El verano es una época en la que los pies suelen estar más desprotegidos. Están desnudos con frecuencia y el contacto con elementos agresivos es mucho más común que en otros momentos del año. Los expertos del blog “Salud y prevención” aconsejan como cuidar los pies en vacaciones

Juntos vienen, juntos van, uno va delante y otro va detrás. La adivinanza es fácil porque la solución está en el titular. De lo contrario, pocos pensarían que hablamos de los pies porque, por desgracia, son uno de los grandes olvidados de nuestro cuerpo, sobre todo cuando llega el verano.
El resto del año van bien protegidos pero con la llegada del calor los dejamos al descubierto, les hacemos entrar en contacto directo con todo tipo de superficies, los mojamos más que de costumbre y, aunque estén tan abajo, sí, también corren riesgo de sufrir quemaduras solares.
“Cuando llega el verano dedicamos más tiempo a nuestro cuerpo: utilizamos crema solar, bebemos más agua, intentamos reducir el estrés acumulado del invierno…pero tendemos a olvidarnos de cuidar una importante parte de nuestro cuerpo: los pies”, lamenta la podóloga de Policlínica Gipuzkoa Leire Arejita.
Por mucho que los tengamos mucho tiempo a remojo en la playa o la piscina, el calor hace que los pies se deshidraten y la flexibilidad de la piel disminuya, haciendo que se agrieten. Para evitarlo, según esta experta, es necesario utilizar crema hidratante casi a diario, sobre todo por la noche. Más que nada, apunta, porque cuando se usa de día se mezcla con el sudor y provoca que la piel se macere, se reblandezca y aumente el riesgo de lesiones.
Por el día, si vamos a estar al aire libre, lo que no debe faltar es la crema solar. “A veces olvidamos que también están expuestos al sol por lo que, si no aplicamos crema, podemos sufrir grandes abrasiones, sobre todo en el dorso del pie, ya que la piel que lo cubre es muy fina”.
Otro factor clave es acertar con el tipo de calzado que elegimos y el tejido del que esté hecho, ya que debe estar confeccionado con un material que no nos cause ninguna lesión. “Tenemos que tener en cuenta que un calzado inadecuado puede generarnos lesiones, sobre todo en las prominencias óseas”, explica Arejita. Para evitarlas, lo mejor es elegir unos zapatos o sandalias que estén bien sujetas, sobre todo al tobillo, y que ofrezcan también una buena sujección en el antepie.
No abusar de las chanclas
Y aunque no suelen faltar en ninguna maleta veraniega, la podóloga nos pide tener cuidado con el uso excesivo de chanclas y recuerda que son un tipo de calzado que se creó única y exclusivamente para ir a la piscina o meterse en ambientes húmedos. “Pero si caminamos mucho con ellas nos arriesgamos a sufrir lo que se conoce como ‘marcha antiálgica, es decir, acortamos el paso, basculamos mucho más y trabajamos mucho más muscularmente”, según Arejita. Las consecuencias, nada halagüeñas: sobrecargas a nivel de cadera, gemelos, glúteos y músculos en general.
En cambio, no debemos olvidarlas en piscinas, baños públicos o duchas, ya que de lo contrario nos exponemos a sufrir un contagio por hongos o bacterias. Para evitarlo, aconseja secarse bien los pies tras el baño y no compartir toalla ni calzado. Y al llegar a casa, lavar las chanclas para intentar erradicar cualquier clase de contagios.
Además, la podóloga hace un llamamiento especial para quienes lleven plantillas en su vida cotidiana, para que no se tomen un descanso y busquen unas sandalias que cuenten con plantilla extraíble. “No llevar las plantillas los meses de verano por no poder adecuarlas a nuestros zapatos acaba provocando lesiones y sobrecargas que después habrá que tratar”, explica.
En definitiva, no olvides que para llegar a tu lugar de vacaciones, más allá del coche o el avión, necesitarás tus pies, así que preocúpate de cuidarlos en verano para que a la vuelta puedas seguir pisando fuerte y bien.
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