En España ser hombre y tener más de 40 años supone un riesgo de padecer sobrepeso, obesidad general y obesidad abdominal, circunstancia que se contrarresta en los casos que tienen un mayor nivel educativo y una actividad física vigorosa de 150 minutos a la semana

Este es uno de los resultados de una nueva entrega del estudio científico ANIBES (Antropometría, ingesta y balance energético en España) que analiza en esta ocasión la relación entre los diferentes factores socioeconómicos y estilos de vida con el sobrepeso y la obesidad en una muestra de 1.655 personas (798 hombres y 857 mujeres) entre 18 y 65 años.
Coordinada por la Fundación Española de Nutrición (FEN), esta investigación ha sido publicada en la revista científica Plos ONE.
En la población masculina, tanto el sobrepeso (40,5%), como la obesidad general (22,7%) y la obesidad abdominal (64,7%) fue significativamente superior a la femenina: sobrepeso (31,4%), obesidad general (17,3%) y obesidad abdominal (52,5%).
Y es que las hormonas sexuales afectan tanto a la cantidad como a la distribución de la grasa corporal, por lo que el sexo es un factor que influye en la composición corporal, así como en la oxidación y movilización de las grasas.
Según ANIBES, el aumento del riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad en hombres podría venir determinado por las diferencias en los patrones de actividad física o de hábitos alimentarios, que existen entre la población masculina y femenina.
Nivel educativo e ingresos económicos
La mayor parte de los participantes en la investigación habían terminado una educación equivalente a secundaria (48,9 %), la media mensual de ingresos en la mayor parte de los casos se encontraba en la horquilla entre 1.000 y 2.000 € (39,1 %), y el 16 % no tenían trabajo.
Los resultados de ANIBES indican que sólo un nivel educativo universitario estaba inversamente asociado con el padecimiento de sobrepeso y obesidad general y abdominal. Por otra parte, un nivel de estudios superior a los primarios se asocia con una protección frente a la obesidad general y abdominal.
El nivel educativo puede ejercer una influencia en la salud y el peso corporal ya que está relacionado con el conocimiento en temas de salud y de estilos de vida saludables, incluidos los hábitos de alimentación y de actividad física.
Por su parte, los ingresos familiares condicionan las elecciones de alimentos, pero en general suelen ir asociados a otras influencias socioeconómicas, como el nivel de estudios, que también modulan los hábitos alimentarios y el estilo de vida.
Actividad física
La mayoría de los participantes en este estudio (62,9 %) dedicaba menos de 75 minutos a la semana a la realización de actividad vigorosa. Según las recomendaciones, más de 150 minutos semanales se asocian con un menor riesgo de sobrepeso y obesidad general y abdominal.
La investigación ha mostrado que las mujeres pasaban más tiempo realizando actividad física de intensidad moderada a vigorosa, aunque un 21,6 % dedicaba menos de 150 minutos a la semana a realizar algún tipo de actividad física.
En contraste, los hombres dedicaban más tiempo a la semana a realizar actividad física de intensidad vigorosa y el 52,6 % de la población dedicaba menos de 75 minutos semanales.
Ver la televisión y dormir

Dedicar horas a la televisión se considera un comportamiento sedentario y un 65,5% de los encuestados confiesan verla bastante o muy a menudo, lo que contribuye a la obesidad y no solo por no realizar actividad física sino también por la influencia de “anuncios relacionados con alimentos de alta densidad energética y otros condicionantes que favorezcan el hecho de comer más”.
Dormir es también un importante factor de estilo de vida con influencia en la salud. La media de horas de sueño de la población participante en el estudio fue de 7,46 horas al día, y el 46,7 % dormía, al menos, 8 horas diarias.
Según los resultados obtenidos, dormir 7 horas o más al día se asoció con un menor riesgo de padecer obesidad general y abdominal y el riesgo fue incluso menor a partir de las 8 horas diarias
“La asociación entre dormir y el desarrollo de obesidad puede ser debida a que los individuos que permanecen más tiempo despiertos tienen mayor posibilidad de sentir hambre y mayor número de ocasiones para comer. También puede suceder que dormir poco se asocie con un estilo de vida menos saludable”, apunta el estudio.
Consumo de tabaco

Un tercio de los encuestados declara ser fumador. En este estudio, como en otros, fumar se asocia con un menor riesgo de prevalencia tanto de obesidad general como de obesidad abdominal porque la nicotina incrementa de forma intensa los niveles de diferentes neurotransmisores y supresores del apetito y, en consecuencia, reduce la ingesta de alimentos.
El incremento de peso asociado a dejar de fumar disuade a muchos fumadores de abandonar el hábito, pero con un programa de ejercicio y control del consumo de alimentos, el peso puede ser controlado y mantenido, sobre todo al transcurrir un tiempo desde el abandono del hábito tabáquico, con grandes beneficios sanitarios asociados, apuntan los autores.
Sugerencia
Tras los datos aportados por en el estudio, la estrategia de prevención y reducción de la obesidad general y abdominal debería mejorar los hábitos de sueño y de actividad física y dirigirse en especial a los grupos más vulnerables, como aquellos con un nivel educativo menor, sugiere el estudio ANIBES.
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