"La palabra clave es evolución. La evolución de los diferentes factores implicados en la resistencia a antibióticos nos ha llevado a una encrucijada crítica. La evolución de los acontecimientos a partir de ahora depende en parte de nosotros, de todos nosotros, no podemos fallar", este es el mensaje que lanza en este artículo el investigador Jesús Oteo Iglesias, coordinador del Laboratorio de Referencia e Investigación en Resistencia a Antibióticos del Instituto de Salud Carlos IIII de Madrid.

La resistencia a los antibióticos y el paradigma de la evolución
Imagen de bacterias Klebsiella pneumoniae. Foto: ISCIII
  • 7 de diciembre, 2017
  • MADRID/OPINIÓN/JESÚS OTEO

Doctor en Medicina y especialista en microbiología cínica, sus principales líneas de investigación se centran en la caracterización molecular de la multi-resistencia a antibióticos, en la evolución filogenética de los principales clones multirresistentes y en sus vías de dispersión. Es autor del libro de divulgación “La resistencia a antibióticos: La amenaza de las superbacterias”  (Ed.Catarata-ISCIII).

La resistencia a los antibióticos y el paradigma de la evolución

Por Jesús Oteo Iglesias

La palabra clave es evolución. Evolución como cambio o transformación gradual de algo que le permite alcanzar un estado o situación diferente al de partida. Todo evoluciona, el universo se caracteriza por su dinamismo; pero el ser humano, aunque suene pretencioso, es un paradigma de evolución. De todo tipo de evolución, la evolución natural que nos llevó a alcanzar una capacidad de abstracción y razonamiento ciertamente singulares en el mundo animal, pero también de la rápida evolución tecnológica e intelectual que posteriormente nos ha permitido crear el mundo en el que actualmente nos desenvolvemos.

Este hecho se evidencia de forma sustancial en el campo sanitario; en pocas decenas de años el ser humano ha alcanzado la capacidad de tratar eficazmente enfermedades previamente incurables. Los trasplantes de órganos vitales, incluso combinados, las grandes cirugías, el tratamiento del cáncer con quimioterapia, son algunas de las más espectaculares y exitosas técnicas terapéuticas actuales.

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Jesús Oteo Iglesias, coordinador del Laboratorio de Referencia e Investigación en Resistencia a Antibióticos del Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Foto ISCIII.

Pero hay un avance, quizá no tan espectacular, que supuso un cambio cualitativo trascendental en la evolución de la medicina: el descubrimiento de los antibióticos, de medicamentos capaces de curar las infecciones causadas por bacterias.

Las enfermedades infecciosas pueden producirse por microorganismos dispares como los virus, las bacterias, los hongos y los parásitos. Cada uno tiene que tratarse con fármacos específicos; por ejemplo, los antibióticos son sólo útiles frente a bacterias, y no curan infecciones producidas por virus (gripe o catarro común, por ejemplo), hongos o parásitos.

Antes de que Alexander Fleming descubriera la penicilina en 1928, las enfermedades infecciosas eran la principal causa de muerte en el mundo, con un muy alto porcentaje de mortalidad en infecciones que, aunque graves, actualmente se curan en su gran mayoría. Alrededor del 75-85% de los pacientes que sufrían una meningitis bacteriana moría, y la neumonía producida por bacterias tenía cifras de mortalidad cercanas al 40%.

Tras la penicilina, se descubrieron nuevas familias de antibióticos, algunas de ellas con una mayor actividad antibacteriana.

El beneficio de los antibióticos no es sólo directo, curando o evitando infecciones bacterianas que antes podían matar a los pacientes, si no también indirecto, permitiendo que muchas de las más exitosas técnicas terapéuticas actuales pudieran aplicarse bajo su cobertura, sin la cual las complicaciones infecciosas las hubieran hecho inviables.

La capacidad de la bacteria para hacerse resistente

Pero la evolución no es algo privativo del ser humano. Las bacterias, nuestras competidoras en esta historia, poseen una enorme capacidad de adaptación al medio ambiente en el que viven, y, sobre todo, lo pueden hacer de forma muy rápida.

Su gran ventaja está en la velocidad con la que se reproducen, una bacteria puede tener dos bacterias “hijas” solo media hora después de su “nacimiento” y puede ser “abuela” con solo una hora de existencia. A este ritmo, una bacteria puede dar lugar a casi 50 generaciones de bacterias derivadas de ella en tan solo un día, mientras que a cualquier especie animal de vertebrado le lleva decenas o cientos de años.

Como consecuencia, las bacterias que están en contacto con los antibióticos pueden desarrollar rápidamente ciertas transformaciones que impiden que los antibióticos puedan matarlas, es lo que se denomina la resistencia a los antibióticos.

