La diabetes crece sin parar a expensas, fundamentalmente, de la llamada tipo 2, asociada al sobrepeso y el sedentarismo instaurados en nuestra sociedad, y que representa el 95 por ciento de los casos. En el marco del Día Mundial de esta enfermedad, 14 de noviembre, el doctor José Sabán, experto diabetólogo, analiza en EFEsalud esta patología

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay casi 450 millones de personas con diabetes en el mundo; 56 millones en Europa, según la Federación Internacional de esta enfermedad; y más de cuatro millones en España, según la Red de Grupos de Estudios de la Diabetes.
El doctor José Sabán es el responsable de la Unidad de Endotelio y Medicina Cardiometabólica del hospital madrileño Ramón y Cajal. Nacido en Córdoba hace 59 años, es médico internista y diabetólogo con más de 35 años de experiencia.
Licenciado en Medicina en Córdoba (1978), con Premio Extraordinario Fin de Carrera, es también doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid (1985), Cum Laude, y realizó la tesis doctoral sobre “Neuropatía diabética autonómica”.
También es Profesor Asociado de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares desde 1989.
Es editor del único tratado en castellano de la moderna Medicina Cardiometabólica, titulado “Control global del riesgo cardiometabólico”, vol. I y II (Editorial Díaz de Santos).
El doctor Sabán, que ya ha colaborado con EFEsalud en otras ocasiones, analiza en este artículo la situación de la diabetes con motivo de su Día Mundial.
Cómo ser crítico, huir de los tópicos y celebrar al mismo tiempo el Día Mundial de la Diabetes
por José Sabán
La diabetes crece sin parar a expensas, fundamentalmente, de la llamada tipo 2, asociada al sobrepeso y el sedentarismo instaurados en nuestra sociedad. Antes ambos empezaban en la treintena, pero ahora ya los padecemos desde la infancia, sin que familiares, educadores y políticos hagan lo que deberían para combatirlos; pero eso sí, todos, especialmente éstos últimos, se apuntan a festejar el Día Mundial de ésta, con frecuencia, fatal enfermedad.
Aún teniendo el sobrepeso y sedentarismo mucha culpa del crecimiento de la enfermedad, para ser diabético es imprescindible tener una predisposición genética, y mientras no podamos medirla de rutina tenemos que recurrir a la historia familiar, una pregunta obligada para el médico siempre, pero imprescindible en relación con esta enfermedad.
Huyendo de los tópicos, en el Día Mundial de la Diabetes nuestro grupo, pionero en la práctica de una Medicina Cardiometabólica moderna, anticipativa y preventiva, subrayaría dos grandes aspectos con frecuencia olvidados: el primero sería reconocerle a la prediabetes, ese estado limítrofe entre la normalidad y la enfermedad, la importancia que realmente tiene;y el segundo, que en el caso de ser ya diabético el control exclusivo del “azúcar en la sangre” resulta, a todas luces, insuficiente.
Importancia de la prediabetes
Respecto a lo primero, por cada diabetes diagnosticada hay otra no diagnosticada u oculta y por cada diabetes hay otros 3 que padecen prediabetes, una mayoría de ellos sin saberlo. El principal problema surge cuando vemos que nuestro endotelio (la capa que recubre las arterias por dentro), no distingue entre diabetes y prediabetes y si sólo prevenimos el infarto en los diabéticos estamos dejando sin prevenir los más numerosos, los asociados a la prediabetes.

Para prevenir el infarto en sujetos prediabéticos hay que empezar por desenmascararlos, y para ello basta con recurrir a los tests de cribado o screening adecuados, hoy por cierto muy simplificados y accesibles, los cuáles deberían realizarse en todo el mundo a partir de los 40 años pero muy especialmente en sujetos con historia familiar y/o con antecedentes personales de riesgo (ej: madres que han tenido hijos recién nacidos con sobrepeso o diagnosticadas de diabetes gestacional), sobre todo si tienen un perímetro se cintura elevado con/sin hipertensión o triglicéridos elevados.
La diabetes, mucho más que un problema de azúcar
Respecto al segundo tópico, el control de la glucemia o azúcar en la sangre, el error es todavía más de bulto porque resulta que muchos pacientes creen hacer las cosas bien porque se lo miden 4 veces al día, siguen una dieta sin azúcares solubles y tienen su “hemoglobina glicada” (parámetro que mejor evalúa el control glucémico), en niveles aceptables, individualizados por edad y presencia de complicaciones.
Muchos de estos pacientes consumen tabaco (el peor enemigo de la diabetes), descuidan su peso o llevan una vida excesivamente sedentaria, justo igual que el ratón aquejado del “síndrome del vago de nacimiento”, sólo que en este último caso se debe a una mutación de una enzima llamada AMPK.
Peor aún, incluso teniendo bien el azúcar, controlando el peso y haciendo ejercicio de forma regular ignoran que deben hacerse un electrocardiograma y una revisión oftalmológica anuales; que deben aprender a reconocer de forma precoz las “bajadas” o “hipoglucemias”; que deben saber actuar sin titubeos antes las subidas inesperadas; que deben cuidarse perfectamente los pies y la boca acudiendo a profesionales; que deben acudir al servicio de urgencia ante la más mínima molestia torácica o abdominal que se acompañe de sudoración; que sería conveniente hacerse una ergometría (test de esfuerzo), aunque se esté asintomático, antes de consumir productos para la impotencia o de realizar deporte de competición; que no deben ponerse a correr ni ir al gimnasio sin antes pasar por un periodo, de al menos 3 meses, de caminar a paso rápido y regularizar el peso; que la aspirina a baja dosis, cuestionada sin mucho sentido, sigue estando indicada en más de 2/3 de los casos si se siguen escrupulosamente las directrices oficiales; que el control de la tensión arterial es lo más importante para el riñón aunque se sea ahora menos estricto con respecto a los objetivos de hace unos años; y por último, que el control del colesterol malo (LDL) es clave para la prevención del infarto y ello solo se consigue, salvo intolerancia, con los medicamentos del grupo de las estatinas por muy mala prensa que tengan.
El colesterol total, aunque nos lo digan en la tele o algún que otro organismo oficial, sirve de poco, yo diría que de nada, pero este sería un tercer tópico, que por estar tan extendido, es muy difícil de desmontar. Si derribáramos barreras y rompiéramos los tópicos apuntados no solo ahorraríamos mucho dinero en costes a medio-largo plazo, sino lo más importante, salvaríamos muchas vidas.