Los hipnótico-sedantes (somníferos, tranquilizantes…), cuyo consumo está aumentando entre la población española, se hacen “cómplices” en el mantenimiento o perpetuación del insomnio, ya que desarrollan tolerancia (pierden efecto) a los dos o tres meses de usarlos y generan dependencia

Así lo ha advertido hoy el doctor Hernando Pérez Díaz, coordinador del Grupo Estudios de Trastornos de Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), con motivo del Día Mundial del Sueño, que se celebra el próximo viernes, bajo el lema “Duerme bien, envejece sano”.
Según la última encuesta sobre Alcohol y Drogas (EDADES) del Ministerio de Sanidad, el número de personas que consumen drogas en España ha bajado en todas las sustancias, salvo en el caso de los hipnosedantes, que ha pasado del 5,1 % en 2005 al 11,4 % en 2011, un porcentaje que sube hasta el 20 % en el caso de los mayores.
“La gente los consume alegremente como sin fueran caramelos y se pierde el concepto de que son fármacos”, ha subrayado el doctor Pérez Díaz, quien ha señalado que no deberían usarse más de cuatro o seis semanas. “Y nos encontramos muchas historias de consumo de veinte o treinta años. Luego vienen las consecuencias”, ha añadido.
Según este neurólogo, muchas veces el problema es que el abordaje del insomnio con conductas cognitivas y conductuales requiere tiempo y prescribir fármacos “es lo más fácil y sencillo”.
La prevalencia es muy alta. En general, un 20 por ciento de los españoles tienen alteraciones de sueño, un porcentaje que puede llegar hasta el 50 por ciento en los mayores de 60 años.
Y aunque muchos de ellos lo aceptan como parte inevitable del envejecimiento, los médicos inciden en que hay que combatir esa creencia.
Dormir bien es posible a cualquier edad y de vital importancia para la salud en general.
“No hay que resignarse al insomnio”, ha señalado el doctor Pérez Díaz.
Dos tercios del total de los que tienen dificultades para conciliar el sueño volverán a dormir bien aplicando terapias cognitivo-conductuales (buenos hábitos de sueño y disminución del tiempo que se pasa despierto en la cama) y usando fármacos durante un periodo determinado.
La falta de sueño o un sueño de mala calidad tiene consecuencias en la salud: disminución de la calidad de vida, problemas de memoria y mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes y obesidad.
Además, estudios recientes señalan que el trastorno de conducta durante el sueño REM y las alteraciones del ritmo cardíaco pueden ser marcadores precoces de enfermedades neurodegenerativas como parkinson o alzheimer.
Así, prácticamente todos los pacientes con ese trastorno acabarán desarrollando parkinson en los siguientes años y puede anticipar el diagnóstico hasta 15 años.
Entre los trastornos del sueño, destaca por su prevalencia el síndrome de piernas inquietas, que pueden sufrir hasta un 15 % de ancianos.
Juan Badiola, que sufre esta patología, ha explicado que aparece cuando se está en reposo y consiste en un movimiento involuntario de las extremidades inferiores.
El síndrome impide conciliar el sueño. “Uno no puede dormir, hay que moverse y hacer cosas, hay quien cambia la ropa de los armarios o se pone a guisar y así desaparece”.
“Yo le llamo senderismo casero, que es andar, andar y andar, pero claro no te puedes pasar toda la noche andando”, señala este paciente.