La obesidad durante el embarazo puede comprometer y mucho la salud de tu bebé a la hora de nacer y también cuando tu hijo ya es adulto; por eso, cada vez más los especialistas recomiendan a las mujeres obesas llevar a cabo una dieta antes de concebir. En paralelo con la población, las embarazadas con problemas de peso están aumentado en España, donde casi el 40% de las personas entre 25 y 64 años padecen sobrepeso, y más de un 20% obesidad, según un reciente estudio de la Sociedad Española de Cardiología

Obesidad y embarazo: la salud de tu bebé en riesgo
Los mellizos Layton (d) y Kaydon Richardson (i), de Middlesbrough, Reino Unido, en brazos de su madre, Kerry. Se trata de un caso muy raro, uno entre un millón, según los expertos, de hermanos gemelos de diferente color nacidos en el mismo parto. EFE/NNP.
  • 25 de enero, 2017
  • EFE/MADRID/PILAR GONZÁLEZ MORENO

Los fetos de mujeres que son obesas tienen mayor riesgo de malformaciones: cardiopatías, labio leporino, defectos en el cierre de la pared abdominal, reducción de miembros, hidrocefalia y la más frecuente: espina bífida.

“Todas estas malformaciones están aumentadas alrededor de dos veces con respecto a mujeres con peso normal”, explica a EFEsalud el doctor José Bellver, especialista en medicina reproductiva de la Clínica IVI Valencia.

Según el especialista, estas malformaciones se producen porque las alteraciones metabólicas, sobre todo el aumento de los niveles de glucemia en la fase de formación de los órganos, “pueden alterar su formación y estas mujeres pueden presentar además un déficit de nutrientes que lleve al aumento de riesgo malformativo”.

Por ejemplo, si el nivel de ácido fólico que llega al feto es menor, hay más riesgo de espina bífida; Bellver destaca la dificultad en el diagnóstico, porque el ultrasonido de las ecografías llega peor al feto cuando la mujer es obesa , y pueden pasar inadvertidas malformaciones que en una mujer delgada se observan mejor.

“Una vez que nace el bebé se ha visto que las alteraciones endocrinas y metabólicas en su vida intraútero,  pueden conducirle ya de adulto a que desarrolle enfermedades como la obesidad , la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares”, explica.

Recientemente, y de acuerdo con Bellver, otros estudios epidemiológicos han comprobado que este ambiente alterado en el que se desarrollan los fetos les puede predisponer también a un mayor riesgo de osteoporosis , a algunos tipos de cáncer, asma, e incluso trastornos del neurodesarrollo, entre los cuales está un riesgo incrementado de autismo.

EFE/Miguel Angel Molina

En contra de la fertilidad

La obesidad también juega en contra de la fertilidad y las mujeres con peso corporal importante suelen tener trastornos de ovulación, porque no ovulan o no ovulan bien, pero incluso en mujeres obesas que ovulan bien se ha constatado que tienen más problemas para quedarse embarazadas y cuando se someten a tratamientos de fertilidad les resulta más difícil obtener un recién nacido sano.

Esto se debe a una posible alteración en la calidad de los óvulos; por otra parte, el peso corporal cuando se administra medicación para intentar que se desarrollen óvulos en los ovarios, la respuesta a esta medicación es menor, porque al igual que pasa con otros fármacos, a mayor volumen de distribución el efecto diana se reduce y el propio útero tiene menor efectividad a la llegada del embrión, afirma el experto.

Y al final cuando se consigue el embarazo, las alteraciones metabólicas y endocrinas que tienen contribuyen a que exista más riesgo de complicaciones gestacionales, mayor riesgo de aborto en el primer trimestre, mayor riesgo de malformaciones del feto y de complicaciones maternas.

Todo ello sin mencionar las consecuencias para la propia salud de una madre obesa, que tiene más probabilidades de padecer una diabetes gestacional, presión arterial alta, mayor riesgo de infecciones en el tracto uterino, apnea del sueño, alteraciones de contracciones uterinas que llevan a un mayor riesgo de parto prematuro o postérmino.

Lácteos EFE

Tres claves para un embarazo 10

En la pagina web del IVI, la nutricionista Paloma Ramos nos ofrece tres claves para un embarazo 10:

Hidratación: El cuerpo de la mujer embarazada experimenta una serie de cambios y resulta fundamental una buena hidratación. La piel se estira para adaptarse al útero, por lo que el uso continuo de crema hidratante y la ingesta de agua –de 8 a 12 vasos al día- son hábitos que se deben poner en práctica.

No comer por dos, sino mejor: Come siete porciones de fruta y verdura al día y trata de hacer tus platos multicolor (cuanto más coloridos sean los platos, más diversidad de vitaminas y minerales habrá en los alimentos que consumas).

Hay algunos nutrientes importantes para el crecimiento del bebé: Calcio, hierro, ácido fólico, vitamina C, vitamina D, ácidos grasos esenciales y Omega-3. La clave está en la calidad de los alimentos que se ingieren, no en la cantidad.

Un poco de ejercicio: Si a una buena alimentación le sumamos algo de ejercicio durante el embarazo, tenemos casi asegurada una buena recuperación tras el parto, siempre que no haya complicaciones gestacionales o que el propio especialista considere oportuno el reposo por el motivo que sea.

En la entrevista a EFEsalud, la nutricionista aconseja huir de los alimentos crudos, las ensaladas mal lavadas y especialmente de las carnes crudas y embutidos por el riesgo de toxoplasmosis, una enfermedad causada por protozoos que se presenta en diversos mamíferos, aves y reptiles y puede contagiarse al ser humano. Resulta peligrosa si se contrae durante el embarazo, puesto que puede provocar malformaciones en el feto.

Y advierte de que hay más riesgo de toxoplasmosis por frutas o verduras mal lavadas que por el jamón; por ello, recomienda no comer ensaladas fuera de casa, ya que desconoces cómo han sido manipuladas. Y en casa, lavarlas mucho, incluso las que van en bolsa.

El mismo problema con los embutidos y fiambres no cocidos. Aun así, siempre se puede optar por la congelación de estos alimentos para eliminar todo riesgo de toxoplasmosis.

También hay que evitar aquellos pescados con un alto contenido en mercurio y metales pesados, como el lucio, el pez espada o el atún rojo.

En resumen, se pueden y se deben tomar proteínas animales: carnes, pescados y huevos, pero siempre que estén cocinados; además, son esenciales para el correcto crecimiento del embrión.

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