Una persona es mucho más que su cerebro, y por eso necesita algo más que psicofármacos cuando sufre un trastorno mental grave. El psiquiatra Alberto Ortiz Lobo establece dos grandes metas: igualar la atención sanitaria a este tipo de enfermos y reducir el estigma social que complica su acceso al trabajo

Psquiatra Ortiz Lobo: “La salud mental sigue siendo la oveja negra de la sanidad”
EFE/David Fernández
  • 9 de octubre, 2013
  • MADRID/EFE/MARINA VALERO

Mañana se celebra el Día Mundial de la Salud Mental y todavía los enfermos mentales están discriminados a todos los niveles, empezando por la consulta. La atención sanitaria está lejos de ser modélica, tal y como afirma el psiquiatra Alberto Ortiz Lobo: “no es equitativa: hay personas –como los inmigrantes sin papeles– que no tienen acceso a la sanidad pública si no pagan. Tampoco es integral: hay comunidades más o menos desarrolladas que otras”.

El doctor critica un modelo biomédico que relega a un segundo plano los factores sociales que rodean al paciente. “En la enfermedad mental se examina un objeto –el cerebro–, y no la persona.”. ¿Qué ocurre con su biografía, contexto, relaciones interpersonales, cultura, familia…? “Una persona es mucho más que su cerebro”, subraya Ortiz Lobo.

Emociones con la etiqueta de trastorno mental

“La transformación de la atención sanitaria en un mercado rentable es uno de los factores que daña a los pacientes”. Así de rotundo se muestra el psiquiatra en su libro “Hacia una psiquiatría crítica” (editorial Grupo 5). “En un mercado yo necesito vender mi producto: cuantos más clientes –o pacientes– tenga, más dinero voy a ganar”.

Esto explica por qué vivimos en una sociedad cada vez más medicalizada. La presión de la industria farmacéutica y los medios de comunicación está expandiendo la psiquiatría y la psicología con un objetivo: comercializar más fármacos para obtener beneficios. Cualquier reacción emocional proporcionada ya se puede catalogar como trastorno. Esta es la visión del doctor:

Hemos llegado a un punto en el que si estamos tristes porque acaba de morir un ser querido, nos incitan a pedir ayuda profesional “para que nos ponga estupendos”.

Según Ortiz Lobo, no están claros los límites entre lo que se considera normal y patológico: “Hay una cultura que nos dice que todos tenemos que ser guapos, felices y maravillosos. Todo lo que se salga de ese ideal es vivido como una falta”. ¿Qué tenemos en la cabeza, una enfermedad real o un producto de intereses creados?

Psicofármacos a la orden del día

“La industria farmacéutica es el negocio más rentable del planeta después del comercio de armas”, recuerda el doctor. ¿Cuáles son las consecuencias de consumir una gran cantidad de antidepresivos, estimulantes para niños y antipsicóticos? “Estos fármacos tienen efectos secundarios tanto en adultos como en niños, que además tienen el cerebro en desarrollo”, advierte Ortiz Lobo.

El psiquiatra insiste en delimitar qué necesita tratamiento y qué no: “Hay muchos trastornos por hiperactividad o depresión que no son tales. Deberíamos contener todas las prescripciones inadecuadas y contar con otro tipo de intervenciones de carácter psicológico y social cuando esté indicado”.

Víctimas del estigma

La enfermedad psiquiátrica no solo es un hándicap para encontrar trabajo. A los propios pacientes les cuesta mucho pedir ayuda profesional por el miedo a los prejuicios y la escasa información. “La familia sí anima a acudir al médico cuando el trastorno es leve, pero no tanto cuando es grave. Es difícil asumir que tu hijo o tu hermano está pasando por un episodio así”, señala el psiquiatra.

Por eso, Ortiz Lobo considera que a veces lo más difícil es que el paciente llegue al servicio sanitario. No ocurre lo mismo con los trastornos mentales comunes como la ansiedad o la depresión, más visibles. Quienes los sufren no están tan discriminados.

Una forma de conseguir que los enfermos se sientan integrados en la sociedad es facilitar su acceso al mundo laboral. “El trabajo nos hace libres”, enfatiza el doctor. Aunque ya se han creado centros de rehabilitación laboral, la mayoría de los pacientes dan con empleos temporales o están en situación de precariedad. Aún queda mucho por hacer.