A primeros de 2020 siete países africanos Congo, Níger, Senegal, Togo, Uganda, Ghana y Gambia se reunieron en Lomé para combatir una lacra que pone en peligro cada día a miles de personas en el continente: los medicamentos falsos

El tráfico de este tipo de medicamentos: falsos, manipulados o de baja calidad, tiene un impacto económico de 230.000 millones de dólares anuales “y contribuye al riesgo creciente de resistencia a los antimicrobianos”, señala el informe consecuencia de la reunión.
Aunque es un problema global, África es una de las regiones más afectadas por este fenómeno.
Según datos de la ONU, más del 40 % de todos los tratamientos falsos que se detectaron entre 2013 y 2017 se registró en este continente.
La Organización Mundial de la Salud estima que cada caño unas 100.000 personas mueren en África por complicaciones relacionadas con la toma de medicación falsa o de baja calidad.
The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene (AJTMH) cifró en 122.000 las muertes infantiles por este tipo de productos en 2015.
Los medicamentos falsos son más baratos, pero ineficaces o tóxicos
En muchos países africanos, la inestabilidad política ha dado lugar a procedimientos pobres e ineficaces por parte de las administraciones, según reporta la OMS.

A este hecho se une la existencia de entornos legislativos débiles y sistemas de salud poco desarrollados que conforman un caldo de cultivo perfecto para la proliferación de los medicamentos falsos o de baja calidad.
Según el mismo informe, las medicinas más susceptibles de ser copiadas o adulteradas son los antibióticos y los antipalúdicos, fundamentales para las infecciones bacterianas y la malaria, respectivamente.
Los números proporcionados por el mismo organismo reflejaron que, en 2017, se registraron 435.000 muertes por malaria. El 93 % de esas muertes tuvieron lugar en África.
No es complicado encontrar cajas, blísteres e incluso pastillas sueltas en los mercados de las ciudades más pobladas del continente.
Estos productos tienen un precio significativamente menor que los que venden en las farmacias y son los únicos a los que una parte de la población puede acceder.
“Tienen fama de ser más baratos, pero en el mejor de los casos son ineficaces y, en el peor de los casos, tóxicos”, dijo Abderrahmane Chakibi, director gerente de la sucursal de África subsahariana de una reconocida firma farmacéutica francesa, en 2018.
La mayoría de los medicamentos falsificados han sido producidos en China e India, publica la revista Quarzt.

“Muchas personas pobres no pueden permitirse un tratamiento auténtico que es costoso y no son conscientes del peligro que supone recurrir a una alternativa más barata”, dice la OMS en sus estudios.
Esta parte de la población es el “target” principal de los que se lucran de manera ilegal con este negocio.
Una de esas personas es Louise Assogba, cuyo caso recogió el periódico Washington Post. Esta mujer togolesa de 49 años acudía a vendedores ambulantes a los que compraba pastillas para el dolor de cabeza y la tos.
Los medicamentos de la farmacia costaban tres veces más, según contó al medio, y estaban fuera de su alcance. “Necesitaba ahorrar dinero para mis hijos”, dijo. Acudió a la misma fuente cuando contrajo una gripe, pero acabó ingresada en el hospital donde recibió una transfusión de sangre de emergencia.
¿Cuáles son los siguientes pasos?
En la reunión que los representantes de Congo, Níger, Senegal, Togo, Uganda, Ghana y Gambia mantuvieron a principios del 2020, gobiernos e instituciones se comprometieron a coordinar esfuerzos para atajar el problema.
Vender este tipo de productos farmacéuticos es ilegal en la mayoría de estos territorios, pero la aplicación de las leyes es laxa.
En el encuentro, celebrado en la capital de Togo, Lomé, se llegaron a acuerdos para impulsar medidas específicas para plantar cara de manera más eficaz a este tipo de tráfico.
Togo es uno de los países pioneros en la lucha para detener el flujo: cambió la ley en 2015 y establece multas elevadas y penas de cárcel de hasta 20 años para los traficantes de este tipo de medicamentos.
Los representantes de Congo, Níger, Gambia y Ghana aprovecharon la ocasión para firmar un pacto por el que fomentar el intercambio de información entre ellos y reforzar la seguridad en las fronteras, según la publicación Quartz.
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