La Navidad toca a su fin. Ya han pasado las grandes celebraciones. Ha comenzado un nuevo año. Los expertos del blog “Salud y prevención”, en su primer post de 2019, pasan página de los excesos gastronómicos y nos orientan para recuperar una nutrición rica y saludable

¿Quién ha sido capaz de no pasarse con dulces, grasas o bebidas alcohólicas durante la Navidad? Probablemente, muy pocos. Bueno, a lo hecho, pecho. Terminada la fiesta, no se trata de tener mala conciencia, sino de pasar página y recuperar una alimentación rica y saludable que, además, nos ayudará a perder esos kilos de más que habremos cogido en la gran época anual de los excesos.
Aunque creamos conocer los consejos habituales para una alimentación sana y equilibrada, esta época post-navideña es el momento ideal para refrescar conceptos y, sobre todo, tomar la decisión de llevarlos a la práctica. Para ello, hemos consultado con la Dra. María Luisa de Mingo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital La Luz de Madrid, perteneciente al Grupo Quirónsalud. Y sin medidas drásticas, sin promesas “milagrosas” y sin que nos exija una disciplina espartana, nos ofrece este sencillo decálogo que nos permitirá reconciliarnos con la salud nutricional:
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Evita el consumo de dulces y azúcar. Si no puedes resistir la tentación, una alternativa es tomar una onza de chocolate puro y usar estevia como edulcorante.
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Huye del alcohol. Evítalo entre semana y en las comidas bebe solo agua. Si quieres darte un capricho el fin de semana, inténtalo con cerveza sin alcohol o, como máximo, una copa de vino en una de las comidas del sábado o del domingo. Los alcoholes de alta graduación, descartados.
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No te saltes comidas. Recuerda que la ingesta de comida es un estímulo para que el organismo tenga el metabolismo activo -lo que consume calorías- y además proporciona saciedad, librándonos del nocivo picoteo.
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Evita las salsas, los fritos y los rebozados. Procura cocinar a la plancha, al horno, al vapor o alimentos cocidos. Aunque el aceite de oliva es sano, tiene muchas calorías, así que no tomes más de dos o tres cucharadas soperas al día.
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Mejor pescado que carne. Y cuando comas productos cárnicos, retira toda la grasa visible antes de cocinarlos.
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Toma verdura a diario. Al menos, una ración fresca (ensalada, por ejemplo) y otra cocinada (cocida, plancha…). Para evitar la digestión pesada en la noche es preferible consumir la ración fresca en la comida y dejar la cocinada para la cena. Toma tres o cuatro piezas de fruta al día, mejor enteras que en zumo, ya que consumirás menos calorías y menos azúcar gracias a la fibra que contienen.
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Reduce las raciones. Procura que la mitad de tu plato lo ocupen verduras y hortalizas, un cuarto los hidratos y otro cuarto los alimentos proteicos.
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No elimines los hidratos de absorción lenta de tu dieta (pan, patata, legumbres, arroz, pasta…), bastará con reducir su cantidad. En contra de lo que se cree, comer sin hidratos no es sano y puede provocar un efecto rebote en el peso.
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Consume los lácteos desnatados.
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Actividad física diaria. Es el complemento indispensable a una buena alimentación. Si no tienes tiempo o ganas de ir al gimnasio, puedes caminar al menos media hora todos los días. Si usas transporte público, un buen truco es bajarte del metro o del autobús una parada antes de la tuya habitual y continuar el último tramo caminando.
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