Bucear es un placer, aunque un problema de salud, por insignificante que parezca, puede suponer un grave inconveniente. Para sumergirse de forma segura, los expertos aconsejan someterse a un reconocimiento médico previo con el fin de descartar riesgos, algunos de ellos no tan conocidos

Bucear por el fondo marino es una sensación capaz de hacernos perder la noción del tiempo. A pesar de la placidez, se trata de un deporte riesgo que requiere también un certificado de aptitud.
Los doctores Manuel Carcela y Agustín Ruiz, ambos especialistas en medicina subacuática e hiperbárica y miembros de la Federación Española de Actividades Subacuáticas (FEDAS), explican a EFEsalud los riesgos que conlleva no hacerse un chequeo médico antes practicar este deporte.
Lesiones
1. Causadas por los agentes físicos

Los cambios de presión pueden provocar barotraumatismos. “Las partes sensibles de nuestro organismo expuestas a el riesgo de padecer este problema son todas aquellas que contengan aire. Esta lesión puede darse en oídos, senos, pulmones, aparato digestivo, etc”, explica el doctor Manuel Carcela.
Aquellos órganos que son importantes durante una inmersión, como los oídos, deben estar en perfectas condiciones. Cada diez metros de profundidad se incrementa una atmósfera de presión, este aumento atmosférico es especialmente importante en los diez primeros, por lo que es fundamental verificar que no existe ningún problema en la trompa de Eustaquio (conducto que une el oído a la rinofaringe) ya que, en la inmersión, debe abrirse para equilibrar la presión de dentro del oído con la presión exterior.
Se requiere que los pulmones estén en perfectas condiciones. Controlar que se encuentren en perfecto estado y descartar posibles patologías obstructivas y enfermedades en la pleura, señala el doctor Carcela.
Por su parte, el doctor Ruiz explica que no está recomendada la práctica de este deporte a aquellos que padezcan enfisema bulloso. Este problema está directamente relacionado con las consecuencias que puede provocar el gas, la presión y el volumen. Cualquier espacio aéreo no controlado puede ser causante de enfermedades por descompresión.
También es prioritario descartar que el paciente no padezca ninguna enfermedad cardiovascular. Es muy importante no haber sufrido previamente alguna afección como la cardiopatía isquémica, hipertensión o arritmia, afirma el especialista.
“Las personas que tengan alteraciones del ritmo cardíaco corren el riesgo de sufrir un síncope. Si pierdes el conocimiento en la calle el mayor problema es que te des un golpe, pero en el agua la pérdida de conocimiento puede acarrear serios problemas y hasta el fallecimiento”, alerta.
Pero no solo la presión puede ser causante de trastornos, el frío puede provocar hipotermia, aunque gracias a los avances en los equipos es muy difícil que esto suceda, a no ser que se produzca alguna rotura en el neopreno, el material del traje, asegura Manuel Carcela.
Pero también sufrir una simple gripe, padecer alergia o tener taponado un oído a la hora de la inmersión, pueden ser causantes de serios problemas que pueden conllevar a patologías graves, advierte este especialista.

2. Causados por los agentes químicos

El doctor Agustín Ruiz explica que el ser humano está adaptado a respirar a presión atmosférica, pero ¿qué sucede cuándo respiramos a altas presiones?. Al sumergirnos, nos sometemos a una presión y el regulador o respirador aspira más aire de lo que necesitan los pulmones. “A diez metros la presión se incrementa en una atmósfera, debido a esto tenemos en los pulmones el doble de aire. Si ascendemos de forma brusca, al disminuir la presión puede ser causante de un barotraumatismo”, afirma.
Esto puede generar un accidente grave por descomprensión que aunque se trate a una lesión en la que intervienen los agentes físicos, los químicos también están presentes. “Cuando nos sumergimos a grandes profundidades respiramos un 39% de nitrógeno y un 21% de oxígeno, estos dos gases sometidos a grandes presiones tienen tendencia a entrar en los tejidos. Así como el oxígeno se metaboliza, el nitrógeno no”, explica.
El nitrógeno tiene una apetencia especial por la sustancia grasa. Según el doctor Ruiz, la grasa se acumula en el sistema nervioso central y en las grandes articulaciones, en el cerebro o en la médula espinal, sobre todo cuando nos encontramos a 20 o 30 metros de profundidad. Para que estos gases acumulados puedan desaparecer sin causar ningún problema es necesario hacer paradas de descompresión.
Por ejemplo, si se nos sobresatura el hombro o cualquier otra articulación con nitrógeno, este gas debido al cambio de presiones tenderá a desaparecer por si solo, pero para que esto suceda es necesario llevar a cabo lentamente la ascensión a la superficie. Si no realizamos paradas al subir, el nitrógeno al no metabolizarse se va a convertir burbuja y esto da lugar al accidente por descomprensión o a un aeroembolismo.
Finalmente, los especialistas señalan que es obligatorio someterse a un control médico anual en el caso de ser profesional del buceo. Sin embargo si se trata de buceo deportivo, lo normal es hacerse un chequeo cada dos años.
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