Algunos ácidos grasos poliinsaturados Omega 3 son capaces de activar el tejido adiposo marrón o grasa parda cuya función natural es quemar la energía no consumida por nuestro organismo evitando que se acumule como grasa blanca y por tanto protegiendo contra la obesidad

Grasa parda: ácidos omega 3 activan este quemagrasa natural
El investigador y catedrático de la Universidad de Barcelona, Francesc Villarroya, en las XX Jornadas de Nutrición Práctica. Foto cedida
  • 6 de abril, 2017
  • MADRID/EFE/ANA SOTERAS

Este es el principal resultado de una investigación básica dirigida por el catedrático Francesc Villarroya, del Departamento de Bioquímica y Biomedicina Molecular y miembro del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB) y sobre la que habló en una conferencia sobre la grasa parda en las XXI Jornadas de Nutrición Práctica.

Estas jornadas se celebran en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid organizadas por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA).

Cómo potenciar este tejido adiposo marrón en el organismo humano es uno de los retos a los que se enfrentan los científicos que tratan de conocer todas las posibilidades que puede ofrecer la llamada grasa parda.

Lo que está constatado es que el tejido adiposo marrón, explicó Villarroya, “es una máquina diseñada en nuestro organismo para convertir sustratos metabólicos en calor”. Y así su función es quemar energía, lo contrario que la grasa blanca, que se almacena.

Esta generación de calor convierte a la grasa parda en un sistema para proteger contra el frío.

“Pero no solo eso sino que también opera como mecanismo de protección contra la obesidad, es una manea de eliminar calorías y lo hace porque quema algún sustrato metabólico, en este caso glucosa y triglicéridos, por lo que también protege contra la hiperglucemia e hipertrigliceridemia tan comunes en la obesidad”, señaló.

Antes se creía que esa grasa parda solo era relevante en los recién nacidos, pero desde hace diez años y gracias a las técnicas de imagen, se ha visto la presencia de este tejido marrón en adultos (se localiza en el cuello y zona clavicular) produciéndose así un”boom” en la actividad investigadora.

Y los estudios han determinado por el momento que se activa con el frío; que su actividad decrece con la edad; que a igual edad hay más actividad en la mujer que en el hombre y que los pacientes obesos tienen una actividad reducida.

“En ratones sabemos que si bloqueamos el tejido adiposo marrón, se convierten en obesos, y que si lo reactivamos los protege contra la dieta hipocalórica. Pero todavía nos sabemos si los obesos tienden a serlo porque no queman energía al tener el tejido adiposo marrón inactivado o es a la inversa, si es la obesidad en sí la que provoca este efecto”, apuntó el científico.

grasa parda
Ratones de laboratorio en plena investigación sobre la obesidad. EFE / Waltraud Grubitzsch

La grasa parda…¿Es un órgano secretor endrocrino?

Otro de las vías de investigación de los últimos años es explorar el posible papel del tejido adiposo marrón como órgano secretor endocrino. Y en ratones se ha visto que libera sustancias que mejoran el estatus metabólico: la obesidad, la hiperglucemia y la hipertrigliceridemia.

Todavía son pocos los factores liberados por la grasa parda que se conozcan pero uno de ellos es la hormona FG21 , una molécula que regula la glucosa y el metabolismo de lípidos, y por ello resulta una diana muy efectiva para el mecanismo de acción de los omega 3.

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EFE/Rosario Canfranc

La investigación dirigida por Villarroya refleja que esos ácidos omega 3 “parecen activar el tejido adiposo marrón de manera directa, sin tener nada que ver con los mecanismos del frío, y promoviendo que queme energía y libere sustancias”, un descubrimiento que podría repercutir en las estrategias nutricionales.

Por eso, encontrar los medios para potenciar la actividad de la grasa parda se ha convertido en uno de los puntos de mira de la ciencia.

“El tejido adiposo marrón se potencia con el frío pero tampoco hay que hacer que la gente pase frío”, bromeó el bioquímico quien, no obstante, advirtió ante el progresivo aumento de la temperatura ambiental de confort en la vida diaria.

“Este persistente aumento -añadió- hace que los sistemas de quemado los tengamos deprimidos y que puede contribuir a un ambiente obesogénico en las sociedades occidentales”. Y esta es otra de las líneas que explora la ciencia.

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