El feto macrosómico es el bebé que nace con más de cuatro kilos tras nueve meses de gestación. Es el caso reciente de María Lorena, que llegó al mundo en Denia (Alicante) con 6,20 kilogramos. Las primeras horas son cruciales para estos neonatos “gigantes” ya que hay que controlar especialmente el parto y sus niveles de glucosa

Lina Robles es periodista colombiana. El pasado 20 de junio dio a luz a Óliver, su primogénito de cuatro kilos y medio. Un peso que le hizo ganar el diploma de niño más grande de la semana de la clínica de Barranquilla donde nació. Esta es solo una de las anécdotas que Lina ha vivido desde que es mamá de un feto macrosómico.
El jefe de la Sección de Neonatología del Hospital Universitario La Paz (Madrid), Jesús Pérez Rodríguez, explica que estos niños nacen con más de cuatro kilos, de acuerdo a las curvas de crecimiento. “Cuando su peso está por encima de lo que es habitual en el 90 por ciento de la población, es decir, por encima de cuatro kilos, estamos frente a un caso de macrosomía”, asegura el especialista.

Por su parte, Lorenzo Sánchez de León, jefe de neonatos del Hospital Universitario de Móstoles (Madrid), indica que las curvas de crecimiento dependen del proceso de gestación: “Para cada momento de la gestación hay un peso adecuado y lo que está por encima de esas medidas se considera macrosómico o de peso elevado para la edad gestacional”.
Esa es la razón por la que un niño que nace a los siete meses con un peso de dos kilos también puede considerarse macrosómico, “pero los que suelen ser noticia son los bebés a término, que pesan más de cinco kilos, los casos excepcionales”, señala el doctor Jesús Pérez de La Paz.
Las mismas medidas se usan para los bebés más pequeños. “La media de los nacimientos en España es de un poco más de tres kilos. Los niños que nacen con menos de dos kilos y medio se consideran de bajo peso para la edad gestacional”, precisa el especialista del Hospital de Móstoles, Lorenzo Sánchez.
El bajo peso no fue un problema en el embarazo de Lina Robles, una mujer de 1,77 de estatura y con un esposo, Juan Pablo, de casi dos metros. Su enorme tripa ya anunciaba que el pequeño iba a ser muy grande. Y Lina causaba sensación en Barranquilla, su ciudad natal. Cada vez que salía a la calle “no faltaban los curiosos que querían tocarme la barriga o tomarme fotos”, comenta a EFEsalud.
¿Por qué algunos crecen tanto en la gestación?
El jefe de neonatos del Hospital de Móstoles asegura que los factores que influyen en el crecimiento excesivo de un feto no están claros. “Hasta en un 8% de los partos aparece un niño macrosómico y no podemos determinar con exactitud la causa”, afirma el experto.
Lo que sí es un hecho es que papás y mamás de tallas grandes o con sobrepeso a veces tienen súper bebés y que, según el doctor Sánchez, “la mayoría de niños macrosómicos están relacionados con prediabetes o diabetes en las madres”. Se estima que hasta un 40% de las mamás diabéticas gestan un niño macrosómico.
El pediatra Jesús Pérez, por su parte, además de esta enfermedad, menciona otras posibles causas: “la alimentación excesiva durante el embarazo (obesidad materna), factores genéticos, niños con cuadros de malformaciones y diferencias raciales”.
Lina Robles no tuvo un aumento exagerado de peso durante la gestación, pero confiesa que estaba “pasadita de kilos” antes de quedar embarazada. Por eso, tuvo que seguir al pie de la letra las recomendaciones nutricionales. No obstante, su rostro y sus piernas se hincharon considerablemente durante el último mes.
Inconvenientes de ser un feto macrosómico
Aunque se cree que los súper bebés vienen con salud extra, en realidad son niños de especial riesgo en las primeras horas por dos factores: el parto y los niveles de glucosa.
El doctor Jesús Pérez explica que es fundamental buscar la causa del crecimiento excesivo de un bebé a través de los antecedentes familiares y la historia obstétrica.
“Muchas veces, cuando se van teniendo hijos sucesivos, el peso de los últimos tiende a ser mayor”, asegura el profesional.
Ese es el caso de Maxime Marín, la británica de 40 años que la semana pasada dio a luz en Denia (Alicante) a María Lorena, la nena de 6,2 kilos.
Maxime aseguró a los medios que calculaba que su hija nacería con unos 4 kilos de peso, como había sucedido con sus otros tres hijos, pero no contaba con esos dos kilos de más.
Héctor Boix, el jefe de Pediatría que estuvo al frente de este nacimiento, explicó que había que hacerle un seguimiento a María Lorena durante sus primeros días porque un feto macrosómico es “bastante pasivo, le cuesta despertarse y, por ende, alimentarse”.
Lo que más asombra de esta historia es que Maxime dio a luz por parto natural y sin anestesia epidural.
El parto
“Los partos de los bebés macrosómicos pueden ser muy complicados por el tamaño de estos niños, ya que aumenta el riesgo de traumatismo”, explica el doctor Pérez, que elogió la atención que recibió María Lorena porque “demuestra que con una buena valoración obstétrica no siempre es imprescindible hacer una cesárea en estas situaciones”.
Lorenzo Sánchez, del Hospital de Móstoles, aclara que los ginecólogos son capaces de predecir cuánto va a pesar un niño al nacer, lo que facilita la elección de un parto vaginal o una cesárea.

