Ex presidenta de Médicos sin Fronteras (MSF) y autora del libro “Dejarse llover”, una historia que Fernando León de Aranoa acaba de llevar al cine, Paula Farias Huanqui ha heredado de su padre, el escritor Juan Farias, no sólo el gusto por escribir sino también un enfoque humanista de la vida que le ha conducido a ejercer su profesión de médico por medio mundo

Ébola

“Hemos aprendido muy poco de la epidemia del ébola. El virus ya llevaba matando gente hacía muchos años, y en la epidemia del año pasado MSF se quedó afónico avisando la que se avecinaba si no se tomaban medidas, pero nadie escuchó.Cuando nos salpicó nos asustamos. Nos llevamos las manos a la cabeza e hiperreaccionamos tarde y como un elefante en una cacharrería, gastando una cantidad de dinero ingente para parar aquello que nos daba miedo…
… lo que ocurrió con el ébola fue el resultado de un sistema sanitario totalmente desestructurado, con una falta de capacidad de prevención absoluta. Eso sigue estando ahí, podía volver a ocurrir, y volveremos a llevarnos las manos a la cabeza, y volveremos a hacer lo mismo. Occidente reacciona cuando le dan miedo las cosas …Volverá a ocurrir y volveremos a hacer lo mismo, está bien el despliegue, pero si no hubieran visto esa amenaza llegando a casa, no habrían hecho nada.”
Escritura

“Escribes para llegar a la gente que tienes cerca, en casa escribimos todos, quieres que te lean tus hermanos, triunfar en el salón de casa, luego que se venda fantástico, pero uno quiere triunfar en su mundo pequeño, entre tus amigos..
Escribir es una forma de contarte a ti mismo muchas cosas de ti mismo, escribo porque me gusta.Nunca hago fotos, no soy nada fotógrafa, y los sitios los fotografío escribiendo, te llevas las sensaciones, los matices, es mi forma de fotografiar el mundo, guardármelo, explicármelo. Es un poco una manera de recoger lo que sientes, saber lo que has sentido, te lo explicas, y es más fácil de manejar también todo…”
Refugiados
“Ellos van a seguir viniendo porque no les queda otra, huyen de una situación sin futuro a medio plazo, quizá a largo plazo lo tengan , y hay que darles cobijo, es que te puedes poner como te pongas, están ahí y vienen, tu no puedes tener gente en la puerta de tu casa lloviendo y pasando hambre, eso nos deshumaniza, una sociedad no puede consentir una cosa así….

Es fácil teorizar sobre si se debe negar la entrada a la gente cuando lo conviertes en cifras y en macro, pero llévatelo al micro, a tu casa, a una familia llamando a la puerta, y entonces si ahí eres capaz de decir mira no te voy a abrir, si eres capaz de tomar esa decisión, hazlo, aunque entonces como sociedad estaríamos perdidos.
Alguien que se echa los trastos y a su hijos al hombro, y echa andar y es capaz de decir voy a pelear. No es gente gris, quieren salir adelante, quieren un espacio, no la sopa boba, no buscan ser dependientes de nadie, son supervivientes, son unos campeones, eso periplos que hacen, que se cruzan el mar, esa odisea que pasan, esa gente con energía….”
Acceso a los medicamentos
“Ahora estamos viviendo en carne propia el acceso a los medicamentos con el tema de la Hepatitis C, a la gente le escandaliza…¿Cómo es posible?. Es lo mismo que pasaba antes con los retrovirales y África, que sea inaccesible el tratamiento por una cuestión de precio, es exactamente el mismo paradigma. ¿Cómo se puede permitir que una gestión comercial al final suponga una vida humana? Es así de brutal. En nombre de unos intereses comerciales, se ponen por encima del derecho a la vida, es brutal…

Y la gente arremete contra un Gobierno porque no paga esos tratamientos, pero se olvidan de cuestionarse cómo puede estar costando lo que está costando, pero se dejan fuera a las farmacéuticas en el reparto de responsabilidades, cuando además en esta caso no es ni siquiera resultado de una inversión en investigaciones sino un ejercicio especulativo, una maniobra comercial. ¿Tendríamos que pagar el tratamiento a todo el mundo? Bueno, habría que hacer las cuentas.
En África, cuando el tratamiento del VIH costaba 10.000 euros por persona al año, no se trataba sólo de falta de voluntad política, se trataba de imposibilidad. Esto lleva a la lucha por los genéricos y a día de hoy el tratamiento no pasa de 80 euros por persona y año, se ha cambiado el paradigma. Solo cuando lleguemos al extremo se buscará otra solución, como nosotros no hemos llegado al extremo con el tema de la Hepatitis C, dicen, bueno que lo pague el Estado. Vale, de acuerdo, debería pagarlo, pero reparte responsabilidades y combate el status quo”.
Los inicios

“Cuando acabé la residencia me marché a Londres a estudiar medicina tropical y de ahí entré en el mundo de las ONG. Alguna vez , puntualmente, entre misiones, cuando nació mi primer hijo y esperaba el segundo (tengo tres), estuve trabajando como médico de pueblo en la Isla La Graciosa (Lanzarote).
Pero antes de hacer la residencia, me fui al Amazonas con unos compañeros para llevar a cabo un proyecto en el río Madeira, con un barquito de cuatro tiempos, para hacer asistencia primaria, pero nos dimos cuenta de que todavía no eramos médicos:habíamos estudiado medicina pero eso no nos convertía en médicos, sino todo lo contrario, eramos un peligro y regresamos para hacer la especialidad …
Durante los veranos, viajaba a África o América Latina, cubriendo huecos de médicos. Ese impulso de ayudar a los demás, ese enfoque humanista lo hemos heredado, yo y mis hermanos, de mi padre: era un gran humanista, muy de estar en el mundo con la gente, muy de verdad, eso nos obligaba a descartar un montón de cosas de entrada que eran intolerables para él: el trabajar pensado en el dinero, o en la posición, o en el éxito en letras doradas…”
África

“La cuestión de la sanidad en continentes como África es que hay un gran problema de recursos sanitarios y humanos. La gente con formación no está ahí. Es un continente tremendamente disperso y una persona con formación está, pero suele estar en la capital o en las grandes ciudades, y toda la periferia no tiene a quien acudir y el reto es ser capaces de llevar la sanidad a zonas más rurales, dispersarlo y hacerlo más ligero y adaptado a esas realidades. No hay que pretender llevar nuestros estándares de aquí sino estudiar las necesidades que ellos tienen, pero el gran problema es de recursos humanos, porque por mucho que dotes a los centros de material si no tienes gente capaz de gestionarlos.. ahí está el cuello de botella”.
Los nuevos voluntarios

“Ahora te preguntan por condiciones salariales, beneficios sociales, cosas que en mi tiempo no eran así, te decían que te iban a a pagar y no contabas con eso ibas a trabajar porque ponías el corazón y te ibas en las condiciones que fuera, y no mirabas a lo que te faltaba sino lo que hacías. Ahora es más complicado. La gente demanda cierto confort, un salario adecuado, ya no encuentras tanto el corazón y las tripas.
Muchos de los que ahora están en los puestos de dirección de Médicos Sin Fronteras, si fueran a pedir trabajo con su currículo no los cogerían.Es verdad que hay que apostar por la profesionalidad, pero con cuidado de no perder el equilibrio, ese exceso hace que se te quede fuera mucha gente, y creo que si algo nos ha movido y nos ha hecho ser tan grandes son esas cualidades: tripa y corazón, y es cierto que hay que profesionalizarlo, pero si perdemos el corazón nos iremos al garete…”
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