era una situación en la que habíamos trabajado hipotéticamente y ahora llegaba. Por primera vez en España estábamos manipulando una muestra positiva de ébola, un virus mortal”, recuerda Paz Sánchez-Seco.

Un reto profesional para todo el equipo del CNM, dependiente del Instituto de Salud Carlos III, que ya en el mes de julio se había preparado ante la posibilidad de recibir algún caso positivo.

La investigadora del Centro Nacional de Microbiología Anabel Negredo muestra un gráfico con los resultados de PCR de la muestra de un paciente con virus ébola. EFE/Ballesteros

“La situación nos obligó a crear turnos de guardia fuera del horario laboral, se creó la “unidad de alertas” que ha sido esencial para poder dar la respuesta adecuada en esta crisis”, señala la científica.

Una crisis que continuó con la llegada, en septiembre de 2014, de un segundo misionero, Manuel García Viejo, infectado de ébola en Sierra Leona, y que al igual que el primero murió en España al no poder ganar la batalla al virus.

García Viejo transmitió el ébola a la auxiliar de enfermería Teresa Romero, que formaba parte del equipo que le atendió, aunque ella sí logró superar la enfermedad.

Paz Sánchez-Seco confía en que una situación de “tal magnitud” no vuelva a repetirse y considera que la epidemia de ébola, que en África Occidental ha infectado a más de 27.000 personas y matado a más de 11.000, sirva para “ajustar protocolos de salud pública, mecanismos de control, búsqueda de casos y diagnósticos rápidos y certeros de laboratorio”.

Imposible manipular en España el virus vivo del ébola

El diagnóstico es uno de los ejes fundamentales del CNM, laboratorio nacional de referencia para zoonosis o enfermedades infecciosas que se transmitan de animales a humanos, muchas de ellas víricas.

Para Anabel Negredo, por su parte, el ejemplo del ébola en nuestro entorno también debe servir para fortalecer las medidas de seguridad de los laboratorios y formar a los profesionales sanitarios en el manejo de muestras con nivel de riesgo biológico elevado.

En el CNM, según Negredo, la investigación con el ébola se ha centrado en el desarrollo de metodología y el uso de nueva tecnología para conseguir un diagnóstico más rápido y que pueda estar disponible para el Sistema Nacional de Salud.

Pero para investigar con el virus vivo es necesario un laboratorio con un nivel de seguridad P4, pero en España, y en concreto en el Centro Nacional de Microbiología, el máximo nivel disponible es P3, donde se manipulan muestras de riesgo biológico 4 solo para ser inactivadas.

“El ébola sí ha supuesto un avance, un empujón a la investigación para grupos que trabajan con biología molecular y con sistemas no biopeligrosos, no con el virus vivo. Con un P4 podríamos hacer una investigación más seria”, apunta Paz Sánchez-Seco.

La investigadora Paz Sánchez-Seco en uno de los laboratorios del Centro Nacional de Microbiología donde se han estudiado muestras inactivas del virus del Ébola. EFE/Ballesteros

Sí se trabaja con las muestras inactivadas de los tres españoles infectados y de las personas sospechosas para poder conocer, entre otros aspecto, cómo fue el comportamiento del virus en organismos y tratamientos diferentes.

“Para trabajar con estas muestras es necesario la autorización del Comité de Bioética, que ya tenemos, y para obtener esos datos vamos a colaborar con un centro estadounidense pero está siendo muy dificultoso legalmente enviar las muestras a Estados Unidos. Está pendiente”, señala la responsable del Laboratorio de Arbovirus.

Lo que acabó con el virus de Teresa Romero es algo que todavía no está claro. Los expertos consideran que se debió al cóctel de diferentes tratamientos (suero hiperinmune, antivirales...) unido a la capacidad de respuesta inmunitaria de la auxiliar de enfermería.

“Algo esencial es trasfundir al paciente por vía intravenosa líquidos con sales y minerales, varios litros al día...para mantener el equilibrio electrolítico, la presión sanguínea...”, explica Anabel Negredo. Un nivel de cuidado que en África es difícil de ofrecer al afectado.

Un año después de la llegada del primer caso positivo de ébola a España, la guardia en el Laboratorio de Arbovirus sigue activa y no por ello olvidan otras líneas de investigación relacionadas, como la metodología que ayude a detectar otros virus que podrían causar de fiebres hemorrágicas, como el virus Lloviu, detectado en murciélagos en una cueva asturiana, o el virus Crimea-Congo presente en garrapatas capturadas en Extremadura.

Pero también continúan con el estudio de otro tipo de virus, los transmitidos por mosquitos, como el virus Toscana o el virus del Oeste del Nilo, autóctonos, que puede causas meningitis y otros cuadros neurológicos, o los virus importados de zonas geográficas con intenso tráfico de viajeros a España como el dengue o el chikungunya.

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