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Imagen de bacterias Klebsiella pneumoniae. Foto: ISCIII

Hay dos factores que agravan la amenaza de la resistencia a antibióticos a nivel mundial:

  •  Uno es la capacidad bacteriana de  “coleccionar” diferentes formas de resistir a los antibióticos. En la actualidad hay bacterias que tienen la “colección completa”, que pueden sobrevivir en presencia de todos los antibióticos disponibles, son las bacterias denominadas pan-resistentes y frente a ellas no tenemos un tratamiento antibiótico adecuado.
  • El otro es la gran capacidad que tienen de diseminarse entre diferentes pacientes, instituciones y regiones geográficas. Diseminación no sólo de la bacteria resistente sino también del mecanismo de resistencia. Algunas bacterias pueden intercambiarse el mecanismo por el que sobreviven en presencia de antibióticos con la misma facilidad con la que nosotros podemos intercambiarnos un abrigo para sobrevivir al frío.

Las consecuencias derivadas de la resistencia a antibióticos son múltiples y, en conjunto, suponen una amenaza para la seguridad del paciente y para la salud pública. Las infecciones por bacterias resistentes son más difíciles de tratar y generan procesos patológicos más largos, más graves y con una peor evolución clínica.

Un informe reciente encargado por el gobierno británico, Antimicrobial Resistance:Tackling a crisis for the health and wealth of nations, estima la mortalidad actual debida a las bacterias resistentes en alrededor de 700.000 muertes al año, inferior al 1,2 y 8,2 millones de muertes que producen los accidentes de tráfico y el cáncer, respectivamente.

Sin embargo, si la evolución de los patógenos con resistencia a múltiples antibióticos continúa al alza como en los últimos años, la mortalidad anual asociada a la resistencia podría alcanzar los 10 millones de muertes en 2050.

Estrategias contra la resistencia a los antibióticos

El retorno a una situación sanitaria semejante a la de la era pre-antibiótica es ahora un riesgo real que debemos evitar. Y solo podemos hacerlo con una actuación coordinada a diferentes niveles de todos los actores implicados como son, entre muchos otros, los consumidores, los profesionales sanitarios y las instituciones nacionales y supranacionales.

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Portada del libro del investigador Jesús Oteo. Foto cedida

La investigación en nuevos antibióticos y nuevas alternativas terapéuticas, el desarrollo de métodos de diagnóstico rápidos que permitan iniciar un tratamiento precoz con antibiótico solo en las infecciones bacterianas que lo necesiten, la implementación de estrategias de vacunación globales que disminuyan el número de infecciones y por tanto el consumo de antibióticos, la realización de campañas educativas e informativas sobre el uso adecuado de los antibióticos, la adaptación de los sistemas sanitarios y la mejora del control de la infección, el apoyo al proceso de modificación de los sistemas de cría y producción animal hacia un menor consumo de antibióticos en animales, entre otras, son estrategias necesarias que deben abordarse ya de forma coordinada y a nivel mundial.

En la actualidad, la lucha contra la resistencia a antibióticos está considerada como una prioridad sanitaria por las principales instituciones internacionales (Unión Europea, Organización Mundial de la Salud, G20) que están impulsando diferentes iniciativas y estrategias para luchar contra ella.

En España estas estrategias se están desarrollando en el seno del Plan estratégico y de acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de la resistencia a los antibióticos, coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y con la participación de numerosas instituciones nacionales.

Uno de los principales pilares en los que se basa el desarrollo de medidas para el control de la resistencia, así como la investigación en nuevos fármacos o nuevos métodos diagnósticos, es el conocimiento de su evolución.

Desde el Laboratorio de Referencia e Investigación en Resistencia a Antibióticos del Centro Nacional de Microbiología (Instituto de Salud Carlos III, (ISCIII)) se lleva a cabo una labor de vigilancia de la evolución de la resistencia a los antibióticos más importantes en clínica, así como de la aparición de nuevos clones multirresistentes, de nuevos mecanismos de resistencia y de sus vías de diseminación.

El conocimiento detallado de esta información permite al ISCIII participar activamente en los diferentes grupos multidisciplinares de trabajo, tanto nacionales como internacionales, dirigidos a la lucha contra la resistencia a antibióticos.

Por otra parte, la aplicación de tecnologías de vanguardia, como es la secuenciación de genomas completos bacterianos, permite generar un conocimiento clave para la investigación en nuevas terapias alternativas a los antibióticos o nuevas herramientas diagnósticas. Asimismo, cabe destacar la importante labor formativa y divulgativa que el ISCIII lleva ejerciendo en este campo durante los últimos años.

La palabra clave es evolución. La evolución de los diferentes factores implicados en la resistencia antibióticos nos ha llevado a una encrucijada crítica. La evolución de los acontecimientos a partir de ahora depende en parte de nosotros, de todos nosotros, no podemos fallar.

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