Esa previsión, según este experto, puede evitar graves problemas durante el nacimiento: distocias (dificultades en el alumbramiento), fracturas de clavícula o de huesos largos como el fémur o el húmero y parálisis braquial, que es una lesión que afecta los nervios que están alrededor de los hombros.
Por eso, para Lina, que quería un parto natural, fue fundamental el control antes del nacimiento. Llegó a la consulta cansada y con los pies adoloridos. Su ginecóloga la encontró muy pesada y con la presión alta. Valoró su pelvis y, de inmediato, la remitió a la clínica: la hora de su cesárea había llegado.
La glucosa
Como la diabetes es la causa más común de un feto macrosómico, el control de la glucosa es lo primero que los médicos vigilan tras el nacimiento.
“Las mamás diabéticas tienen la glucemia muy alta, por eso el páncreas del feto responde con hiperinsunilismo, es decir, produce más insulina de la que debe, porque recibe las mismas cifras de glucosa que su mamá”, indica el doctor Sánchez.
Así, cuando ocurre el parto y se corta el cordón umbilical, el bebé deja de recibir esas cifras y corre el riesgo de hipoglucemia,o sea, que su glucosa descienda a niveles que no puede compensar.

Lina comenta que tras su cesárea, que transcurrió con normalidad, tuvo que desprenderse de su “pequeño” mientras la enfermera le explicaba que tenían que monitorizar la glucosa y practicarle otros exámenes de sangre.
Sin embargo, una vez superados los primeros días, la mayoría de bebés macrosómicos, dice Jesús Pérez del Hospital de La Paz, “crecen con normalidad y los depósitos de grasa que generaron en el útero se regulan en los primeros meses, con una alimentación adecuada”. Los bebés macrosómicos no necesariamente se convierten en niños obesos.
Consejos para las futuras mamás
Lorenzo Sánchez, del Hospital de Móstoles, manifiesta que la alimentación en la gestación tiene que ver “menos de lo que creemos” en los casos de macrosomía, pero aclara que siempre hay que evaluar la ganancia de peso de la madre y controlar la dieta.
Asimismo, la madre debe ser rigurosa con los controles de su hijo, especialmente en los primeros meses.
La actividad física también es importante. Una investigación reciente de la Universidad de Granada demostró que hacer ejercicio moderado tres veces por semana, durante el segundo y el tercer trimestre del embarazo, reduce a la mitad el riesgo de tener bebés con alto peso y, por lo tanto, de una cesárea.
Las madres que participaron en el estudio hicieron un entrenamiento de 55 minutos de ejercicio aeróbico, estiramiento muscular y trabajos de flexibilidad durante tres días a la semana, desde la semana 10-12 a la 38-39 del embarazo. Los resultados comprobaron que la macrosomía disminuyó en un 58% y el parto por cesárea en un 34%.
Otro consejo que no está de más en tiempos de crisis es económico. Jaime, el padre de María Lorena, cuenta que la ropita que compraron para los primeros días “no sirve”. Lina tiene el mismo inconveniente: comenta, entre risas, que Óliver, que aún no ha cumplido los dos meses, come y duerme como un rey con prendas para niños de tres meses.
.-Efesalud
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