La diástasis se produce cuando los músculos rectos del abdomen se separan. Aunque lo habitual es que sea consecuencia del embarazo, cualquier persona puede tenerla. Aumento del volumen del abdomen, hernias umbilicales, problemas digestivos o incontinencia, son algunos riesgos. A continuación, las claves para prevenir y solucionar esta lesión

La diástasis de los rectos abdominales ocurre cuando se separan los lados derecho e izquierdo del recto mayor del abdomen. Este músculo, dividido en dos partes simétricas, se encuentra en la cara abdominal anterior y va desde las costillas hasta la parte superior del pubis.
Su función es mantener el cuerpo erguido, permitir la espiración, limitar la inspiración, proteger las vísceras y mantenerlas en su posición, y permitir la flexión del tronco y su inclinación. También interviene en el parto, la defecación, la micción, la risa, la tos o el estornudo.
Normalmente, la diástasis va asociada al crecimiento de la tripa por sobrepeso o durante el embarazo. Los rectos del abdomen están unidos entre sí por tejido conjuntivo rico en colágeno, una proteína que se altera con el estrógeno, hormona que aumenta su concentración en el embarazo, lo que debilita la unión entre estos músculos.
Como consecuencia de esta separación, aumenta el volumen del vientre, que adquiere un aspecto flácido. También pueden aparecer hernias umbilicales dado que la pared abdominal no es capaz de mantener las vísceras en su posición.
Por ello, la diástasis va más allá del problema estético. Esta lesión puede provocar la debilidad del suelo pélvico y generar incontinencia urinaria, prolapsos -descenso de un órgano interno a causa de la relajación de los músculos o ligamentos que lo sostienen-, molestias en la espalda, dolor pélvico o problemas digestivos como gases, estreñimiento o malas digestiones.
Factores de riesgo
La diástasis no solo se produce durante el embarazo. Otros factores como el aumento de peso, el ejercicio abdominal, la práctica de movimientos de flexión repetidos, el estreñimiento, la tos crónica o los vómitos también pueden contribuir a que se desencadene. Esto se debe a que los incrementos excesivos de la presión abdominal pueden dañar la línea alba.
Los partos largos y complicados también pueden producir diástasis, pero la cesárea no es, necesariamente, una opción para evitarla.
Cómo saber si se tiene diástasis
Para realizar un diagnóstico es necesario acudir al especialista (médico o fisioterapeuta). Una exploración manual suele ser suficiente para confirmarlo.
No obstante, hay un método eficaz para saber si existe esta lesión -aunque nunca sustituye la evaluación de un experto-. Consiste en tumbarse boca arriba con las rodillas flexionadas y los pies en el suelo y elevar ligeramente la cabeza haciendo un abdominal con la mano situada en el abdomen. En la posición de elevación se palpa con los dedos el límite entre ambos rectos del abdomen. Si hay una brecha o separación -que suele ser de unos 2 centímetros y medio- y los dedos se hunden, existe diástasis de los rectos del abdomen.
Qué hacer y qué no hacer ante la diástasis

Tan importante como saber qué hacer es conocer lo que se no se debe hacer. Algunas conductas habituales, e incluso rutinas que creemos beneficiosas, pueden empeorar la diástasis.
Es importante evitar los abdominales tradicionales que muchas mujeres realizan en un intento por reducir el volumen del abdomen. Estos ejercicios perjudican el suelo pélvico y pueden aumentar la separación entre los rectos.
También se debe huir de las posturas de torsión y tener mucha precaución con el pilates y el yoga. Su práctica incorrecta puede empeorar la lesión.
Desde el blog En Suelo Firme -signado por una matrona, una fisioterapeuta y una madre- se recomienda evitar los esfuerzos con apnea, que implican un aumento de la presión del abdomen, como coger peso o realizar cualquier tipo de actividad física intensa que ejercite esta zona.
También recomiendan evitar, siempre que sea posible, el estreñimiento, dado que los esfuerzos que se realizan en la evacuación suponen una hipertensión abdominal y pueden aumentar la separación entre los rectos del abdomen.
Un nuevo embarazo antes de la recuperación tampoco es buena idea, pero para cuando este se produzca, existen ejercicios que previenen la diástasis. Desde la clínica Vicetto aconsejan “contraer el transverso abdominal, meter ombligo: el bebé estará encantado con el masaje y el movimiento y la mamá estará trabajando los músculos abdominales”.
Los abdominales hipopresivos son efectivos para recuperar la musculatura abdominal tras el parto, aunque existen métodos más específicos para corregir la diástasis. Además, es recomendable tonificar el músculo transverso del abdomen para recuperar la funcionalidad abdominal.
Programas para la recuperación
Existen diversos programas de recuperación cuyo objetivo es tratar de restituir el abdomen y prevenir lesiones. No obstante, el éxito dependerá de la situación de cada persona, influyendo factores como la distancia de separación entre los rectos abdominales. El objetivo de estos consiste en la mejora del suelo pélvico y el aumento de la fuerza del abdomen y la zona lumbar.
“Para recuperarse es fundamental interiorizar lo que no se debe hacer, conocer ejercicios para mejorar el abdomen y aprender a moverse en el día a día sin dañarlo”, afirma Rafael Vicetto, fisioterapeuta especializado en esta región corporal.
Desde la clínica Vicetto señalan que, aunque durante muchos años solo una operación curaba esta lesión, ahora hay tratamientos no invasivos que evitan el paso por el quirófano.
La actividad de StopDiástasis

Concretamente, desde esta clínica han diseñado un programa para la recuperación de la diástasis. Tal y como afirman en la web stopdiástasis.com, en este método confluyen diferentes factores para lograr la efectividad: consiste en aprender qué es lo que daña el abdomen para evitarlo, practicar ejercicios específicos, utilizar una faja diseñada en exclusiva para este método y contar con el seguimiento del equipo de especialistas de la clínica.
El programa está enfocado al postparto, pero también cuentan con un tratamiento que se realiza durante la gestación cuyo objetivo es prevenir el daño abdominal y mejorar el suelo pélvico, algo que, según afirman, ayuda también durante el parto.
El tratamiento posterior a la gestación puede comenzar tras dos semanas si se trata de un parto natural y, en caso de que se haya practicado una cesárea, tras cuatro semanas, siempre que no existan problemas asociados.
Además, desde StopDiástasis destacan que estos ejercicios no solo benefician al abdomen, sino también a la espalda y al suelo pélvico. Y señalan que, incluso habiendo pasado unos años tras el parto, es momento de recuperar el abdomen independientemente de la forma física y la edad.
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