La dieta mediterránea, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, vuelve a ser centro de la investigación al demostrarse que interactúa con una variante de un gen estrechamente vinculado con el desarrollo de la diabetes tipo 2 previniendo así los derrames cerebrales. Es un estudio liderado por el doctor José María Ordovás

La dieta mediterránea interactúa con un gen previniendo el derrame cerebral
José María Ordovás en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander en 2012. EFE/Esteban Cobo
  • 14 de agosto, 2013
  • MADRID/EFESALUD/ANA SOTERAS

La investigación corre a cargo del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutriciόn (CIBERobn) y del Centro de Investigación de la Nutrición Humana sobre el Proceso de Envejecimiento Jean Mayer (USDA HNRCA) de la Universidad Tufts de Boston, Massachussets.

Los resultados, publicados en la versión electrónica de la revista Diabetes Care, suponen un avance significativo para la nutrigenómica, el estudio de los vínculos entre la nutrición y la función de los genes y su impacto en la salud humana, especialmente en el riesgo de enfermedad crónica, según un comunicado del CIBERobn.

Los investigadores se propusieron analizar si la genética contribuye a los beneficios cardiovasculares observados en el estudio de Prevención con Dieta Mediterránea (PREDIMED), el mayor ensayo clínico realizado hasta ahora en España y uno de los estudios nutricionales más importantes llevados a cabo en el mundo en el que participaron 7.447 pacientes.

En la citada investigación se monitorizó a los voluntarios para enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular y ataque cardíaco durante casi cinco años. El estudio, dirigido por el doctor José María Ordovás y por una de los jefes de grupo del CIBERobn, la doctora Dolores Corella, se centró en una variante de riesgo del gen TCF7L2 que estaba presente de manera homocigota en el 14% de los participantes en el estudio PREDIMED.

Es decir, que el 14% de los voluntarios tenían dos copias de la variante genética y un mayor riesgo de enfermedad.

“Nuestro análisis es el primero en identificar una interacción gen-dieta que afecta al ictus en un estudio de intervención nutricional llevado a cabo durante varios años en miles de hombres y mujeres”, explica el autor principal, José María Ordovás, director del Laboratorio de Nutrigenómica en el HNRCA USDA en la Universidad Tufts.

“El diseño del estudio PREDIMED nos proporciona resultados más sólidos de los que nunca antes hemos tenido. Con la capacidad de analizar la relación entre la dieta, la genética y las afecciones cardiacas potencialmente mortales, podemos empezar a pensar seriamente en el desarrollo de pruebas genéticas para identificar a las personas que pueden reducir su riesgo de enfermedades crónicas, o incluso prevenirlo, haciendo cambios significativos en su forma de comer”, apunta el profesor.

“La adherencia a la dieta mediterránea reduce el número de accidentes cerebrovasculares en personas con dos copias de la variante genética de riesgo. Esta alimentación saludable parecía eliminar el aumento de la susceptibilidad de ictus, poniéndolos en igualdad de condiciones con las personas que no tenían ninguna copia de la variante”, señala Ordovás, quien también es profesor de la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Universidad Tufts.

“Los resultados fueron muy diferentes en el grupo de control sin recibir una dieta mediterránea, donde los portadores homocigotos tenían casi tres veces más probabilidades de padecer un derrame cerebral que las personas sin la variante del gen”, añade.

Más dieta mediterránea, menor riesgo de afecciones

La dieta mediterránea incluye el aceite de oliva, el pescado, los hidratos de carbono complejos y las nueces.

Para conocer el nivel de adherencia a la dieta mediterránea antes del estudio de los participantes del ensayo PREDIMED, los autores examinaron cuestionarios de frecuencia alimentaria. “Una vez más, hemos visto que la dieta mediterránea parece compensar la influencia genética”, indica Corella, también investigadora de la Unidad de Epidemiología Genética y Molecular de la Universidad de Valencia.

 “Si la adherencia a la dieta era alta, el que tenía dos copias de la variante del gen no presentó ninguna influencia significativa sobre los niveles de glucosa en ayunas. Lo mismo puede decirse de las tres medidas comunes de riesgo de enfermedad cardiovascular: colesterol total, lipoproteínas de baja densidad y triglicéridos. Por el contrario, estos factores de riesgo fueron considerablemente mayores en los portadores homocigotos con baja adherencia a la dieta”, apunta la doctora.

Los resultados del estudio no se modificaron tras tener en cuenta otras variables relevantes, incluyendo la diabetes tipo 2, el Índice de Masa Corporal (IMC) y los medicamentos para el corazón y la diabetes.

Los autores señalan que se necesitan más estudios para determinar qué mecanismos pueden estar involucrados en la interacción que observaron. También ellos tienen la intención de continuar investigando en el estudio PREDIMED para profundizar en otras interacciones gendieta que pueden estar asociadas con un accidente cerebrovascular, así como los ataques al corazón.