El sacerdote Miguel Pajares, que ha fallecido hoy en el Hospital madrileño Carlos III víctima del ébola, estaba invadido por el virus, que "se lo había comido por todos los lados", ha dicho hoy a Efe una fuente hospitalaria cercana al caso

"El ébola había invadido" al misionero Miguel Pajares
Un coche de policía sale por la entrada del Hospital Carlos III de Madrid mientras la prensa espera en los alrededores, momentos después de que el religioso español Miguel Pajares, de 75 años, muriese en el centro hospitalario tras ser infectado por el virus del Ébola en Liberia. EFE/J. J. Guillén
  • 12 de agosto, 2014
  • MADRID/EFE

Pajares, de 75 años, que fue repatriado desde Liberia el pasado día 7 e ingresado en el Hospital madrileño para tratarle, ha fallecido esta mañana por el virus del Ébola tras pasar una noche en la que su estado de salud se ha ido complicando progresivamente.

Según la citada fuente, entre las tres y las cuatro de la madrugada el sacerdote, que "estaba muy mal, e invadido por el virus", sufrió una parada respiratoria, ante la cual una junta de médicos decidió mantenerle sedado y sin intubarle. "Ahí comenzó el declive", ha lamentado.

El paciente tenía el riñón mal, de hecho ya no orinaba, padecía también tifus, sufría problemas cardíacos y "había perdido todas las defensas", con lo cual "la salvación de su vida no era posible".

Imagen de vídeo sin fechar facilitada por Fundación Juan Ciudad ONG del religioso español Miguel Pajares (d). EFE

La misma fuente ha destacado que, independientemente del mérito médico, es "encomiable el trabajo técnico del personal de enfermería que ha mantenido la higiene del paciente", un factor fundamental para evitar cualquier propagación de la enfermedad.

"Cualquier movimiento mal hecho es peligroso", ha advertido, para recordar que "los trajes de protección (del personal médico y sanitario) se calientan y humedecen dentro hasta unos 40 grados centígrados de modo que el personal debe hidratarse de forma abundante para evitar una lipotimia".

La monja Juliana, con fiebres tifoideas

En la misma planta donde estaba el cura, en una habitación contigua, permanece la monja Juliana Bonoha, que hasta el momento ha dado negativo en las pruebas del ébola pero que también está infectada de tifoideas. Se trata de un ingreso preventivo ya que tiene que estar 21 días en periodo de observación.

Aunque no hay constancia de su contagio por el virus, apunta la fuente, se sigue un protocolo de seguridad "idéntico" al mantenido estos días con Pajares.

Además, la hermana está en observación continuada y se le seguirán realizando analíticas durante el resto de los días estipulados para descartar cualquier riesgo, si bien su estado de salud es bueno y permanece estable.

El cadáver de Pajares, sellado e incinerado sin autopsia

El cadáver del sacerdote Miguel Pajares,  envuelto en un sudario especial, y su ataúd sellado con una cinta de zinc e incinerado", sin practicarle la autopsia para evitar la propagación de la enfermedad, de acuerdo con el reglamento de la Policía Sanitaria Mortuoria de la Comunidad de Madrid.

El manejo "post morten" de un cuerpo infectado por ébola, o con solo la mera sospecha de haberse contagiado con este virus, prohíbe la autopsia por "la alta carga viral de los fluidos corporales".

El contacto con los cadáveres debe realizarse "por personal entrenado" y no se procede, en estos casos, a ninguna preparación del cuerpo del difunto, han precisado hoy a Efe fuentes sanitarias.

A continuación, se procede al sellado del fallecido que finalmente es incinerado por la Policía Sanitaria Mortuoria.

En cuanto a las medidas de control ambiental, la norma exige la limpieza con desinfectantes de uso hospitalario de las superficies potencialmente contaminadas así como la incineración de la ropa o prendas que hayan estado en contacto con el cuerpo.

El cura, natural de la Iglesuela (Toledo) que ha decretado tres días de luto oficial, será enterrado en el panteón de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, confirmaron los hermanos del fallecido.

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