Cuando la pesadilla sustituye al sueño
Algunas personas hablan dormidas. Otras molestan al compañero de cama con sus ronquidos. Hay quien permanece en vela casi toda la noche. ¿Por qué? EFEsalud te invita a conocer los trastornos del sueño más comunes de la mano de dos expertos: Diego García-Borreguero, presidente de la Sociedad Española del Sueño, y Nicolás González Mangado, director de la Unidad Multidisciplinar del Sueño de la Fundación Jiménez Díaz, donde intervienen neurólogos, psiquiatras, otorrinos, neumólogos y pediatras, entre otros.
Insomnio: hartos de contar ovejas
Quedarse dormido es un reto para quienes sufren este trastorno. Más de un tercio de la población adulta, más mujeres que hombres, lo ha vivido en sus propias carnes en algún momento de su vida. El doctor González distingue entre dos tipos de insomnio:
- Insomnio para iniciar el sueño → El estrés, los problemas personales y laborales o las enfermedades crónicas repercuten de forma directa en este problema. Los afectados son incapaces de dormirse en menos de 30 minutos.
- Insomnio como incapacidad para mantener un sueño adecuado → Aunque la persona inicie muy bien el sueño, no logra mantenerlo. Una de dos: o tiene despertares nocturnos de más de media hora de duración, o abre los ojos antes de tiempo, sin dormir las horas suficientes para su descanso.
La incidencia de insomnio en mujeres postmenopáusicas puede llegar al 40%. Algunas de ellas toman ansiolíticos o pastillas para dormir, “lo cual al final genera un problema de dependencia”, advierte el doctor.
Apnea del sueño: pequeñas paradas respiratorias
Todos dejamos de respirar por la noche de vez en cuando durante “brevísimos” períodos de tiempo. Si pasan más de diez segundos hasta que volvemos a tomar aire y este episodio se repite en más de cinco ocasiones por hora, somos víctimas del síndrome de la apnea del sueño. No obstante, hay un margen entre tener apnea y que ésta sea peligrosa. “En general, tratamos al paciente si sufre más de treinta paradas por hora”, indica el doctor.
González afirma que la mayoría de las enfermedades que diagnostica en la Unidad de Sueño son trastornos respiratorios, como la apnea. “En parte es un problema anatómico, local, mecánico, pero también puede haber un componente de control de la respiración y alteraciones de los tonos musculares”, explica. La apnea del sueño afecta al 5-10% de la población. Hay dos grandes grupos:
- Apnea obstructiva del sueño → Se produce por el cierre de la garganta. Es la más conocida.
- Apnea central → Es más difícil de detectar porque el enfermo tiene pocos síntomas o estos pasan desapercibidos. Se asocia a otras enfermedades como insuficiencia cardíaca, diabetes o insuficiencia renal, y además las empeora.
Parasomnias: asustar a la pareja
Hablar, reir o llorar mientras dormimos es un tipo de parasomnia o trastorno de la conducta durante el sueño muy frecuente. Aquí puedes consultar otras alteraciones de lo más variopintas:
- Sonambulismo → Común en niños de entre 5 y 15 años, que suelen tener antecedentes familiares. Tendencia a desaparecer en la vida adulta. Este trastorno del alertamiento provoca despertares incompletos: “el cerebro se ve atrapado con parte de sus mecanismos cerebrales funcionando en la modalidad de vigilia y otra parte funcionando en modalidad de sueño”, explica el doctor García-Borreguero.
Es decir, la persona sonámbula tiene una capacidad de vigilia para levantarse y andar, pero la percepción del entorno y la reacción a estímulos son propias del sueño. Cuidado: si la despertamos de forma brusca, puede sufrir un estado de agitación psicomotriz.
- Terrores nocturnos→ Otro trastorno del alertamiento que afecta sobre todo a los más pequeños de la casa. Provoca un estado de
Escena de la película “Pesadilla en Elm Street”. EFE agitación máxima y suele tener lugar en el primer tercio de la noche. “El niño empieza a gritar desconsoladamente, aunque sigue dormido. No mantiene una relación con el entorno propia de la vigilia”, señala García-Borreguero.
