Cuando estamos en el trabajo y sentimos que se nos cierran los ojos, bostezamos repetidamente y nuestra mente se ralentiza es un síntoma inequívoco de que no hemos descansado lo suficiente durante la noche. La somnolencia supone una disminución del rendimiento y un posible un riesgo de accidente. La privación crónica o parcial de sueño, de relieve en el Día Mundial del Sueño

La neuróloga Montserrat Pujol es una activa investigadora del mecanismo del sueño. Vocal del Grupo de Estudios de Trastornos de Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN) ha analizado los motivos y las consecuencias de la somnolencia en el ser humano, en especial en el ámbito laboral.
“Somnolencia es aquella sensación subjetiva que, en general, precede al sueño, ganas de dormir, pérdida del interés por estar despierto…”, define la doctora quien indica que también se relaciona con cansancio o apatía.
Montserrat Pujol afirma: “si se ha descansado bien es difícil dormirse en cualquier momento del día. No te puedes dormir si tu cerebro no está preparado en ese momento. No depende de nosotros, hay marcadores internos, sustancias químicas que se liberan y hacen que llegue el sueño”.
Si sentimos la necesidad de echar una cabezada -sobre todo los adultos jóvenes que cada día van a clase o al trabajo- la razón está en que dormimos menos de lo que el cuerpo y, sobre todo, el cerebro necesita.
“Pero no hacemos caso -apunta Pujol- estamos acostumbrados a trabajar mucho y a no prestar atención al sueño. Y es muy importante porque en esas horas de descanso es cuando recargamos energía y nuestro cerebro recupera memoria, sigue trabajando”
Además de la privación de sueño, hay otras causas para la somnolencia como hábitos incorrectos, determinados fármacos, el consumo de alcohol, enfermedades médicas y psiquiátricas, y las enfermedades propias del sueño, como la narcolepsia, la apnea o piernas inquietas.
La somnolencia produce cambios en la conducta, hipoactividad motora, respiración regular y lenta, bostezos, lentitud mental, disminución del parpadeo…
Las personas que van robando horas al sueño cuando llegan al trabajo muestran “falta de concentración y de atención, cometen errores y, en general, baja la calidad de su tarea”, apunta la doctora.
Los trabajadores por turnos, los que menos duermen
Montserrat Pujol cita un estudio del 2005 que refleja que la prevalencia de somnolencia diurna excesiva en la población adulta es del 2,5%, un porcentaje que considera “muy alto” teniendo en cuenta que enfermedades como el parkinson o las embolias registran índices más bajos.
Destaca que estos problemas del sueño ya se investigan desde hace décadas. Así, un estudio de la American Sleep Disorders Association, de 1995, reflejaba ya que los trabajadores que tienen que cambiar de turno de trabajo (mañana, tarde y noche), en un 82% de los casos duermen menos de 5,5 horas. Aquellos que cumplen su jornada por la noche tienen una media de sueño de 5,8 a 6,4 horas.
Y muestra en dato que dispara las alarmas: cada hora y media de sueño que perdemos una noche supone un descenso del 32% de nuestro nivel de alerta durante el día.
Lo que conlleva una disminución de la energía, del estado de animo, fatiga, disminución del rendimiento y accidentes laborales. “Muchas veces hay personas que dicen padecer problemas en su estado de ánimo y en realidad son problemas de sueño”.
Otro estudio más actual, de 2011, realizado en Estados Unidos por Journal Sleep Resert con un seguimiento de mil personas con una edad media de 47 años y sin alteraciones del sueño, constata que los que trabajan más horas duermen menos y los que trabajan menos horas duermen más. Además, los que menos duermen desarrollan más enfermedades y precisan más bajas laborales.
En este cuadro se observa el rendimiento laboral de trabajadores que no sufren trastornos de sueño pero que duermen menos o igual a 6 horas; de trabajadores con problemas de sueño como insomnio, apnea o piernas inquietas y trabajadores con turnos de trabajo con alteraciones de sueño.

¿Recuperamos si dormimos más el fin de semana?
El tiempo medio de un buen descanso puede estar en las 8 horas “pero depende de cada persona y de la edad”. En cualquier caso si una persona cada noche duerme menos de 8 horas y los fines de semana o días de descanso laboral añade dos o más horas de sueño, “para recuperar”, esto significa “que se están privando de sueño durante la semana”, explica la doctora.
Sin embargo, no está claro que las horas de sueño que perdemos durante la semana y, por tanto, ese déficit de recarga de energía, la recuperemos si dormimos más durante el fin de semana. Los investigadores están divididos en este punto.
La neuróloga Montserrat Pujol argumenta que cuando no hay que ir a trabajar, “todos podemos dormir un poquito más, pero si se llega a dos o más horas eso denota que padecemos falta crónica de sueño”.
Explica que si durmiéramos lo suficiente nuestro reloj biológico estaría bien programado y nos despertaríamos y dormiríamos a la misma hora, sin necesidad de un despertador que nos interrumpa. “Pero lo hacemos al revés: nos vamos tarde a la cama, nos ponemos temprano el despertador y nos tomamos un café para espabilarnos”.
Los españoles no somos muy madrugadores en comparación con otros países europeos ya que nuestros biorritmos se adecúan a las generosas horas de sol. “Pero es cierto que nos acostamos demasiado tarde para la hora a la que nos tenemos que levantar. Incluso los adolescentes y los niños tienen un retraso de sueño, están en el cole con la sábana”.
La neuróloga recomienda “el sentido común de los abuelos: dormir en su justa medida prestando atención a nuestro cuerpo”. Pero reconoce que hay elementos, como la televisión, que nos secuestran en el sofá más de lo debido.
“Dormir es tan importante como una comer de forma adecuada” y por eso Montserrat Pujol se queja de la desinformación de la población y de que la falta de financiación haya enterrado los cursos sobre el sueño que organizaba el Grupo de Sueño de la SEN para neurólogos residentes. La crisis también nos quita el sueño.
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