Al igual que un espejo refleja las arrugas de nuestra cara, una tomografía axial computarizada ilustrará, sin lugar a la duda, el envejecimiento de nuestro sistema cardiovascular al mostrar la calcificación que mortifica las arterias, los vasos sanguíneos o las válvulas cardíacas, como la aórtica

Noticiero del Corazón: “Las arrugas de la calcificación vascular”

Noticiero del Corazón: “Las arrugas de la calcificación vascular”

Pero el Dr. Carlos Macaya Miguel, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos y catedrático emérito de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, nos rejuvenece la sonrisa al explicar nuevos avances anticalcificación relacionados con las propiedades del receptor NOR-1.

“Este factor nuclear huérfano es clave para regular la calcificación, sea en la válvula aórtica o esté asociada a la enfermedad arterioesclerótica, y abre la puerta a nuevas terapias para luchar contra las placas de ateroma en los tejidos blandos”, expone desde la Fundación Interhospitalaria de la Investigación Cardiovascular (FIC).

Se conocía el papel del NOR-1 en el remodelado cardíaco de los vasos sanguíneos, pero no se había establecido su relación con la calcificación en estos tejidos.

En el remodelado vascular patológico juegan un papel clave las células vasculares y su interacción con las células inflamatorias y del sistema inmune, donde intervienen una gran cantidad de genes y proteínas.

La presencia del NOR-1 en diferentes tejidos y células lo sitúa en el control de numerosos procesos como la diferenciación, la proliferación, la supervivencia y la apoptosis celular, así como en la inflamación y el metabolismo de lípidos y carbohidratos.

El estudio “Upregulation of NOR-1 in calcified human vascular tissues: impact on osteogenic differentiation and calcification“, publicado en 2023 en Translational Research, comprobó un menor desarrollo de arterioesclerosis y una calcificación mucho más leve sin la sobreexpresión de este receptor.

Sus datos indican que el NOR-1 tiene un efecto negativo en la expresión de genes relacionados con la calcificación tanto en las células de las válvulas cardíacas como de las arterias, y previene la calcificación en el sistema cardiovascular.

El estudio, liderado por el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona del Centro Superior de Investigaciones Científicas (IIBB-CSIC) y el Instituto de Investigación de Sant Pau, contó con la participación del área de enfermedades cardiovasculares del CIBER.

“Esta investigación destaca porque hasta ahora se consideraba que la calcificación vascular era un proceso pasivo y degenerativo asociado a la edad avanzada, a la aterosclerosis, a diversas alteraciones metabólicas, como la diabetes mellitus, o a las enfermedades genéticas raras”, apunta el Dr. Macaya.

“Sin embargo, desde hace unos pocos años, se trabaja con la calcificación vascular considerándola como un proceso activo y regulado de manera semejante a la mineralización y el metabolismo del hueso”, completa el experto en intervencionismo cardíaco.

Calcificación vascular.
Arteria coronaria con ateroesclerosis, causante de infarto de corazón. EFE/GRB.

Calcificación, mineralización, incluso osificación en el sistema cardiovascular

La evidencia científica ya había demostrado que las grasas saturadas, como las grasas trans, son perjudiciales para nuestra salud cardiovascular, puesto que aumentan los niveles de colesterol malo (LDL) y los triglicéridos, a la vez que disminuyen los niveles de colesterol bueno (HDL).

Las grasas trans son de origen vegetal, pero están transformadas: mediante un proceso de hidrogenación pasan de un estado líquido a un estado sólido, logrando mejorar el sabor, la textura y la durabilidad de los alimentos cocinados o elaborados con ellas.

La carne, la leche de vaca y otros lácteos son los principales alimentos que contienen grasas trans de manera natural; es decir, que no toda la grasa saturada está generada mediante un procedimiento biotecnológico.

Las partículas sobrantes de lipoproteína de baja densidad (LDL) se acumulan en las paredes de las arterias y vasos sanguíneos.

