El campo de la genética sigue abriendo camino en la ciencia y de nuevo el epigén, “el interruptor del gen” tal y como lo definió el científico Manel Esteller en EFEsalud hace unos meses, es protagonista, esta vez como causante de los cambios en el comportamiento. IDIBELL y Esteller han participado en la investigación

Los cambios de comportamiento dependen del epigenoma del cerebro
EFE/Marta Pérez
  • 5 de julio, 2013
  • EFE/BARCELONA

Una investigación en la que ha participado el Instituto de Investigación Biomédica del Hospital de Bellvitge (IDIBELL) ha descubierto que los cambios de comportamiento de la niñez a la adolescencia se deben a la transformación que sufre durante esta etapa de la vida el epigenoma del cerebro.

El epigenoma es el conjunto de señales químicas que se encargan de encender o apagar los genes del ADN.

“La experiencia de padres con sus hijos y de profesores con sus alumnos demuestra cómo éstos van cambiando sus comportamientos y conocimientos desde que son bebés hasta la adolescencia pero, hasta ahora, se conocía muy poco de las causas que podían provocar estos cambios”, ha explicado el director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del IDIBELL, Manuel Esteller.

Los resultados de la investigación, que hoy publica la revista científica “Science“, aportan información relevante para comprender el proceso del cambio de comportamiento de los niños.

Los investigadores han descubierto que el córtex frontal, la parte del cerebro responsable de la conducta y la adquisición de nueva información, experimenta un importante cambio desde el nacimiento hasta la finalización de la adolescencia: su epigenoma se transforma.

El estudio, que ha analizado el epigenoma de recién nacidos, jóvenes de 16 años y adultos de 25 y 50 años en Estados Unidos y en Cataluña, demuestra que una de estas señales epigenéticas, la “metilación” del material genético, se incrementa progresivamente hasta llegar al final de la adolescencia y la entrada a la etapa adulta.

“Los resultados del estudio revelan que la metilación del ADN es clave en la formación de los espacios de comunicación entre neuronas (sinapsis)”, ha explicado Esteller.

Según el científico, este descubrimiento puede tener “una importancia profunda” en el conocimiento de la biología del cerebro porque, además de explicar la plasticidad de este órgano ante el aprendizaje y las experiencias vitales, puede ser decisivo para entender las causas de las alteraciones de la conducta y de las enfermedades psiquiátricas.

“Ahora, hay que investigar si pequeñas alteraciones en el programa de metilación del ADN en el desarrollo postnatal podrían estar relacionadas con desórdenes de neurodesarrollo, como el autismo o la esquizofrenia“, ha explicado Esteller.