Nuestro corazón es nuestro motor, los riñones el filtro, los ojos nuestro mundo y el cerebro quienes somos, órganos sobre los que la hipertensión multiplica las probabilidades de padecer patologías como un ictus o un accidente cardíaco, riesgo que afecta a cinco millones de hipertensos en España, de los cuales, sólo la mitad saben que lo son

La hipertensión sin ideas preconcebidas
Varias enfermeras realizan una prueba de hipertensión a un ciudadano en una carpa instalada en la Plaza de los Bandos de Salamanca. EFE/J.M.García
  • 19 de febrero, 2015
  • MADRID/EFE/ALEJANDRO PARRILLA

Tomar conciencia, conocer nuestro cuerpo y mejorar los hábitos de vida respecto a nuestra tensión arterial son las claves que persigue el libro “Vivir bien con hipertensión” (Ed. Paidós), escrito por el periodista especializado en salud, Ramón Sánchez-Ocaña.

Con el paralelismo entre nuestras arterias y las tuberías de una casa, el autor del libro explica, en una entrevista a Efesalud, como cuando la presión que ejerce la sangre sobre los vasos sanguíneos es muy elevada, el riesgo de que “revienten es innegable”.

Ello supone exponer a nuestro corazón y a nuestro cerebro a un sobreesfuerzo que convierte a la hipertensión en el factor más importante del ictus, la insuficiencia cardíaca y la cardiopatía isquémica.

La OMS cita la hipertensión cuando la tensión sistólica (la alta) supera los 140 mm de mercurio y la diastólica (la baja) los 90 mm de mercurio, valores que en España se miden en centímetros.

Ser conscientes es el primer paso. Quizás el más importante. Ya que conocer los peligros de la hipertensión facilita adaptar los hábitos de vida para limitar los peligros de un factor crónico, que acompaña al paciente durante toda su vida.

Yo creo que la hipertensión...

Quizás no sepamos responder ciertas cuestiones sobre esta patología. Sin embargo, fruto de la cultura popular, se aceptan por verdaderas algunas teorías que pueden limitar la eficacia a la hora de controlar nuestra tensión arterial:

“Es verdad que la tensión aumenta con la edad, hasta 1.5 puntos cada diez años, pero si tienes una tensión elevada de joven, el futuro puede ser serio”, afirma Sánchez-Ocaña.

Otros aspectos que se deben aclarar:

Imagen del periodista especializado en salud Ramón Sánchez-Ocaña. Efesalud.com
Ramón Sánchez-Ocaña. EFE-Foto cedida por Argumentaria
  • El estrés influye sobre la tensión, pero no tanto como imaginamos, por lo que “no siempre un ciudadano ajetreado es hipertenso”, añade.
  • No existe Tensión Compensada, es decir, los valores diastólico y sistólico no se equilibran, son independientes y por tanto, existe un riesgo siempre que uno de los dos sea elevado.
  • Los diferentes valores según se tome la tensión en el ambulatorio, en casa o en la farmacia se debe a la “hipertensión de bata blanca”, que supone su aumento momentáneo debido al estrés que provocan estos espacios en el paciente.
  • Frente a las dietas sin sal, aconsejadas inicialmente, hoy en día, se recomienda reducir su consumo a 5 gramos diarios, equivalente a 2 gramos de sodio.
  • El café con hipertensión se puede tomar, pero la cantidad no debería superar las tres tazas al día.

El autor del libro remarca que es importante educar a los niños en comer con poca sal ya que “se nos educa en una dieta salada”, en la que se consume entre 6 y 7 gramos al día.

Conocer nuestro cuerpo. Saber los riesgos de una tensión elevada. Llevar unos hábitos de vida saludables. Todas estas son reflexiones sobre las que el autor del libro se pregunta: ¿por qué hay que hacerlas después de que aparezca, por ejemplo, un infarto?

Tratamiento inicial: dieta y ejercicio sin tabaco

Cuando la tensión aumenta, es momento de tomar medidas. Lo primero son las pautas previas que se relacionan con la reducción del consumo de sal y alcohol, con combatir el estrés, reducir peso y sobre todo, dejar de fumar.

El tabaco es un factor de riesgo cardiovascular y desencadenante de una tensión elevada, por lo que abandonarlo, reduce un 50% el riesgo cardiovascular, según recoge el libro.

Una señora se toma la presión arterial en la carpa instalada por la Fundación Española del Corazón en la plaza Mayor de Madrid. Efesalud.com
Una señora se toma la presión arterial en la carpa instalada por la Fundación Española del Corazón en la plaza Mayor de Madrid. EFE/Chema Moya

Para conseguir este objetivo, el periodista Sánchez-Ocaña apunta consejos como anotar razones de peso, recibir el apoyo de otras personas con el mismo propósito o fijar un calendario.

La palabra dieta también puede suponer un esfuerzo, sin embargo, el equilibrio y no la prohibición es el objetivo de una alimentación adecuada a la hipertensión. La primera meta es superar los primeros esfuerzos y llegar a reducir el peso inicial un 10%, lo que supone un descenso de 10 mm de mercurio en la presión sistólica.

“Nosotros cumplimos las leyes de la termodinámica, si consumimos energía y no la empleamos, pues engordamos”, afirma.

Para equilibrar nuestro gasto y alejarnos de la obesidad, que influye directamente sobre la presión arterial, lo ideal sería caminar una hora diaria.

Sólo después de estas medidas, si no se logra reducir los niveles de presión arterial, es cuando el médico recurre a un tratamiento farmacológico. Una o varias pastillas que acompañan al paciente de por vida y que no se deben abandonar ya que, transcurrido el primer año,  el 50% de los pacientes dejan de seguir las prescripciones facultativas.

“De la salud hay que ocuparse, no preocuparse”, concluye el periodista Sánchez-Ocaña, quien considera que la base del cuidado de la hipertensión es “saber que somos una máquina perfecta, que hay que cuidar”. 

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