Estas placas de ateroma ocasionan la enfermedad arterioesclerótica cuando hablamos del sistema arterial.

“La arterioesclerosis se diagnostica fundamentalmente en las arterias carótidas, troncos supraaórticos, que van a producir los ictus; y en las arterias coronarias, donde se ceban la angina de pecho y los infartos agudos de miocardio”, señala el Dr. Macaya.

“Pero también en las arterias de las piernas, ilíacas y femorales, generando enfermedad arterial periférica o claudicación intermitente, denominada ‘síndrome del escaparate’ (dolor intenso al caminar pequeñas distancias)”, resalta.

Esta arterioesclerosis se puede ver, medir y cuantificar con un TAC, estableciéndose un “score” o puntuación de calcio coronario; dato de gran interés en l@s pacientes cardiovasculares a partir de los 60 y 70 y, por supuesto, a los 80 y 90 años.

“Y cabe recordar que las paredes arteriales están sometidas a tensiones de 120, 140 ó 160 mm Hg, caso de los pacientes hipertensos; es decir, las arterias sufren un estrés constante”, expone el cardiólogo.

En las válvulas del corazón ocurre prácticamente lo mismo, sobre todo en las válvulas de su lado izquierdo, mitral y aórtica.

La aurícula izquierda recibe la sangre oxigenada de las venas pulmonares y la deposita en el ventrículo izquierdo a través de la válvula mitral o bicúspide. La sangre sale después por la válvula aórtica hacia la arteria aorta con el objetivo de completar el riego cardiovascular y llegar hasta la última célula corporal.

“La válvula aórtica está sometida a unas fuerzas hemodinámicas altísimas y, por tanto, a un desgaste lógicamente mayor, más aún si el paciente es hipertenso, tiene el colesterol elevado, etcétera”, indica.

Lo que sucede es que esta válvula se estrecha por la calcificación y con ello se obstruye la salida de sangre del corazón hacia todo el cuerpo. La estenosis aórtica eleva el riesgo hasta en un 34 % de que los pacientes sufran una muerte súbita.

No existe forma de prevenir esta enfermedad, ya que es inherente a la edad o contiene un factor genético, aunque sí se puede adelantar su aparición en pacientes con enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión y en personas fumadoras.

Calcificación vascular.
Implante de válvula aórtica con técnica TAVI.

La estenosis de la válvula aórtica tenía como única solución la cirugía a corazón abierto, lo que implicaba abrir el pecho, parar el corazón y colocar otra válvula con el apoyo de un corazón artificial gigante.

Ahora, las opciones de tratamiento son más sencillas y el paciente puede recuperarse en casa. Hablamos de la terapia valvular percutánea, una técnica que permite poner una válvula aórtica biológica autoexpandible.

El intervencionismo cardíaco ha contribuido a reducir la incidencia de muerte súbita y a mejorar la expectativa y calidad de vida de los pacientes. Funciona, además, en pacientes inoperables, siendo altamente eficaz.

Este grandísimo avance terapéutico ya implantado y desarrollado es un ejemplo a seguir por la investigación centrada en el receptor NOR-1 contra la calcificación vascular.

“Facilita que conozcamos mucho mejor la modulación de esa calcificación, proceso activo de la calcificación, y que busquemos una solución definitiva”, concreta.

“Lo ideal sería hacerlo reversible, descalcificar… pero como mínimo deberíamos lograr identificar a las personas propensas a la calcificacióna a edades tempranas con el objetivo de desacelerar o frenar este mecanismo silente y enfermizo”, opina.

Calcificación vascular.

“Hemos abierto el melón de la genética, un universo prácticamente desconocido, pero cada día sabemos un poco más sobre los múltiples procesos biológicos ocultos que ocasionan enfermedades.

Esperemos que en un futuro no muy lejano conozcamos, tengamos o dispongamos de un mayor número de tratamientos curativos, especialmente en las patologías del sitema cardiovascular”.

Dr. Carlos Macaya Miguel, uno de los mejores cardiólogos a nivel mundial.

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