- Trastorno de conducta durante el sueño REM → La fase REM tiene lugar durante la segunda mitad de la noche, cuando el cuerpo se queda paralizado. “Este mecanismo permite que la cabeza sueñe con una actividad sin someter el cuerpo a ese malgaste de energía”, apunta el doctor González. No obstante, algunas personas tienen capacidad para ejecutar lo que sueñan: mueven las piernas como si estuviesen corriendo, por ejemplo. Son víctimas de la falta de inhibición durante el sueño REM.
“Con frecuencia tienen sueños violentos y se agitan, gimen, gritan, dan manotazos o incluso provocan lesiones a la pareja”, afirma García-Borreguero. Este trastorno indica el alto riesgo de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa en el futuro.
Bruxismo: los dientes pagan el precio del estrés
González asegura que casi todos los habitantes de grandes ciudades como Madrid tienen un mayor o menor grado de bruxismo, un hábito involuntario que se manifiesta en una pequeña contractura u opresión de la mandíbula. Durante la noche, frotamos unos dientes con otros hasta desgastarlos, o incluso romperlos. “A veces, el rechinar es tan fuerte que hasta el acompañante lo oye”, señala el doctor. La tensión y el estrés son los factores desencadenantes.
Roncopatía: una orquesta desafinada en la cama
La enfermedad del ronquido repercute tanto en la calidad de vida del acompañante como en la del propio sujeto que la padece. El roncador severo sufre una alteración del sueño: los microdespertares son frecuentes. “Hay personas que se dan cuenta de sus propios ronquidos. Esto indica que no están dormidas en profundidad, están teniendo un sueño superficial”, explica González. La conducta del roncador ocasional o moderado está más asociada a lo estético. “No es un problema de salud, sino de relación social”.
Enfermedad de Willis-Ekbom: piernas con vida propia
El también llamado Síndrome de las Piernas Inquietas afecta al 3% de la población adulta. Esta enfermedad neurológica causa una sensación de intranquilidad y una necesidad imperiosa de movimiento que puede llegar a torturar al afectado. Sus efectos son más acusados en las horas previas al sueño. “Cuando la persona reduce el nivel de actividad, empieza a notar una molestia debajo de las rodillas que le obliga a mantenerse en movimiento”, explica el doctor García-Borreguero.
Este síndrome perjudica el sueño, empeora la calidad de vida del enfermo y produce un incremento de mortalidad cardiovascular a largo plazo.
Narcolepsia: sueño a la vuelta de la esquina

Quienes padecen este trastorno neurológico tienen tendencia a quedarse dormidos de forma brusca, incluso con pérdida de tono muscular y posible caída al suelo. Cualquier lugar es válido para una siesta repentina: el colegio, la parada del autobús, el parque, la oficina… “La narcolepsia puede causar problemas de adaptación en el trabajo o en la escuela y accidentes de tráfico -entre otros-. Hay que tratarla”. ¿Síntomas? Somnolencia, atontamiento o desplome súbito.
¿Por qué duermo mal?
La mayoría de las causas son psicosomáticas: la tensión, el estrés o la angustia merman la calidad del sueño.“Al final de unas largas vacaciones, este tipo de trastornos se manifiestan menos”, afirma el doctor González. Algunas enfermedades crónicas también pueden influir en la dificultad para descansar por la noche. Lo mismo ocurre con los malos hábitos.
Por ejemplo, abusar de pastillas para dormir o cambiar los ciclos del sueño pueden hacer que la persona se perpetúe en un insomnio crónico. “Así entramos en un circuito del cual es muy difícil salir”, concluye el doctor.
Soluciones
No esperamos a tener una caries para cepillarnos los dientes. De la misma manera, no deberíamos esperar a tener insomnio para adoptar hábitos correctos de higiene del sueño. Dichos hábitos evitan que aparezca el problema, pero no van a ser suficientes para tratarlo. “Cuando una persona ya tiene la caries, no basta con cepillarse los dientes para que desaparezca. Cada enfermedad del sueño requiere su tratamiento específico. Hay que consultarlo con el médico”, señala García-Borreguero.
Regular la hora de acostarse y levantarse, evitar las siestas durante el día, reducir actividades que interfieran en el sueño (comer, ver la tele…) e irse a la cama en un ambiente de relajación y somnolencia son algunos de los consejos para afrontar trastornos como el insomnio. Las unidades multidisciplinares de sueño abordan este tipo de problemas desde varias especialidades médicas para aplicar un tratamiento conjunto.
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