Pablo López sufrió un infarto de miocardio durante sus vacaciones en Gran Canaria y, tras pasar por la UCI, inició un programa de rehabilitación cardíaca. A pesar de que mantiene una parte de la medicación de forma crónica, afirma que, en su caso, el infarto “ha supuesto un enriquecimiento en su vida” que, paradójicamente, “ha cambiado para mejor”

Hay mucha vida después del infarto
EPA/ROBIN UTRECHT
  • 23 de marzo, 2017
  • Madrid/EFE/Ana María Belinchón

Miedo, incomprensión, desconcierto, frustración e incertidumbre son algunos de los sentimientos que puede experimentar una persona que acaba de sufrir un infarto de miocardio.

Una actitud positiva y una participación activa en el tratamiento son fundamentales para lograr una recuperación favorable.

La Fundación Española del Corazón (FEC) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC) han desarrollado el proyecto Paciente Experto con el objetivo de que los afectados conozcan, participen y sean protagonistas en la prevención y seguimiento de su enfermedad.

Esta iniciativa, que forma parte del programa Mimocardio, cuenta con casi 120 pacientes acreditados y con la adhesión de 105 hospitales españoles.

“Cuando un paciente ha terminado el programa de rehabilitación cardíaca y ha adquirido los conocimientos necesarios de la enfermedad y su autocuidado, puede ser propuesto para hacer un curso online, acreditarse por la SEC como paciente experto y ayudar a otras personas”, explica Raquel Campuzano, miembro de la SEC-FEC y cardióloga del Hospital Universitario Fundación Alcorcón.

¿Y ahora qué?

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Pablo López, “paciente experto” gracias al programa Mimocardio de la SEC. Imagen cedida por esta sociedad científica

Cuando una persona sufre un evento cardiovascular, su vida se ve profundamente afectada por este acontecimiento, no solo a nivel físico, también en el ámbito psicosocial, ya que tiene que incorporar unos nuevos hábitos de vida y un cambio de actitud.

Es el caso de Pablo López, que sufrió un infarto de miocardio provocado por una obstrucción de arterias (cardiopatía isquémica) durante sus vacaciones en Gran Canaria.

“Tardé tres horas en acudir a urgencias, pensaba que era cualquier cosa menos un proceso de infarto, realmente mi percepción de riesgo era cero”, cuenta en una entrevista con EFEsalud.

Tras pasar por la UCI, le implantaron un stent e inició un programa de rehabilitación cardíaca en San Sebastián, ciudad donde reside actualmente.

“Está demostrado desde hace 40 años que estos programas disminuyen la morbimortalidad en un 50%”, informa la doctora Campuzano.

Pablo, que está acreditado como “paciente experto”, afirma con determinación que su vida ha cambiado para mejor: “Hubo momentos en los que me llegué a plantear que había sido un regalo”, sostiene.

Tal y como afirma la especialista de la SEC, dejar de fumar es lo primero que hay que hacer para prevenir los eventos cardiovasculares. Y Pablo no lo dudó desde el primer momento: “Solía fumar dos paquetes de tabaco al día y desde el infarto no he vuelto a coger un cigarro”, destaca.

También ha incorporado nuevos hábitos de vida: recorre hasta 200 kilómetros semanales en bicicleta y realiza ejercicios aeróbicos diarios. “Ya no cojo el coche, siempre me desplazo en bicicleta por San Sebastián”, refiere.

En cuanto a la alimentación, la doctora Campuzano recomienda la dieta mediterránea con predominio de vegetales, frutas, legumbres, pescados, poca carne grasa y pocos embutidos, así como llevar un control estricto de las glucemias si se padece diabetes y mantener los niveles de colesterol normales.

Actitud positiva tras el infarto

La percepción de Pablo cambió profundamente desde que sufrió el infarto. “Cuando no tenía claro si iba a salir adelante me replanteé muchas cosas: qué es importante, qué voy a echar de menos…”, declara.

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Productos que forman parte de la dieta mediterránea, como legumbres, aceite de oliva o verduras. EFE/Paco Torrente

A su juicio, la preparación psicológica es determinante porque al principio es normal pasar por un periodo de bajón y miedo.

“Una vez que sales de esta situación, la forma de entender el trabajo, las relaciones humanas y los valores han cambiado completamente”, sostiene.

La gran paradoja de su vida, afirma, es que el infarto ha supuesto “un enriquecimiento en su vida” porque ahora ha incorporado unos hábitos muy saludables y una actitud positiva ante la adversidad.